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TODO NECESITA SU TIEMPO

TODO NECESITA SU TIEMPO

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Infancia confinada y psicoanálisis

Durante estos dos meses de confinamiento, hemos tenido tiempo para reflexionar y confrontarnos con nosotros mismos. Hemos ido viendo que no hay recetas mágicas para solucionar ningún problema, que todo necesita su tiempo. Tiempo para elaborar y buscar soluciones. No valen los libros de autoayuda, tenemos que trabajar nuestras dificultades y una puesta que común para poder llegar a soluciones factibles para la mayoría. Cosa que estamos viendo en la sociedad, que este sentimiento de cooperación no se sostiene. Cada cual busca su interés particular.

Estamos a merced de partidismos. Si no tenemos una conciencia clara de que hay momentos en los cuales lo primero es apagar y luego plantearse soluciones, difícilmente podremos llegar a una meta aceptable. Hay que hacer un verdadero esfuerzo para no caer en la demagogia y en las rencillas.

Parece mentira que en estos momentos en los que hemos visto tan evidente la vulnerabilidad de ser humano, ciertos sectores de la sociedad, no hayan podido trabajar en equipo. Se prima en la búsqueda del culpable, más que en la búsqueda de resultados para superar esta pandemia.

Esto me lleva a pensar, que las desgracias no cambian al ser humano, si no tiene una conciencia de qué es aquello que tiene que modificar en su vida. En contra sigue habiendo personas que se aprovechan de estos momentos de sufrimiento, la ética no cuenta, la culpa la tiene el otro.

Han sido momentos en los que se nos ha privado de la expresión de nuestros afectos. Con el abrazo a nuestros seres queridos, en la despedida de muchos que han sufrido la parte más dura de la enfermedad. Se ha estado cuestionando qué haríamos cuando pudiéramos empezar a reunirnos. Se ha oído de todo, todo tipo de recetas para poder solucionar la manifestación de nuestros lazos afectivos. Pero lo que es indudable, que más allá de toda precaución sanitaria que es importante tener en cuenta, está el día de la fase 1, en los que los abrazos están ahí, no importa el miedo, hay algo más fuerte que nos hace olvidarnos del temor al COVID, hace que nos comportemos como los seres humanos necesitados de afecto.

Han sido unos momentos en los que la mirada hacia los niños ha quedado postergada a un segundo plano. En lo que ha podido parecer que esta situación daba lugar a un encuentro familiar. Padres que en muchos casos les era difícil conciliar la vida laboral con la familiar. Creo que poco se ha hablado de todas las repercusiones que esto ha ocasionado a la población infantil. Pérdida de un espacio tan importante como es el colegio, donde se da el lugar de encuentro con sus iguales. Saturación por parte de los padres, tienen que alternar su trabajo con sus hijos, todos en un mismo recinto. ¿Dónde queda la individualidad de cada miembro de la familia? Importantes regresiones, que en ese proceso de separación muchos adolescentes estaban empezando hacer. Miedo a la pérdida de algún miembro de la familia, sin posibilidad de acompañamiento. ¿Cómo ha quedado interiorizado, sobretodo en la población infantil?

Pensar en los adolescentes, en el reto que supone la mascarilla y otras limitaciones en esta pandemia para ellos. Así como en otras culturas está la práctica de rituales para ese pasaje a la adolescencia, el adolescente occidental crea diversos rituales, tendientes a “exorcizar”. Me quedo ahí, para poder desarrollar en otro momento, el tema de la adolescencia con los momentos en que estamos viviendo.

¿Qué cosa hay más difícil para un sujeto que darse cuenta de que sus semejantes son verdaderamente semejantes, es decir, que ninguno de ellos posee aquello de lo cual él se cree desprovisto?

Pienso que como terapeutas es momento de empezar a pensar como reencontrarnos con nuestros pacientes, más allá del planteamiento higiénico sanitario. ¿Cómo debemos abordar toda esta situación tan dramática? Que algunos hayan podido vivir en lo real y otros en la fantasía que nos pueda invadir. Pensar, en aquellos pacientes que acudan por primera vez a nuestra consulta.

No es un momento de culpas y crispaciones, como por desgracias estamos viendo en una gran mayoría de la sociedad. Es un momento de empezar a pensar como vamos a poder vivir con tanta evidencia de falta, no solo nuestros pacientes, sino nosotros como terapeutas. Como terapeuta día a día en la atención a los pacientes, es como que necesito rearmarme para no sucumbir.

Creo que esto no ha pasado, simplemente nos ha dado una tregua, de la que tendríamos que aprovechar para poder pensar y sentir que de momento la vida nos ha dado la oportunidad de estar vivos. Nosotros como psicoterapeutas, tenemos una responsabilidad de ayudar en este proceso, a la par de la conflictiva que cada paciente nos traiga a la consulta.

Me quedo con una frase de Freud para elaborar todo esto: “Si quieres la vida, prepárate para la muerte”.

El Equipo del Centro Hans quiere invitar a los colegas de nuestra Asociación que nos escriban para poder pensar juntos. Podéis enviar vuestros comentarios dirigidos al Centro Hans a la dirección de la Asociación: info@escuelapsicoanalitica.com

Celia Bartolomé Sacritán 
Psicóloga Clínica. Psicoterapeuta del Centro Hans de AECPNA


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