Estela V. Welldon*
El reconocimiento del ciclo de abuso en mujeres jóvenes cuando se transforman en madres, se hace aún más dolorosamente evidente cuando se solicitan informes para la los tribunales como evidencia de la toma de decisiones de vida con respecto al futuro de la familia, especialmente de una madre y su bebé.
En mi larga carrera profesional y a pesar de mis propios escritos referentes a los hallazgos clínicos sobre la maternidad pervertida (Welldon 1988), fui lo suficientemente hábil como para evitar escribir informes para los tribunales o para aparecer en los tribunales como testigo experto.
Esta fácil situación terminó hace algunos años cuando daba una conferencia sobre abusadores femeninos y fui encarada por un colega con respecto a mi cobardía por el rechazo a prestar el peso de mi experiencia clínica para la determinación de las capacidades parentales.
En ese momento, me sentí forzada a “crecer” (madurar) antes de jubilarme, así que acordé, con renuencia, a ser más cooperativa y activa en la preparación de informes para los tribunales y en presentar evidencias. Pero es un proceso increíblemente doloroso y extremadamente difícil teniendo en cuenta la complejidad de las decisiones concernientes al futuro de padres y bebés.
Yo misma me he sentido totalmente sumergida en un mundo interno de agonías y abrumada por un enorme sentido de responsabilidad, al enfrentarme con una madre que realmente ama a su bebé y cree que ella es quién debe ocuparse, pero que al mismo tiempo sabe que es incapaz de hacerlo.
En una ocasión particular me sentí tan atrapada emocionalmente en esa situación particular, que decidí ir a una exposición de arte del escultor Giacometti en lla Academia Real de Artes en Londres en un intento de escapar esos dolorosos deberes profesionales y de liberarme de mis propias agonías emocionales, que impregnaban masivamente mi vida personal. El informe para los tribunales que estaba preparando en es momento, era sobre una madre que estaba profundamente unida a su hijo, pero debido a las circunstancias difíciles que rodeaban el nacimiento de su bebé, la adopción sería la recomendación más probable.
La escultura que inmediatamente me atrajo está enmarcada en una silla rígida que puede simbolizar que ella tiene que ser sostenida o ser contenida por su propia seguridad o la de otros porque su niño le ha sido arrancado. Esta pieza se titula: “Manos sosteniendo el vacío” (el objeto invisible). Me preguntaba por qué razón, cuando tantas esculturas estaban en exhibición en la exposición, mis ojos, corazón y sentidos me llevaron a esta pieza particular que era tan relevante a mi trabajo de entonces. Me di cuenta de la imposibilidad de escaparse de la experiencia de romper el más profundo de los vínculos –el de la madre y su bebé. Estaba demasiado implicada emocionalmente con esto como para permitirme un respiro. Y es ésta la naturaleza de este tipo de trabajo. Te tiene permanentemente atrapado.
Intentaré demostrar con un ejemplo clínico, lo invasivo del ciclo de abuso a través del cuerpo maternal y a través de las generaciones, en la producción de una maternidad inadecuada e inapropiada.
En la evaluación de las capacidades maternales, al poner tanta atención, supervisión y cuidado, se ejerce mucha presión sobre la madre y su bebé “satélite”. La respuesta usual, es que afloren “los mejores rasgos maternales”. El bebé representa la parte buena puesta tanto en el interior como en el exterior del cuerpo de la madre; cuando desaparecen todas las presiones y se deja a la madre con sus propios dispositivos y sin ayuda profesional, el incentivo para demostrar “los mejores rasgos maternales” se esfuma. En cuanto la presión termina, se reinstala el ciclo de abuso; una vieja y familiar sensación de abandono trae nuevamente el insoportable dolor.
El conocimiento de su previa incapacidad emocional para criar bebés no actúa como un impedimento para futuros embarazos. Lo cierto es lo opuesto; hay momentos en los que la búsqueda de un nuevo embarazo se transforma en una necesidad compulsiva.
Esta repetición se convierte, no sólo en sus mentes sino también en sus cuerpos, en un triunfo sobre la temporalidad de las gestaciones previas, un deseo omnipotente de superar, o en realidad de negar, la pérdida de un niño previo con un nuevo embarazo.
El duelo es olvidado en forma intermitente y ocurre una completa y múltiple identificación: i.e. la madre se transforma no sólo en el bebé perdido y en el nuevo bebé, sino también en el cuerpo maternal que simultáneamente provee una realidad ilusoria y concreta de ser capaz de producir nuevos embarazos. La idea de por siempre madre permanece viva.
En 1923 Freud habló de la repetición como subyacente a la primera gran ansiedad – el estado del nacimiento y la ansiedad infantil de extrañar – la ansiedad debida a la separación de la madre protectora. Bronfen (1992) argumenta que “mientras que el principio de realidad daña al narcisismo, es también a través de la repetición que el narcisismo se afirma, intenta contrarrestar la incisión de lo real substituyéndola con imágenes, con narrativa, con objetos” (p31). Esto llega a ser especialmente conmovedor cuando está asociado a repetidos embarazos en mujeres con autoestima muy baja. Bronfen al utilizar el episodio “fort-da” de Freud da un poderoso argumento al mostrar que el cuerpo maternal se transforma en el sitio de la muerte debido a que está conectado de manera tan única al estadio previo a la vida. De acuerdo a ella, cualquier intento de dominar al cuerpo maternal está marcado por el impulso de muerte, el comienzo de la vida y la esencia de la pérdida y la división. Este enfoque teórico podría en parte ayudar a entender los hallazgos clínicos de los ataques repetidos y constantes que las mujeres infligen a sus propios cuerpos y a propios sus bebés (Welldon 1988). Los bebés podrían verse como fetiches que la madre usa como una negación de la separación y la muerte, de ahí que la repetición de embarazos pueda verse como un intento de preservar el objeto perdido, pero esta meta está condenada a fracasar puesto que el objeto perdido es su propia madre interna y están en juego más sufrimientos internos y externos.
Green (1972 p151) conecta el principio y el placer de realidad en la construcción de la madre muerta, donde el sujeto es remitido a la compulsión de la repetición permaneciendo totalmente inconsciente de la identificación con la madre muerta, retornando al trauma pero por la repetición de lo pasado, trae más desilusiones. El habla de la identificación con la madre muerta como el único medio de establecer una reunión con la madre, pero nota que en vez de una repetición real se crea una pantomima que se transforma en una reparación melancólica.
Ethel Pierson ha acuñado ambos términos como “el cuerpo silenciado” (significando la falta de deseo sexual) y “el cuerpo como enemigo” (significando los síntomas hipocondríacos) en un rico y abarcador estudio de los golpes y las fantasías fado-masoquistas en las mujeres.
Creo que un término adecuado para los predicamentos específicos de mis pacientes femeninas en relación a sus cuerpos y a sus bebés podría ser “el cuerpo como torturador”. Esto señalizaría las urgencias compulsivas que estas mujeres experimentan hacia sus cuerpos haciéndolos funcionar inconscientemente como una herramienta de tortura efectiva al transformarse en victimizadoras de si misma y sus bebés. También hay diferentes grados de disociación presentes, el más severo correspondiendo por sustitución al síndrome de Munchaussen. En otros momentos, también la pareja es designada inconscientemente como el torturador.
Me pidieron que evaluara las habilidades maternales de la señorita B. a causa del incipiente nacimiento de su cuarto hijo. La señorita B. fue evaluada previamente puesto que los Servicios Sociales se habían llevado a sus tres hijos mayores a una edad temprana debido a violencia doméstica. Este nuevo bebé era el producto de una relación con un chico de 14 años cuyos padres habían llevado a la señorita B. a juicio por “abuso indecente de un menor”. Más adelante el negó ser el padre. El nuevo bebé, Kylie, fue alejado de su madre al nacer y colocado con sus padres sustitutos. Desde el nacimiento, se le permitió a la señorita B. tener acceso supervisado a su bebé Kylie, durante 3 horas tres veces a la semana.
La señorita B tenía una historia de abuso sexual por parte de su padre, que comenzó a los doce años, que involucraba masturbación, sexo oral y relación sexual completa. Habitualmente, la forzaba a tener sexo con él casi todos los días en que su madre estaba fuera de la casa. Ella le tenía mucho miedo y frecuentemente deseaba que se muriera. La señorita B. siempre se sintió muy diferente del resto de la familia y sentía que su padre se la agarraba con ella todo el tiempo. Esta situación empeoró cuando su padre alquiló un pequeño departamento desde donde comenzó a operar como proxeneta utilizando sus servicios como prostituta para hombres mayores con quienes tenía que tener todo tipo de “relaciones sexuales retorcidas”. Mientras ella tenía sexo con otros hombres, su padre estaba presente y la emborrachaba. La señorita B. cree que su padre la obligaba a tener sexo con otros hombres no sólo por la plata sino porque él se sentía sexualmente muy gratificado al verla sufriendo por ser usada y abusada sexualmente. La primera reacción de su madre cuando ella le reveló esto, fue golpearla y más tarde unirse a su marido en los actos de abuso sexual. Esto tomó mayor escala cuando él colocó avisos en los diarios locales ofreciendo los servicios de su esposa e hija con propósitos pornográficos y de prostitución. Posteriormente, estos recortes fueron utilizados como evidencia durante su aparición en los tribunales. Ambos padres estaban involucrados en lo que yo denomino “vinculo maligno” en el cual los progenitores se unen en cruel y sádicos ataques los hijos o a otros menores obteniendo asi una gran satisfacción sexual perversa. Este es un cuadro perverso familiar que a veces ha tomado visos sensacionales en la prensa. En este caso los padres atacaban asi a su hija. La señorita B. tenía que luchar contra sus profundos deseos de suicidarse o de matar a su padre.
La señorita B. me contó que la mayor parte de su infancia la pasó “abriéndose de piernas para diferentes hombres para hacerlos felices a ellos y a su padre”. “Si bien estuve luchando contra ello durante años, finalmente dejé de pelear. Luego consideré la violación como algo cotidiano semejante a las tareas domésticas.”
Mientras sucedía todo esto, ella continuaba abusando del alcohol porque, según ella, al estar más borracha menos dolor sentía. Ella dijo que había sido “siempre muy buena en bloquear las peores partes” de manera de no tener que enfrentar nada de este dolor.
En el colegio fingía que en su hogar todo estaba bien: “Aprendí a vivir en un mundo en el que nada es lo que parece ser. Todo lo que me rodeaba era un temor silencioso. Viví con mayor odio a mi misma a medida que pasaban los años de violaciones. Yo sentía que había algo que andaba mal en mi.”
Como adolescente estaba involucrada en acciones violentas, incluyendo ataques contra si misma que progresaron a ataques al mundo exterior. Solía hacerse cortes en sus brazos y su cara, que a veces requerían de varios puntos de sutura, los cuales aún eran visibles.
A los diecisiete años se fue de su casa junto con su madre teniendo esperanzas de una relación con su madre que la contuviera. Esto falló amargamente pues luego de unos pocos meses y muchas peleas, su madre la abandonó.
Su desilusión la llevó a llamar a su padre en una necesidad compulsiva de continuar con el abuso. El le dijo cuan arrepentido se sentía de lo que le había hecho y fue capaz de convencerla de que retornara al hogar. Pero apenas regresó a casa su padre comenzó a violarla y a golpearla nuevamente. Fue peor que nunca porque él estaba muy enojado, no sólo porque ella se había atrevido a dejar su hogar, sino que también la culpó porque su madre había abandonado el hogar.
Se sentía enjaulada como una prisionera porque él no la dejaba atravesar la puerta de entrada sola ni con ninguno de sus hermanos. Aún recuerda vívidamente la última vez que su padre la violó porque se puso más violento que lo habitual y la empezó a golpear con un cuchillo. Ella vio “todo rojo” y decidió abandonar su casa y denunciarlo a la policía.
Ella describió como una pesadilla el haber llevado el caso contra su padre a los tribunales. “No sabía a qué me iba a enfrentar, fue como un cuchillo atravesando mi corazón. Mi papá me miró y me dijo “Te voy a matar”. El abogado de mi papá fue muy desagradable conmigo y dijo que yo estaba inventando todo y que él nunca había hecho nada en mi contra. Comencé a gritarle, diciéndole que estaba “mal de la cabeza”.
Como resultado de la aparición en los tribunales y de la fuerza de las evidencias presentadas por los demandantes, los viejos avisos en los diarios locales que ella había guardado cuidadosamente, su padre fue enviado a prisión sentenciado por violación, prostitución e incesto.
La violencia de la señorita B. se dirigió por un tiempo hacia la autoridad, pero muy poco tiempo después comenzó a ser bastante promiscua, lo que es un resultado frecuente en las niñas que han sido víctimas del incesto paterno. Comenzó una relación con Patrick, un reconocido delincuente y drogadicto que ya tenía antecedentes criminales.
Tanto Patrick como la señorita B. se entregaron a beber en exceso y al abuso de drogas. Patrick fue el padre de sus tres primeros hijos. Al principio era considerado, pero rápidamente se volvió desagradable y violento con ella. Comenzó a golpearla, a darle palizas y a romper cosas en el departamento que compartían. Poco tiempo después de que quedara embarazada, él fue enviado a prisión.
Luego de haber sido puesto en libertad, nació un bebé, Peter, pero las peleas continuaron y la violencia en el hogar aumentaba más y más. Comenzó a sentirlo igual que a su propio padre, pero estaba muy enamorada de él. Dijo en forma reveladora: “Las cosas no han cambiado mucho realmente porque Patrick me pega frente a los niños y hace las cosas que mi papá solía hacerle a mi mamá. Cuando Patrick comienza a darme una paliza siento como si mi papá me estuviese pegando nuevamente y que soy nuevamente una niña. Me asusto mucho porque entonces él se comporta como un loco. Cada vez que le digo a Patrick que terminamos, comienza a actuar como un niño a punto de perder a su mamá, entonces me da pena y me quedo con él.”
Su relación con Patrick empeoraba y se volvía más y más violenta pero esto no evitó que quedara embarazada nuevamente. En las varias ocasiones en que trató de liberarse de Patrick, esto resultó inefectivo debido a su propia inconsistencia y ambivalencia.
A esta altura se había vuelto “adicta” (su propia palabra) a más violencia y brutalización. Los niños eran testigos de la violencia doméstica y finalmente hubo reportes de algunos vecinos. Estaba muy molesta porque los Servicios Sociales le habían sacado a sus dos niños porque, en su opinión, jamás habían sido lastimados.
Esta respuesta reveló su grado de disociación, siendo totalmente inconsciente de las consecuencias que sufrirían a largo plazo los niños por ser constantemente testigos de las feroces peleas de sus padres y de ser ella misma apaleada por las manos de su padre. Se sintió totalmente aislada e incapaz de apoyarse en alguien incluyendo sus hermanos y hermana que estaban muy enojados con ella porque había “enviado” a su padre a prisión.
Luego de la aparición en los tribunales recibió tratamiento psicológico por un tiempo, pero lo interrumpió porque no pudo tolerar mirar nuevamente viejas áreas de intenso dolor. Volvió a beber en exceso y a tomar sobredosis. Al hablar sobre la bebida dijo, “sin la bebida muy probablemente hubiese enloquecido. La bebida salvó mi vida de una manera extraña”. La disociación progresaba aún más. La señora Betty Joseph describe el silenciamiento del dolor psíquico que intentan los pacientes como la única forma concreta de lidiar con él. Ella hace referencia a la conceptualización de Bion de que las personas que son tan intolerantes al dolor también fallan en “sufrir placer” Bion (1970 p.9).
En forma bastante inesperada, ella se enteró que uno de sus niños, de 18 meses de edad, había fallecido en un accidente mientras vivía con sus padres sustitutos. Sorprendentemente, nunca expresó ningún sentimiento de enojo contra las autoridades sobre este hecho. Por el contrario, expresó sentimientos de culpa por no haber tenido a su pequeño bebé con ella en ese momento.
En cambio, sintió la necesidad urgente de un reemplazo inmediato para él; un proceso de luto patológico estaba operando a pleno. No podía creer cuando me dijo, reflexionando, que sus problemas “serios” comenzaron cuando nació su nuevo bebé, John, porque ella estaba amargamente desilusionada a causa de que no se parecía en nada al pequeño Patrick.
Se sentía completamente alejada e incapaz de establecer ningún lazo con él. Claramente era crónicamente incapaz de hacer duelo y esta nueva aflicción revivió todos sus viejos y aparentemente dormidos episodios de dolor. Esta perturbación a la maternidad luego de la pérdida de un hijo previo sin haber hecho el duelo con intento de resolución (habiendo intentado resolver) mediante el reemplazo de un niño, ha sido bien descripta por Lewis (1978, 1979) y por Etchegoyen (1997).
Quizás este sentido de extrañamiento de su nuevo bebé y su alejamiento le permitieron no sólo a dar a su bebé en adopción sino también terminar su relación con Patrick. Comenzó a vivir sola. Unos pocos meses más tarde su compañero abandonado, Patrick, fue encontrado muerto por una sobredosis. Me dijo: “Mi primer reacción fue una gran sensación de alivio el saber que ya no podría ser más adicta a él o ser brutalizada por él”. Inmediatamente luego de eso, tuvo un período de promiscuidad y éste terminó cuando decidió seducir a Denis, un niño de 14 años, a quien ella solía cuidar.
Ella lo sedujo con la idea de convertirse en un padre orgulloso y muy poco tiempo después quedó embarazada. De acuerdo a ella, a pesar de su juventud, Denis era muy contenedor, maduro y amable con ella y ambos estaban muy felices con el embarazo, el cual había sido “planeado”.
Lo que parece ser un nuevo escenario es en realidad el viejo escenario dado vuelta. Ahora ella era la abusadora. Puede que hubiera presentido que por una vez iba a tener el control completo de una relación, al estar involucrada con un adolescente quien sólo se sentiría orgulloso por el logro de transformarse en padre a una edad tan temprana, siendo ella la parte responsable.
En cambio, en el momento en que se anunció el embarazo se transformó en víctima nuevamente, con los padres de Denis llevándola a los tribunales acusada de abuso indecente de un menor. Fue sentenciada a dos años en libertad condicional. Subsiguientemente quebró la libertad condicional acercándose a Denis escribiéndole cartas. Durante el juicio, Denis negó ser el padre del bebé y él y sus padres se burlaron mucho de ella. Nunca se sintió capaz de reconocer el grado de crueldad y el comportamiento sádico de Denis hacia ella.
Utilizó la negación y una auto-decepción defensiva cuando reclamaba que era capaz de tener una relación buena y de igual a igual con Denis, cuyo punto de vista respecto a ser padre no podría haberse tomado seriamente en ningún sentido realista. Una vez más su auto-decepción, falta de madurez emocional e incapacidad para aprender de experiencias pasadas estaban en evidencia y la tomó de sorpresa que le sacaran a su bebita Kylie al nacer. Ella nunca había imaginado que esto podría suceder.
La característica más sorprendente, que apareció en las seis sesiones con la señorita B. era una sonrisa fija, mediante la cual trataba esforzadamente de mostrar la imagen de una persona que ha resuelto todos sus problemas previos y que está lista para llevar una vida diferente. Me pareció que su sonrisa fija y su continua disposición a reírse fácilmente ante cualquier comentario que se hiciera, contenía una intensa negación del dolor y sentimientos heridos grabados muy profundamente. Esto me recuerda la conceptualización de la señora Joseph sobre los “dolores de crecimiento”, mostrando este punto tan importante de que sólo cuando las personas adquieren la capacidad de sufrir son capaces de experimentar la capacidad de disfrutar.
El problema sobre su total partición y negación de sus sentimientos de frustración, enojo, heridas y dolor es que todos pueden surgir en forma repentina e inesperada, ya sea en actos de auto destrucción o en actos contra el mundo exterior. Sentí que era imposible predecir si éstos podían dirigirse contra su nueva bebita.
Hasta ahora, había sido incapaz de lograr una relación positiva, significativa y afectuosa con un coetáneo, lo cual no es para nada sorprendente considerando su historia altamente traumatizada.
Claramente, Denis no era la persona más adecuada para transformarse en padre. De hecho, se volvió desagradable, burlón, negando su paternidad y comportándose exactamente como un chico de 14 años, dependiente de la opinión de sus padres. Ella tomó riesgos innecesarios todo el tiempo, por ejemplo, terminando en prisión durante ocho días mientras estaba embarazada por quebrantar los términos de su condición de libertad bajo fianza al aproximarse a Denis.
No podía llamar a esto una situación de protección de una madre hacia su hijo aún no nacido. A pesar del hecho de que ella había podido desengancharse del incesto de una manera muy valiente; su autodestrucción continuaba de manera despiadada incluyendo episodios repetidos de infringirse cortes, toma de sobredosis e intentos de suicidio. Estos fueron provocados por sentimientos de enojo, desolación, aislamiento y, con cualquiera de estos sentimientos, una incapacidad extrema para confiar en alguien. Estaba actuando sus necesidades auto-masoquistas contra su propio cuerpo, protegiendo a todos a su alrededor de su propia furia, siendo esta la única forma de hacerla sentir mejor y en paz aceptando las sádicas demandas de su superego. Más tarde, en su relación con Patrick, se transformó en víctima de sus ataques violentos y cada intento que hacía para terminar su relación estaba condenado al fracaso puesto que ella trataba esforzadamente de convencerse de que él era una persona afectuosa y amante y consistentemente con esto, facilitaba el estar juntos. De Zuleta (1993) describe este patrón de una forma muy vívida y precisa cuando habla de las consecuencias de los hechos violentos que acercan a la víctima y al abusador y los pone en un estado de calma en el cual la víctima perdona y se reconcilia con la brutal pareja en la añoranza de la fantasía de todas las víctimas abusadas sexualmente de “ser uno nuevamente” (1993, p186). Esto ocurre porque ambos son imágenes especulares con un profundo e inconsciente conocimiento del abuso sexual temprano y del compulsivo deseo de venganza.
En este caso, el efecto del abuso se extendió también a sus hijos de quienes la señorita B. estaba completamente despreocupada.
Cuando era víctima de los brutales ataques de Patrick, se había vuelto severamente disociada, in otras palabras, no disponible en absoluto o incapaz de cuidarse apropiadamente a si misma o a sus hijos, por lo tanto los niños se volvieron el objeto del abandono como una continuación y expansión de su propio abuso.
Frecuentemente hay choques entre los requerimientos legales y las evaluaciones psicodinámicas. Uno de los desacuerdos que se encuentran más a menudo es una pregunta que el sistema legal le hace a estas jóvenes mujeres y a sus asesores, respecto a si son capaces de poner las necesidades del bebé antes que las propias.
Una mujer joven con una historia de vida tan traumatizada debiera ser bien aconsejada para que atienda sus propias necesidades antes de que pueda ocuparse de las de cualquier otra persona, especialmente de las de su propio hijo.
Otra área de discusión es la pregunta sobre si el nuevo embarazo trae una nueva disposición o un mejoramiento de las capacidades maternales debido a “cambios”. El problema, según nosotros lo entendemos, es que la repetición es en si misma la evidencia de la falta de cambios internos. La repetición es un obstáculo para el cambio.
Por ejemplo, al explorar las ideas de esta joven mujer sobre qué es lo que le gustaría hacer en la vida, contestó como se espera que conteste la gente que ha sido temprana y continuamente abusada.
En otras palabras, ella expresó el deseo de ser una enfermera o trabajar en un geriátrico. Este deseo sugiere un grado de reparación para sus propios sentimientos de no ser merecedora, de estar dañadas y arruinadas para siempre, que la única forma en la que son capaces de proveer algún cuidado para si mismas es por sustitución, proyectando en otros, considerados por ellas como “personas intachables y vulnerables”, sus propias necesidades internas no reconocidas a causa de su intensa sensación de culpa y vergüenza.
Estos son los sentimientos habituales de las personas que han sido abusadas y esto es en parte la razón por la cual crean situaciones insoportables para si mismas. Encuentran que es difícil, sino imposible, establecer cualquier relación significativa.
El extraordinario reclamo que hace la mayoría de estas jóvenes mujeres, es que la única cosa que quieren hacer en la vida es continuar teniendo más hijos si les han sacado a los más pequeños, o tener un trabajo en el cual tengan que cuidar a otros niños. Muy a menudo expresan también el deseo de estar con personas discapacitadas, puesto que les gusta enseñar y necesitan que se les enseñe. Es muy difícil para ellas ver alguna conexión entre sus propias áreas de deseo, la deprivación y el abandono como niñas y su deseo de cuidar niños en la forma en la que a ellas les hubiese gustado idealmente ser tratadas.
Vale la pena notar que ese es precisamente el tipo de mujer joven que fácilmente podría ser empleada para trabajar con niños o personas discapacitadas y que tuviera serias consecuencias. Debemos estar más atentos a la psicodinámica involucrada en la elección que hacen estas mujeres jóvenes de ocuparse del cuidado de niños.
Siendo testigo de lo que parece ser un lazo incipiente y positivo entre la madre y el bebé, que a menudo involucra a una joven mujer, como esta, que tuvo tan poco y que tuvo un comienzo de vida tan podrido, hace que todos estén tentados de darle una oportunidad y de ofrecerle una pequeña recompensa por ser más buena. Sólo temo que una vez que la novedad de tener este bebé se desgaste, ella pudiera caer otra vez en esas condiciones bizarras y precarias para si misma y para su bebé.
No creo, por más tentador que sea ver a una madre y a su bebé juntos, que podamos quebrar el círculo ofreciéndole un bebé. A esta joven mujer que está tan gravemente dañada emocional y mentalmente, debiéramos, en cambio, ofrecerle ayuda profesional para si misma.
Desde perpetuar primero su rol como la niña abusada en su relación sado-masoquista con Patrick, cambió hasta transformarse ella misma en abusadora, aunque más benigna, con este niño de 14 años.
Sin embargo, aunque un niño de 14 años pueda haber aparecido como el objeto deseado dándole a ella la oportunidad de estar en completo control, esto no fue así. En el momento crucial él apareció totalmente apoyado y aún protegido por su familia quienes sin perder tiempo la denunciaron a la policía y como resultado de esto ella se transformó nuevamente en la parte abusada.
Se ha completado el ciclo de abuso? No lo creo, puesto que un nuevo bebé ha nacido cuyo padre niega ser su padre y cuya madre es dejada sola nuevamente con una imagen de si misma altamente denigrante debido a que sus expectativas de mejorar su auto estima al ser madre han fallado amargamente una vez más.
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* Sobre la Autora: La Dra.Welldon es médica psiquiatra y psicoanalista, nacida en Mendoza, Argentina, donde realizó sus estudios en la Universidad nacional de Cuyo. Es consultora honoraria en Psicoterapia en la Portman y Tavistock Clinic, Londres. Ejerce su labor privada como psicoterapeuta psicoanalítica y consultora institucional.
Ha ejercido su labor por más de treinta años en una clínica psiquiátrica que trataba casos de delincuentes, criminales y perversos. Fundó y fue elegida presidente honorario de por vida de la Asociación Internacional para Psicoterapia Forense, en Inglaterra, en 1991. Es miembro de la Asociación Británica de Psicoterapia, del comité psicoanalítico Británico, del Instituto de análisis grupal, del grupo americano de la Asociación de Psicoterapia y de la Asociación internacional de psicoterapia de grupo.
En 1997 fue doctorada honoraria en Ciencias de la Oxford Brookes University en reconocimiento por sus trabajos desarrollando y promoviendo la psicoterapia Forense.
Autora de un libro de singular repercusión, material de lectura en varias universidades, especialmente en EE.UU., traducido al alemán, italiano, griego y turco, llamado “Madre, Virgen, Puta”, “La idealización y denigración de la maternidad”, publicado por Free Association Books, 1988. También del libro “Sadomasoquismo”, en 2002. Asimismo, fue la primera editora de una “Guía práctica para la psicoterapia Forense”, en 1997.
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ANEXO
CUADROS PERTENECIENTES A LA CONFERENCIA DICTADA POR LA DRA. ESTELA WELLDON, DURANTE LA JORNADA EN MADRID (19 DE NOVIEMBRE 2011) SOBRE:
PERVERSIONES EN HOMBRES Y MUJERES. CARACTERÍSTICAS Y PERFILES
DENTRO DEL “CICLO SOBRE PERVERSIONES” ORGANIZADO POR AECPNA-MADRID, AMPP Y ACIPPIA.
Psicoetiología del Futuro Perverso:
Siempre existe una deprivación muy temprana que puede incluir:
- Descuido.
- Abandono.
- Ser objeto de sobresexualización y erotización.
- Relación fusionante con la madre.
- Madre o sustituta que no permite independización, individualidad, separación o crecimiento emocional.
- Abuso físico y/o sexual.
- Ser humillado en su propio género.
- Ser víctima de ser vestido como perteneciente al otro género.
- Aplicar el concepto de 3 generaciones para un entendimiento total.
- Víctimas se transforman en perpetradores.
Como se hace el Diagnóstico de la Perversión:
- No hay elección de objeto.
- La acción es compulsiva y repetitiva.
- Liberación y ansiedad sexual opuesta a la creación de intimidad.
- “Hacer el odio” en vez de “hacer el amor”.
- Las fantasías por sí solas no son suficientes, la actuación del cuerpo es esencial.
- Este aparente “sexual” “acting-out” es una defensa maníaca que funciona como un “minikit” de supervivencia para encubrir una depresión crónica masiva.
- La autoestima es muy baja y el “acting-out” la eleva transitoriamente.
Características Psicodinámicas Importantes en las Relaciones
- Calidad de objeto parcial.
- Necesidad de sentirse con control completo.
- Intensos miedos a sentirse “atrapado”.
- Fracaso para conseguir una relación amorosa sexual.
- Hostilidad y humillación dirigida al compañero/a o hacia sí mismo (a veces inconsciente).
- Incapacidad de verse a sí mismo como ser humano separado.
- Deseo e intención de “engolfar” a la otra persona.
- Deshumanización del “objeto”.
- Deseo de fusionarse con el “objeto” y de invadirlo.
Revista nº5
Artículo 2
Fecha de publicación: ENERO 2012