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Y los padres en la adolescencia de los hijos

Y los padres en la adolescencia de los hijos

  • por

Luisa Marugán Sáenz.*

….” Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien puede tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado.

¿Perder? ¿Cómo? No es nuestro ¿Recuerdan?

Fue Apenas un Préstamo. (Atribuido a J. Saramago)

Llegamos a la adolescencia, momento de la vida en que como al principio de su existencia, el adolescente se siente muy desvalido, invadido por sensaciones corporales y sexuales que le asustan y no sabe cómo manejar. Sabe que ha habido un recorrido, pero él antes tenía en quién mirarse, deseos de otros con los que se identificaba y le proporcionaban seguridad, ahora se siente extraño , en la búsqueda de una nueva identidad, de autonomía, de definición sexual. Tiene que vivir duelos relacionados con la pérdida del cuerpo infantil, de los padres de la infancia y de su identidad del niño que fue y que a veces se sigue manifestando, sin darse cuenta.

Siempre ha tenido a alguien que le diga lo que tiene que hacer, alguien que le guíe, no sabe cómo continuar, pero sabe que no le vale lo de antes. ¿Cómo hará para continuar la aventura de la subjetivación?¿Tendrá que continuar solo? ¿Qué lugar tendrán las figuras de los padres?

Momentos de vacío, de dolor, de frontera entre la autonomía y la dependencia. Sabe que tendrá que ser el autor de su relato, y las páginas escritas de su vida, acudirán como signos a los que habrá de darles un sentido, pero le invade la incertidumbre. ¿Sabrá proseguir? ¿Tendrá palabras que le permitan seguir escribiendo su historia? De momento está extraviado, aunque añora y desea esas vivencias infantiles que le proveían de seguridad y la certeza de su ser, ahora parecen perdidas… pero nosotros sabemos que tendrá que hacer un trabajo psíquico de apropiación de lo infantil que le permita poder representar psíquicamente lo que le está sucediendo, transformando los lazos infantiles con las figuras parentales.

Las características de esta crisis ocurre en un estado de interdependencia con las relaciones intrafamiliares, con la sociedad y la cultura. Durante este período crítico el comportamiento del adolescente se puede convertir en agresivo, impulsivo, inestable. Manifestaciones como la rebeldía, la prepotencia, el desafío a la autoridad estarán presentes y serán producto de la fragilidad del yo, la intensidad de su vida pulsional y de las transformaciones intrapsíquicas que debe llevar a cabo.

¿Y a los padres cuando lo hijos entran en la adolescencia qué les ocurre? Podemos formularnos una serie de preguntas…

¿Qué nos traen a la consulta? ¿La pregunta por la identidad es sólo del hijo?

¿Quiénes son como padres, cuando todo el entramado narcisista construido a lo largo de años ya no se sostiene?

Aunque los padres tengan conciencia de las características de este momento vital de sus hijos, aunque sean comprensivos, ellos pasan por este período con una gran cantidad de dudas, miedos, incertidumbres, celos, rivalidad junto con admiración, y alegría por el crecimiento de sus hijos….

Veamos cómo vienen con sus preocupaciones, a que los escuchemos, a veces incluso en la llamada telefónica, se percibe la intensidad de su agobio.

Cuando acuden a nuestra consulta vienen angustiados, con una gran sensación de impotencia, lo han intentado todo y ya no saben qué hacer. Nada parece ser suficiente para que ese hijo continue su vida. Vienen con un desasosiego, quizás en parte derivado del difícil equilibrio en el que caminarán como funambulistas. Buscando el equilibrio en esa delgada línea que supone transitar entre la extrañeza y el reconocimiento de ese adolescente que entra en el espejo familiar con un guion no previsto, produciendo efectos en los padres, obligando a cambios inesperados y que ponen en riesgo la dinámica familiar.

Ellos aún ignoran que su sufrimiento no sólo se deriva del dolor o el enfado por su hijo adolescente por el que consultan, irán comprendiendo de qué se trata a través del abordaje diagnóstico junto con nosotros. Los aspectos de su propia conflictiva de ellos como hijos, como adolescentes que fueron y ahora como padres de ese hijo que nos traen y que están interfiriendo en su función de padres en la actualidad.

La consecución de las tareas de Filiación y Sexuación que el adolescente debe realizar para poder acceder a una subjetividad de pleno derecho no es tarea fácil y supondrá un recorrido complejo, que involucra a padres e hijos.

Intentaremos comprender el ENTRAMADO NARCISISTA y la dinámica que subyace a todo este malestar que escuchamos en un primer momento, en la extrañeza sentida de ambas partes del espejo familiar. ¿Quién soy? Se preguntará el adolescente, y los padres: ¿Quién es ese desconocido que tanto nos inquieta y qué representa? Tendríamos ahora que añadir otra pregunta nos interpela y cómo podemos acompañarle?

¿Quiénes somos como padres de ese adolescente que

Esta extrañeza se deriva de la ruptura de lo transitado en la infancia, tanto para el adolescente como para sus padres y la dificultad de representación de este momento por el desbordamiento pulsional que supone para ambas partes. Así como el nacimiento implicó el advenimiento de un extraño, contenedor de lo “umheimlich” “lo no familiar”, la adolescencia, hará retornar ese contacto a través de las novedades corporales y psíquicas que traen los jóvenes , que se traduce en esos sentimientos de extrañeza que se producen en ambas partes especulares.

Este monto de extrañeza va a depender de los lugares y relaciones mantenidos durante la infancia del adolescente y con aquellos que los padres han mantenido con su adolescencia y con sus propios padres. Veamos qué queremos decir y lo que subyace en la dinámica de este momento vital. Extrañeza que por otra parte es imprescindible para poder advenir a ser un Sujeto de pleno derecho.

La adolescencia de alguna manera consistirá en una retroacción, que si bien no repite lo sucedido en la infancia induce a una reviviscencia de las experiencias traumáticas precoces. Las carencias, insuficiencias de los primeros años, son reactivadas por el impulso de la pubertad, con el rebrote de la pulsionalidad.

Esto significa que, a partir de este momento, podemos colegir retroactivamente las inscripciones y traumas que permanecieron mudos y que en este momento adquieren significación y efectos patógenos. Como señala Kancyper “Aquello que se silenció en la infancia, aparece a gritos en la adolescencia”. Pero posibilitando nuevas significaciones y transformaciones. Resignificando lo no elaborado o elaborado parcialmente en su infancia. Recordemos que el adolescente aún se está estructurando psíquicamente, lo cual convierte este momento en un momento prínceps para continuar a la vida adulta con un relato propio.

Vemos entonces que las relaciones del adolescente y sus padres no dependen tanto de la actualidad. Por un lado, depende de la prehistoria del sujeto que alude a la gestación, período en el cual los padres han volcado expectativas y se han forjado ilusiones que esperaban que se cumplieran. “His majesty the baby “. Por otro lado, del entramado de lugares establecido en la infancia y en este momento con aquello que los padres han podido mantener de su propia adolescencia y con sus propios padres, representando por tanto una etapa de duelos, angustias, pero también de alegrías por el crecimiento del hijo, que a veces aparecen borradas frente la aparición de la dificultad en la dinámica familiar, por aquellos aspectos no elaborados de su propia estructuración.

Las transformaciones corporales de los hijos reavivan sentimientos de naturaleza edípica, que deberán ser sublimados o reprimidos. La adolescencia del hijo que han tenido respecto de sus padres, debido a la turbulencia que vuelve a resexualizar los vínculos edípicos. La presencia del hijo sexuado reactiva el complejo de Edipo de los padres. Éste sobredeterminará el del hijo y los fallos de elaboración pueden tener consecuencias de mucha importancia, pudiendo conllevar borramientos de la diferencia generacional, impidiendo la filiación ,que es una de las importantes tareas de la adolescencia. El proceso de subjetivación e historización no puede efectuarse sin situarse el sujeto en relación a la diferencia generacional, a los movimientos identificatorios, a preguntarse por su origen, en un trabajo de apropiación, de afiliación.

Ese encuentro con el “otro “ adolescente se vuelve un esfuerzo desmesurado a realizar y forzará a que los padres tengan que realizar un trabajo psíquico de su conflictiva e incluso de sus identificaciones preparentales.

Debido a la reactivación y resignificación de sus propias adolescencias, además de que coincide con menopausia en la madre y envejecimiento de ambos es que podemos pensar en la dialéctica Adolescencia-Envejescencia.

¿Qué significa esta crisis narcisista en los padres?

La conmoción generada por la pubertad en una generación, pondrá en movimiento a menudo con el desconocimiento de los protagonistas, viejas cuestiones sepultadas, secretos familiares a veces de varias generaciones, desmentidos, olvidados y desplazadas a cuestiones actuales y proyectado en el hijo adolescente, no permitiéndoles verlo como sujeto y no pudiendo ser reconocido en su alteridad.

Vamos a reflexionar a través del caso de Pablo:

Unos padres consultan porque están desbordados por la adolescencia del hijo. Pablo, que tiene 14 años, es el mayor de tres hijos. Así dirán “Se nos ha ido de las manos”. Y nosotros al escucharlos pensamos cuál será ese miedo y cómo los involucra a ellos, como padres. ¿Qué lugar le habrán otorgado a Pablo en su fantasmática? Comentan que ha empezado a salir y se comporta de una manera que no reconocen. Se les volvió “un extraño” Fiestas, alcohol, tabaco, marihuana. “Miente”, “Tiene justificación para todo”. Nos ha hecho quedar mal en el colegio, problemas con los profesores. “Todo el tiempo, quiere llamar la atención”. No sabemos qué le ha pasado, él aprendió a leer a los cuatro años, tiene alta capacidad y ahora parece que no le interesa nada. Hasta hacía poco, él era demandante con ellos , ahora se aísla. “Me escribía notas”, “Mamá no te vayas”, dirá la madre con cierta nostalgia. Entonces no daba problemas, seguía siendo “ El nene de mamá.”

Ha tenido encontronazos con los profesores, “Es un manipulador”, como toda persona inteligente, apuntará la madre.

Están decepcionados. A lo largo de las entrevistas se repite la palabra “decepción”, que como veremos tendrá diferentes contenidos para cada uno de los padres. “No sabemos cómo ha salido así”, “Me ha decepcionado profundamente” dirá el padre. “No ha cogido ninguno de los valores que le hemos transmitido”, argumenta el padre, como si el tiempo de formación se hubiese terminado.

Como vemos por sus palabras hablan de él como un adulto, sólo tiene 14 años casi recién cumplidos y pareciera que ya es un adulto fracasado. “No tiene seguridad”, como si Pablo tuviera que seguir en el Yo- Ideal y continuar en ese lugar imaginario de proyección que el padre habría fantaseado con respecto a este hijo y ahora traslada al siguiente hijo. “Él todo lo hace bien”, cumpliendo a la perfección su demanda.

Para la madre, “Su niño”, ya no la reclama , salió de ese lugar falo-narcisista en el que estaba ubicado, para convertirse en un desconocido.

Nosotros al escucharlos pensamos en la dificultad de Pablo de tener apoyo y contención con estos padres tan “decepcionados” por los ideales que han proyectado en él y ahora deben retirar y hacer el duelo correspondiente a esa pérdida, que les resulta tan dolorosa. No sólo por la preocupación, sino por todo lo que está en juego de ese entramado, que también deben elaborar, transitando por los duelos correspondientes.

Veamos qué dice Pablo:

“Yo estoy mejor que el año pasado y doy más importancia a los estudios. En el colegio tiene problemas de comportamiento. “No soy de los que piensan que tiene que callarse” “No entiendo la manera de pensar de ellos, ni las normas, ni su forma de pensar”. En casa me ocurre igual, “Tengo una manera muy diferente de pensar a la de mis padres”.

Al hablar de su familia, dirá que le exigen mucho, “Están encima y me agobian”. A veces pienso como si mis padres nunca hubieran sido adolescentes. Digo yo que también habrán tenido mi edad, aunque me hablan como si no. Todo lo han hecho perfecto , yo lo hago a mi manera”.

Al pedirle un dibujo libre, dibuja un grafiti , escribiendo la palabra “Owner”, palabra que describe lo anteriormente expuesto por él. Adueñarse de sí mismo, buscar su propio camino y su deseo , pasar de “Qué quieren de mí a qué quiero yo “

Historias Familiares

Al indagar en las historias familiares resulta que, en sus adolescencias, no hubo ningún movimiento como el que ahora viven con su hijo, ni oposición, ni rebeldía , no recuerdan nada especial.

Vivieron situaciones muy traumáticas que han sido olvidadas y que pasaron como si tal cosa. La madre tuvo un padre alcohólico, con muchas dificultades familiares que acabó en un trágico desenlace. No lo recuerda como tan traumático, fue el año que sacó mejores notas.

El padre, recuerda que en su adolescencia su madre estuvo deprimida, él ahora también lo está, pero ahora él no lo recuerda como algo importante, pero sí al mencionarlo. “Yo procuraba no dar disgustos”.

Vemos cómo aquellas historias propias son proyectadas y esperaban que Pablo repita, “No dar problemas” y seguir comportándose como “de pequeño” o “como ellos” que pudieron vivir su adolescencia sólo parcialmente . “Esos sí eran problemas”. Recordemos su demanda : “Estamos desbordados” y “Muy decepcionados”.

Su hijo demanda adueñarse de sí. Ellos esperaban que su hijo se comportara a imagen y semejanza de ellos, no lo pueden acompañar en ese recorrido, no lo pueden ver en su alteridad, se debería comportar como ellos en su adolescencia . “ A él no le ha ocurrido nada”. Pero Pablo necesita adueñarse de “sí” y poder salirse de esa complicidad incestuosa gozosa que los envuelve, no permitiéndole construirse, y continuar su aventura de subjetivación.

Como vemos, esta conmoción convierte esta etapa en un período de grandes turbulencias tanto para los padres como para el adolescente.

Veamos cómo se produce la dinámica. La pubertad, con el rebrote pulsional reactualiza de nuevo el deseo y el conflicto edípico, con la gran diferencia de que en este momento se torna realizable. El modo de organización que estaba bajo el signo de la represión de la pulsión vuelve a ser reinvestido, tuvimos que desexualizar a nuestros padres y ahora se vuelven a sexualizar, terminando con un renunciamiento al goce incestuoso sexual infantil en ambas partes especulares, permitiendo que Edipo destrone a Narciso.

Freud, en la “Metamorfosis de la Pubertad” dice así:

…”Contemporáneo al doblegamiento y desestimación de fantasías claramente incestuosos se consuma uno de los logros más importantes, pero más dolorosos de este período: el desasimiento de la autoridad de los progenitores, el único que crea oposición, tan importante para el progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua”.

Dos tiempos de nuestra constitución psíquica se reeditarán en la adolescencia, Narciso y Edipo tanto en el adolescente como en los padres.

Es en ese encuentro de los tres narcisismos, que, si está insuficientemente elaborado, se reabren heridas que no permiten continuar, y producen mucho dolor y sufrimiento, a veces irrepresentable. Su resignificación deberá permitir profundas reorganizaciones, retranscripciones, reescrituras que el adolescente realizará a partir también de nuevas experiencias de la realidad y que involucran tanto lo intra- psíquico como lo intersubjetivo en un importante trabajo de simbolización.

En lo familiar cada uno deberá atravesar duelos en las dimensiones narcisística y edípica.

En el intento de separarse o diferenciarse del deseo del “Otro” familiar, en la búsqueda del propio deseo donde antes se ubicaban los imperativos parentales, podemos entender que el pasaje de “dejar de ser, sin ser aún”, como señala Marucco, produce un intenso desasosiego y dolor en ambas partes especulares. En ese punto la actitud de cercanía o distancia en los padres cobra un sentido especial.

Así como los padres fueron necesarios para la conformación de la conflictiva edípica, ahora son necesarios para que el hijo pueda acceder a la elección de objetos sexuales no incestuosos y cumplir con las tareas propias de este momento de su estructuración psíquica.

Ahora bien, esta nueva situación supone un gran dolor para los padres porque deberán de renunciar a la posesión del hijo, cuestión que involucra aspectos muy angustiosos porque interpela el lugar otorgado a ese hijo en su economía psíquica y les recuerda que el hijo no les pertenece.

Decía una madre a su hija, con gran dolor : ¿Por qué te has cortado el pelo así, si sabes que no me gusta? Vemos de qué forma se expresa en lo cotidiano esa sensación de que el cuerpo infantil pertenece a la madre. Ella decidía, ahora no puede entender cómo esa hija decide por ella misma mostrándole que es dueña de su cuerpo. Para esta madre, su hija debe seguir siendo la hija a la que se posee y por tanto se dirige, no a la que se acompaña.

Vemos entonces que lo puberal y la adolescencia del hijo plantea a los padres una exigencia de trabajo para poder otorgar representatividad a esta nueva situación, que se complica debido a la reactivación de sus adolescencias, coincidente con el envejecimiento.

Hablamos de Adolescencia- Envejescencia, que sería como hablar del encuentro de tres narcisismos : Padre- Madre- Hijo/hija.

Tanto a nivel de la conflictiva adolescente, como de la crisis parental, vemos que la incapacidad de ellos para elaborar su problemática frena y determina el proceso de subjetivación adolescente.

El objeto de apuntalamiento parental es una necesidad en este momento de la vida. Un objeto al que se pueda agredir y no dé muestras de haber sido destruido. En tal sentido toda autonomía precozmente acordada, es un acto de violencia ejercido sobre la vida psíquica del adolescente ya que le niega la posibilidad de un marco protético en este momento de máxima vulnerabilidad narcisista que requiere ser resignificada.

Los padres siguen siendo figuras de investimiento y soporte narcisista . El adolescente necesita a las figuras parentales, que son figuras del presente y del pasado, cuestión que conviene no olvidar en el trabajo terapéutico con ellos, padres e hijos. ¿Qué queremos decir? El mejor exponente será un texto de una adolescente de 13 años , que se titula, “Nunca Jamás “, dice así:

“Si alguna vez tuviera que irme de casa, cosa que no creo, no dudaría en irme a un sitio donde nadie me dijese lo que tengo que hacer, que no hubiese modas ridículas, y que no hubiese un modelo de persona a seguir. Que nadie te dijese cómo ser y menos aún qué tienes que crecer. Crecer es duro; y para ser vaga es una mierda. Pero a lo mejor no es que no he crecido, es que no lo quiero hacer, pero lo debo hacer en una cierta forma”.

“Nunca me escaparé de casa, pero cada noche, abandono mi casa para irme a un sitio donde siempre seré pequeña y donde nadie me diga cómo debo ser y que nada necesite explicación. Que las cosas sean así y punto. Pero… sólo duermo 9 nueve horas. Nueve horas me tendrán que bastar para vivir de esa forma, porque el resto del tiempo tengo que vivir siendo Estefanía, que tiene que vivir una vida humana y tendrá que aprender y enseñar cosas. Pero si algún día me dieran a elegir un deseo, desearía irme a ese país”.

Estefanía nos muestra en este texto, la difícil tarea de crecer, de tener que afrontar cambios para los que no se halla preparada, aunque tiene el deseo de apropiarse. “Que nadie le diga cómo tiene que hacer” “Un modelo propio” “No tener que ser como…se espera que sea. Poder salir de Qué quieren de mí a qué quiero yo . Pasaje del yo-ideal al ideal del yo.

Como nos muestra el texto, el adolescente tendrá que abordar de nuevo la separación-individuación, con la transformación de los lazos infantiles. ¿Qué significa transformar los lazos infantiles? Deberá abandonar parte de sus identificaciones ligadas a deseos infantiles y a la vez renunciar a la idealización de la que sido objeto.

Se enfrentará, como todo adolescente a dos tareas, por una parte, ha de alejarse del mundo de los padres y al mismo tiempo, tiene que interiorizar sólidamente rasgos de ellos y luchar con los fantasmas infantiles.

¿Significa esto que no necesita a sus padres? ¿Cómo involucrará a los padres este trabajo psíquico del hijo?

A continuación, comentaré algunos aspectos de la historia de los padres que nos permitan reflexionar sobre este encuentro de los tres narcisismos.

Los padres de Estefanía se conocieron siendo ellos muy jóvenes, adolescentes. Actualmente están separados, desde que tenía Estefanía seis años.  El motivo de consulta: dice la madre :“Acompañarla en su proceso adolescente”, tiene “Actitud de ir en contra y le gusta mucho llamar la atención. Se inventa cosas, miente a los amigos. “Hace cosas trapicheando con el padre.” Al relatar la historia de Estefanía , que es hija única, la madre, se siente culpable porque “Igual no la atendí lo suficiente” aunque “Ha sido el objetivo de mi vida”.

Acude en este momento a la consulta porque “Igual se está haciendo grande “. En la prehistoria de Estefanía destaca la idea de que en la pareja “Ella lo era todo para el otro”, cuestión que parece repetirse en la relación que establece con Estefanía. Querer a un hijo no es lo mismo que poder investirlo como “otro”, no como una prolongación falo-narcisista.

En su historia personal vemos que es la mayor de varios hermanos y que hacía de “madre suplente”, mi madre era muy de reproches y me ponía muchas responsabilidades, tenía como una realidad de adulto.

El padre, un hombre con una personalidad “rara”, vive solo, fuera y casi no se relaciona con la familia. La comunicación con él es difícil, padece trastornos de tipo maníaco-depresivo. Una vez debido a un enfado con la madre desaparece durante un año y Estefanía siempre tiene miedo a que vuelva a ocurrir.

Durante el tratamiento, el padre no accedió a venir, sin embargo, era quien la traía a tratamiento, cuestión que fue muy relevante para ella, al colocarse en otro lugar que de cómplice de los “trapicheos”, en alianza simétrica.

Vemos que esta madre repite con su hija algo de su historia personal, no otorgándole a Estefanía un lugar de sujeto. Al preguntarle por la elección de objeto “Serlo todo” para el padre de Estefanía , ahora serlo todo para su hija y que su hija sea todo para ella. La adolescencia de la hija ,“Se está haciendo grande” la sitúa en una crisis, que le trae su propia adolescencia, en relación con lo no elaborado de la relación con sus padres La intervención de los padres de Estefanía es insuficiente, para acompañarla y ser las figuras que necesita en este momento para poder salir del País de “Nunca Jamás”

Si necesitamos padres para transitar por el complejo de Edipo, también en este momento de la vida los necesitamos para desexualizarlos y salir a la exogamia.

La adolescencia del hijo activará los movimientos que han tenido respecto de sus padres, debido a la turbulencia pulsional que vuelve a resexualizar los vínculos edípicos, que al sobredeterminar el del hijo, la no elaboración tiene consecuencias de gran relieve, pudiendo conllevar, como señala Kancyper , borramientos de la diferencia generacional, desafíos tanáticos y resurgimiento de seducciones parentales.

Lo puberal y lo adolescente de los hijos, como hemos descrito en el caso de Pablo y Estefanía despierta huellas de la vida de los padres y a la vez reaviva la huella de sus adolescencias y cómo resolvieron las investiduras con sus propias figuras parentales.

Como señala Rassial debido al cambio de lugar que exige, los padres pierden las referencias de su propio yo, que los ha acompañado desde sus adolescencias. Ese lugar protegido constituido al precio de compromisos y represiones secundarias se ve amenazado en su unidad y principios de funcionamiento.

Se impone un cambio de guion y además las funciones parentales se van a ver conmocionadas. Ser padre de un adolescente no es lo mismo que ser padre de un niño. El adolescente ahora no sólo necesita “ser mirado”, sino “escuchado”. Pablo lo reclama a través de un grafiti, OWNER.

Estefanía nos dice en su relato que no se siente con fuerzas para salir de ese lugar gozoso que tanto conoce y que ahora se muestra insuficiente, tendrá que transitar por los duelos que suponen la pérdida del país de “Nunca Jamás”, de la omnipotencia de ser todo para el otro, de perder lo que nunca se tuvo, para aceptar la castración, la finitud, poder acceder al mundo externo y a la elección de objetos exogámicos.

Vemos la necesidad que tienen los padres de un trabajo de reconstitución de ese yo, apoyándose en este momento en identificaciones que llamaremos pre- parentales , como hemos comentado y son remitidos a su adolescencia. Ahora pueden reencontrar aquellos deseos que antaño reprimieron y ahora escuchan procedente de otro , que es ajeno y propio a la vez. Sin embargo, se resisten y necesitan ser escuchados en su dificultad para ejercer sus funciones, porque están movilizados en sus propias conflictivas, que los hace sufrir y no relacionarse con su hijo, desde el lugar que le corresponde. Por otro lado, interrogados acerca de la función paterna y materna no pueden dejar de verse confrontados a la relación con sus propios padres.

¿Y en el plano de la relación de pareja?

Como dicen Marcelli y Braconier: ”La adolescencia del hijo refleja como en un espejo la crisis parental.“

En el plano de la relación será el reencuentro, liberados del cuidado infantil de los hijos. Una pareja unida por una libido genital buena, no se verá cuestionada de la misma manera que unos padres frustrados que tenderán a colocar al hijo según la estrategia requerida por sus conflictos de pareja.

Vemos en el caso de Pablo, cómo sus padres quedan conmovidos en sus propios procesos psíquicos que les impiden realizar las funciones de soporte narcisistas y de figuras de investimiento libidinal , necesarias para la resignificación narcisista y edípica en este momento de la vida del adolescente. La entrada de Pablo, como un “otro “ extraño, que rechazan, él era un niño-perfecto. “No había nada que decirle” frente a la pregunta de ¿Dónde está mi hijo?, se contestarán, “Se convirtió en lo contrario”. De ser lo que era, a vago y macarra. El padre lo siente como un fracaso personal más ya que en este momento flaquea su posición profesional. ¿Cuál es el lugar de Pablo? Su madre frente a sus comportamientos, lo descalifica ¿Pueden sus padres en este momento ejercer sus funciones de soporte narcisista y de investimiento que necesita para continuar la aventura de la subjetivación?

La demanda a nuestra consulta se realiza cuando la dinámica familiar no ha podido resistir la aparición de este personaje adolescente que se constituye en “extraño”, instalándose la patologización del proceso que afecta a ambas partes: hijos y padres.

En este diálogo difícil entre el adolescente y sus padres, y en el que cada uno a su manera se siente desbordado, acuden a un tercero. Pero este no podrá más que ayudar a cada uno a descubrir sus determinaciones, no evitará un conflicto necesario y fundador, como apunta Rassial.

Pablo pide desesperadamente que alguien le ayude a salir del lugar de atrapamiento, de goce en el que se encuentra y sentirse Owner de sí mismo, para poder constituir su subjetividad.

Sus padres atrapados en su “Decepción” que da cuenta de sus fallos en la elaboración narcisística y edípica.

Estefanía, con su miedo a salir de esos lugares de “protección” ”País de Nunca Jamás”, permaneciendo en funcionamiento dual que anulan su posibilidad de Subjetivación. Poder salir a la exogamia, salir de ese lugar de prolongación narcisista y poder.

Hijos y Padres, movidos por el deseo inconsciente de seguir en un posición gozosa en la que participan, en una repetición mortífera que no les permite diferenciarse, ni continuar.

Podemos decir que cuando la omnipotencia del Narcisismo cae a favor de la incompletitud, el hijo podrá continuar con su vida, sin las interferencias parentales que sostienen el síntoma y los padres salir de ese monto de sufrimiento excesivo.

¿Y nosotros cómo podemos intervenir ?

Será a través de la “Doble Escucha“ y la “Construcción de Enlaces”, como nos proponen Caellas, Kahane y Sánchez como estos padres se podrán retirar de la repetición narcisista que ha hecho síntoma en Pablo, pudiendo el padre salir de su condición de “decepcionado”, sufridor pasivo que no interviene y dejar el lugar de hijo a Pablo , sacándolo del lugar de falo materno para poder sentirse Owner, salir al exterior y seguir así constituyendo su subjetividad, construyendo su propio relato.

Y a Estefanía y su madre salir de la dualidad, para poder incluir al tercero que permita ese re-conocimiento desde el lugar de la alteridad, para poder acceder a ser un Sujeto con deseos propios y realizar las tareas propias de este momento vital.

Diríamos que podemos ayudar a que el dolor derivado de los fallos elaborativos puedan ser representados en la dinámica interna de estas familias, dando lugar a la posibilidad que cada uno pueda reconocer-se y re-conocer al otro, otorgando representatividad, en las tareas de ambos, hijos y padres.

Volviendo al poema del principio, para los padres sería poder poner palabras a ese dolor “extra” y a ese miedo a perder algo “tan amado”, pensando que ya no los necesita, despojándolo de ese lugar de proyección que han otorgado a ese hijo/a, debido a sus conflictivas, para continuar con un reconocimiento de su alteridad y pudiendo acompañarlo en la conquista de su subjetividad.

Bibliografía

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Marucco Norberto. Cura Psicoanalítica y Transferencia . Amorrortu Rassial : El pasaje Adolescente “De la familia al vínculo social” Recalcati. Massimo. “El complejo de Telémaco”. Anagrama.

Tubert Silvia:” La muerte y lo imaginario en la Adolescencia” Madrid. Saltes

Sobre la autora:

*Luisa Marugán Sáenz

Licenciada en Psicología. Especialista en Clínica Psicoanalista con formación acreditada por A.P.M Psicoterapeuta acreditada por F.E.A.P

Miembro Fundador y Miembro honorífico de A.E.P.C.N.A Docente colaboradora en el Máster de Psicoterapia de U.C.M

Docente de A.E.P.C.N.A. En el curso de Posgrado y en el máster U.E.M.C Trabajo en consulta privada con niños, adolescentes, adultos y padres.

Revista nº 24
Artículo 4
Fecha de publicación DICIEMBRE 2024


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