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Una habitación impropia

Una habitación impropia

  • por

Adriana Szlifman*

Pedro relata en una sesión que, al fallecer su padre, y llamar a sus conocidos para anoticiar sobre su muerte tuvo un instante de duda: No sabía cómo presentarme.

¿Qué digo? ¿Soy el hijo o era el hijo de José?

Massimo Recalcati afirma en el texto El secreto del hijo, que la condición de hijo coincide con la de ser humano. Dice que “en la vida cabe la posibilidad de que no lleguemos a ser padres o madres, esposos o esposas, incluso podemos carecer de hermanas o hermanos, pero ningún ser que viva en el lenguaje, ningún ser humano, puede no ser hijo.”

Reflexionar acerca de la Parentalidad supone detenerse en sus dos términos, padres e hijos, en una relación asimétrica como característica definitoria. La afirmación del autor anteriormente citado me lleva a centrarme en cómo la yuxtaposición de elementos, ser humano-hijo, estando tan imbricada insiste, coexiste, entrampa, se impone, sobrevuela, se abandona, se rechaza, se disfruta, se goza, actuando como impedimento o como posibilitador del acceso a la paternidad.

A través de tres ejemplos, dos de ellos literarios, – una novela y una autobiografía en la que se vuelve a la casa materna-, y una viñeta clínica pretendo plasmar tres situaciones: la suspensión imaginaria de la condición de hijo como necesaria para acceder a la exogamia, la coagulación de la relación infantil, o la transformación en un encuentro transicional, en que ambos términos recrean a ser lo que fueron con gozo y alegría, quedando nuevamente transformados ambos.

I Leonard. El inocente. Ian McEwan

Leonard es un joven inocente y virginal inglés que llega a Berlín en los años 1955 a trabajar en un proyecto de inteligencia. Allí conoce a su primer amor. Una mujer mayor que él, en una situación de separación conflictiva, siendo Otto un personaje importante en donde se juega la rivalidad y las fantasías parricidas. En Navidad decide volver a su casa, se siente diferente y transformado. Al llegar a la casa familiar relata con entusiasmo todas sus vivencias. La sensación del joven se va transformando, desapareciendo el sentimiento de potencia inicial. Leonard dice recibir solamente “preguntas superficiales”, hablando además de esa “chica con la que sales”, sin nombrarla. Se va apoderando una desazón producto de “que nada de lo que contaba despertaba curiosidad en ellos, Berlín empieza a perder fuerza.”

“Ahora la antigua vida familiar lo absorbía. De repente volvía a ser un hijo, no un amante. Era un niño. Este era su cuarto otra vez, y su madre se preocupaba por el estado de los calcetines. El segundo día de su estancia, se despertó temprano de una pesadilla en la que su vida en Berlín había parecido algo lejano en el pasado”.

Es en la intimidad de su dormitorio donde puede restablecer la mirada acerca de sí, diferenciándose de la de sus padres. A través de la escritura y la fantasía reaparece el estado de potencia, plasmado en la tinta azul.

“Debajo de una fotografía enmarcada del sexto curso del instituto de Tottenham 1948, Leonard se sentaba en el borde de la cama y le escribía a María con aquel bolígrafo. Corría divinamente, como si estuviera apretando sobre la hoja un rollo de tela azul intenso en miniatura…”

Lugar y tiempo de incertidumbres e interrogantes, tanto en la representación de sí mismo y del entorno. Momentos de diferenciación y confusión, que conducen al abandono del objeto parental, tanto como objeto y como modelo, que permita el afloramiento de una nueva trama identificatoria.

“Al cuarto día estaba ya más tranquilo. Podía contemplar las cualidades de María y esperar a verla dentro de pocas semanas. Había renunciado a tratar de hacer comprender a sus padres cómo había cambiado su vida aquella mujer.”

Recorre las calles de su pueblo y la mirada hacia el mundo adulto se torna crítica y desvalorizadora, hace ver como plantea Kancyper que el fin de la ingenuidad, la adolescencia, supone mirar a los adultos mostrándoles ciertos absurdos de sus conductas.

“Y Tottenham, y todo Londres, estaba sumido en un letargo dominical. La gente chapoteaba en la vulgaridad. En su calle las hileras paralelas de casas victorianas, idénticas y sin separación entre sí, eran la negación de todo cambio. Nada importante podía ocurrir nunca aquí. Lo que interesaba a sus vecinos era la perspectiva de alquilar o comprar un televisor”. Sus padres estaban ahorrando para comprar un televisor…

II. Juan

Juan acude a terapia, porque siente que no se valora lo suficiente. Esto se manifiesta en el rubor de su cara cuando tiene que expresar sus opiniones en público, y con la constante sensación de que es observado y criticado, afirmando que “antes de hablar se me nota lo inseguro que soy”. Las pocas opiniones que manifiesta son destruidas con una crítica feroz.

Juan construye un piso para vivir arriba de la casa materna con su familia. La mirada de su madre está siempre presente en él, se le ha transmitido que es muy importante lo que piensan de uno, repitiéndole constantemente “lo importante es lo que se ve. No hay que ser, sino aparentar”. Su madre suele corregirlo, y le dice si se tiene que afeitar o cortar el pelo.

Las sesiones transcurren online, donde en muchas ocasiones detrás de su discurso se escuchan los gritos de sus tres hijos pequeños, algunas veces solos. Juan no escucha el ruido, ajeno a la situación, que aparece como telón de fondo sin ser oída. Es molesta para mí, pero no para él.

Al preguntar por lo que sucede, la descripción que realiza no lo compromete, no siendo para él un conflicto que le atañe como padre.

En una sesión relata un desborde que ocurre en el fin de semana. Juan venía planteando la preocupación por la falta de tiempo para poder organizar y compatibilizar el tiempo de trabajo y familia. La pareja había decidido que los niños pequeños tuvieran una habitación para el juego, los niños intentan jugar solos, y terminan desbordados. Las diferencias entre la mamá y el papá devienen que la primera mira con mucha angustia el desorden producido y el segundo cierra la puerta, “ojos que no ven…”. Cada tanto el cuarto se desborda de juguetes, así que decidieron habilitar el trastero para poder poner lo que allí sobraba: Decenas de Barbies, peluches y un sinfín de objetos. Ese fin de semana se propusieron abrir el trastero para deshacerse de muchos de ellos, y de repente toda la casa se invadió de los juguetes, impotente ante esa visión todos volvieron nuevamente a su sitio. Cerraron el desván.

Un cuarto infantil acéfalo. Curiosamente Juan nunca habló de su cuarto de infancia, pero sí de la mamá escuchando detrás de la puerta de su habitación. Aún hoy cuando estamos en sesión manifiesta la preocupación de que su madre esté por ahí.

III Theodor Kallifatides. Madres e hijos

Kallifatides nació en Grecia, pero migró muy joven a Suecia. El escritor decide ir al encuentro de su madre. “Los dos hemos envejecido y ha llegado el momento de hacer lo que siempre quise, escribir sobre ella”. Ambos son mayores y ambos padres.

Hay en el relato humor, afecto y nostalgia, sabiendo que este texto es un homenaje a la vez que una despedida. Reflexiona acerca de las preguntas que desearía hacerle a su madre, pero le es dificultoso cómo establecer este contacto, no ya como escritor y entrevistado, y concluye que “El hijo que hay en mi quiere estar con ella como antes, sin ningún propósito. Que nos sentemos en el balcón, que oiga yo sus quejas sobre el Gobierno o sobre la carestía de la vida y que ella me lea la taza.”

Al llegar, y encontrarse con ella, mira su cara, sus gestos, sus lágrimas y sabe cuál pregunta tiene que formularle, “¿Que huele tan rico mamá?” Y a ella se le ilumina su cara…

Desde el comienzo del encuentro todas las descripciones que el escritor realiza ponen el acento en el intenso vínculo entre ellos. Dice que sus juegos no eran osados, ya que temía morir antes que ella, no había que correr riesgos. Mantienen un acuerdo tácito de no hablar de aquello que no entienden, por ejemplo, nada menos de por qué de ser un niño que no se separaba de la falda de mamá, se fue a vivir tan lejos.

Se observa mucho placer cuando recuerdan- en realidad el escritor dice tomar prestado un recuerdo que no es suyo-, alrededor del juego del cabrito. “Es uno de sus recuerdos preferidos que desgraciadamente, no es mío. Le gusta mucho imitarme y contarme que de pequeño me negaba a comer cabrito echando mano de ese argumento, que la carne tenía barba”.

A lo largo de su estancia, da muestras de lo que significa la vuelta al hogar materno, la sensación de que allí no tiene que hacer nada, si no mamá se enfada. Al dormir vuelve a ese cuartito medio oscuro, al que regresa un par de veces por año, “no es que de nuevo me encuentro a mí mismo, es que encuentro de nuevo mi casa.”

En este hay una mesita en la que ha estudiado, necesita volver a verla, se asombra de lo pequeña que es.

Para finalizar… Tres habitaciones.

Leonard vuelve a ella, sus pertenencias y recuerdos infantiles se ensamblan con sus fantasías adolescentes.

Renunciar a ese niño y padres idealizados de la infancia no se hace sin sufrimiento.

Juan aún no construyó su habitación, por ahora es Impropia. Solo existe una mirada intrusiva, está sin habitar. Difícil ser padre, el cuarto está acéfalo, ya no entran juguetes, pero tampoco salen.

Theodor, entra y sale de la habitación, se retorna a un juego infantil entre él y la madre. Al finalizar el encuentro ya no son los mismos.

Su madre le dice: “Al final me he acordado de en qué día nací. Fue un sábado por la tarde noche.

T:-¿Cómo lo has hecho? Suspiró.

M:-Nadie me lo había preguntado antes“.

Bibliografía

Freud, S. (1908) La novela familiar del neurótico. Obras Completas. Buenos Aires. Ed. Amorrortu

Kallifatides, T. (2020) Madres e hijos. Barcelona. Ed. Galaxia Gutenberg,

Kancyper, L. (2007) Adolescencia. El fin de la ingenuidad. Buenos Aires. Ed. Lumen McEwan, I. (1995) El inocente. Barcelona. Ed. Anagrama.

Recalcati, M. (2020) El secreto del hijo. .Barcelona. Ed. Anagrama

Sobre la autora:

*Adriana Szlifman. Psicóloga Clínica. Docente de AECPNA. Psicoterapeuta acreditada por FEAP. Miembro de FEPP.

Revista nº 24
Artículo 11
Fecha de publicación DICIEMBRE 2024


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