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INFLUENCIAS DEL PSICOANÁLISIS EN LA LITERATURA Y EN EL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO.

INFLUENCIAS DEL PSICOANÁLISIS EN LA LITERATURA Y EN EL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO.

Juan José Rueda

“En el Espíritu del tiempo [Zeitgeist] de cada época hay un afilado viento del este que sopla a través de 
 todas las cosas. Yo puedo encontrar huellas de ello en todo lo que se ha hecho, pensado y escrito, en la 
 música y en la pintura, en el florecimiento de este o aquel arte: deja su marca sobre todas las cosas y 
 sobre cada uno” (Arthur Schopenhauer)

No podemos negar que hoy, a pesar de la tan anunciada muerte del Psicoanálisis y las continuas críticas que desde diferentes ámbitos lo acosan, éste se halla mucho más expandido de lo que podría parecer, tal vez de una manera latente, pero impregnando nuestro modo de mirar el mundo, nuestra Weltanschaung, y configurándose como un nuevo paradigma (Kuhn) que ya se encuentra integrado en numerosas expresiones de nuestra cultura de forma consciente (la teoría psicoanalítica aplicada) o de forma inconsciente entrelazado en los trasfondos de las manifestaciones artísticas, literarias, filosóficas y epistemológicas de nuestro tiempo configurando así un molde de pensamiento que impregna y moldea el modo de conocer durante el siglo XX hasta hoy.

Nuestra cultura está atravesada por el psicoanálisis, que se ha extendido más allá de la práctica clínica, hasta convertirse en una forma de pensar, en un enfoque de la experiencia humana, que ha dejado su huella en ámbitos tan diversos como la neurología, la psiquiatría, la psicología, la pedagogía, la sociología, la filosofía, la hermenéutica, la antropología, la historia, la religión, la literatura, el arte o el cine…

Por tanto, podemos afirmar que Sigmund Freud, encarna desde finales del siglo XIX la ruptura de esos paradigmas que a partir de él y durante el primer tercio del siglo XX, originaran un cambio cualitativo en todas las manifestaciones del arte, la ciencia y el pensamiento que alcanza todo el pensar de la llamada modernidad.

A mi modo de ver Freud se hace eco y comparte toda una corriente de pensamiento verdaderamente revolucionario que hará astillas las seguridades que desde la Ilustración habían moldeado el mundo.

Einstein y su Principio de la Relatividad, Heisenberg y la mecánica cuántica, Gödel y su cuestionamiento de la exactitud de la matemática, el ascenso de la Geometría no euclidiana y sus n dimensiones, la “desaparición” del átomo dividido continuamente en partículas más pequeñas, son grandes movimientos en la concepción del Cosmos que destrozan la seguridad en la realidad de la percepción. Freud añadirá a lo anterior el destronamiento de la Conciencia, instancia decisiva desde Descartes para la explicación del mundo y fundamento de la Psicología, al introducir el Inconsciente con su gran poder de determinación sobre el ser humano.

Freud concibe su teoría psicoanalítica como un Proceso, esto es, como algo que, desarrollándose en el tiempo, se halla en permanente devenir, en contra de la concepción de la ciencia de finales del siglo XIX en la que todo tiende al estatismo, a lo fijo, al causaefectismo mecánico. La aparición de los procesos inconscientes en continua reorganización, representa la ruptura de la univocidad de sentido que determinó al pensamiento y la ciencia durante todos los siglos anteriores. La sobredeterminación (un efecto puede ser debido a varias causas) y la retroacción (el presente resignifica el pasado), destituyen a la hasta entonces todopoderosa conciencia cuyas percepciones eran la única realidad.

La fotografía (metáfora de la conciencia), se enriquece con la aparición del cine que dota a la imagen estática de movimiento, de temporalidad (la cámara se mueve en el espacio y en el tiempo subjetivo), y de muy diversos puntos de vista. De igual modo podemos intuir, que el profundo cambio que el psicoanálisis, a semejanza del cine, aporta al conocimiento del hombre, es el paso de la forma estática espacial regida por la conciencia de lo que es visible, al movimiento y a la temporalidad que el concepto freudiano de Proceso saca a la luz.

Dice Bergson: «La inteligencia humana se encuentra como en casa en tanto se la deja entre los objetos inertes, más especialmente entre los sólidos (…) Nuestra lógica es sobre todo la lógica de los sólidos” puesto que “El conocimiento intelectual en tanto tal se acerca a un cierto aspecto de la materia inerte, de la cual nos debe presentar un aspecto fiel»

La lógica de los sólidos al estar basada en la ciencia material, piensa las ideas como referidas siempre a un espacio y por tanto espacializa el concepto. Las grandes ideas científicas del Newton: masa, fuerza, energía…, solo pueden ser pensadas respecto a un lugar en el espacio y por esto la idea acaba sustancializándose, es decir ligándose a la materia tal y como se concebía desde el siglo XVII, y por esa razón se convierte en una rémora para que el dinamismo lo ponga en movimiento, por lo cual más pronto que tarde se convierte en un Obstáculo epistemológico (Bachelard).

A partir de Freud, nos enfrentamos a un objeto de estudio bastante inasible ya que nos movemos en el terreno de la significación y sus múltiples avatares. No sirve la estructura de pensamiento forjada por la ciencia empírico-fisicalista, conformada como una lógica de los sólidos en términos de Bergson y cuyo origen es el pensamiento científico cuantitativo.

Este pensar “sólido”, “material” se convierte en el principal obstáculo epistemológico para la entrada adecuada en el método psicoanalítico por excelencia: La escucha. Nacimiento de un método que sosteniendo la distancia del observador con el objeto de estudio, el alma humana, permite la expresión de esta a través de la libre asociación y cumple de esa forma la máxima goetheana en su aproximación a la naturaleza: “Que el fenómeno hable” y se manifieste “el misterio del proceso de transformación” (Stefan Zweig)

Transformación versus congelación, Bildung o fuerzaformativa generativa versus gestalt, lo ya formado. El salto desde la Histología a la Histeria, se sitúa en paralelo con el que da Goethe entre la comprensión de la planta al modo de Lineo (partes estáticas clasificables y ordenables) y la planta como producto de un dinamismo interno que explica su morfología.

Existe una influencia evidente, manifiesta diría Freud, de las teorías psicoanalíticas en las diversas disciplinas que conforman el mundo contemporáneo de conocimiento. Freud desde una fecha tan temprana como 1913, escribió para la revista Scienzia, un texto (“Múltiple interés del Psicoanálisis”) en el que reivindicaba el derecho de su teoría a estar presente en el mundo del pensamiento y de la ciencia.

El psicoanálisis se propone como una metaexplicación de los numerosos productos de la Cultura: el arte, la estética, la religión, la pedagogía, la sociología, el cine, la literatura, etc. Con el instrumento teórico que Freud implementa se “interpretan” obras de arte, textos literarios, elementos de la historia, de los mitos y las religiones. Es central el concepto de Sublimación (la elevación a un plano superior de algo de un plano inferior) para dar cuenta de la operación psíquica capaz de crear.

Pero además, la teoría psicoanalítica produce efectos latentes en las manifestaciones culturales del siglo XX y XXI. La mirada psicoanalítica, que no la teoría establecida, se incorpora al modo de contemplar cualquier fenómeno, en la búsqueda de un sentido segundo o tercero a lo que la percepción corriente nos muestra, configurando así una nueva capacidad hermenéutica para la comprensión del mundo que amplía la visión.

Don Quijote, tan apreciado por Freud desde su adolescencia, con su permanente tránsito entre la fantasía y la realidad, podría ser el paradigma a partir del cual se desenvuelve toda la creación psicoanalítica. La literatura general y Goethe en concreto, tuvieron una gran influencia en el pensamiento de Freud.

Las citas que encontramos profusamente en sus obras hablan por sí solas: Goethe, Dante, Shakespeare, Schiller, Sófocles etc. Varios de sus textos fundamentales están escritos desde y sobre literatos (Dostoievski), artistas (Leonardo) o sobre obras concretas (La “Gradiva” de Jensen, “El hombre de arena” de Hoffman como eje de su obra “Lo siniestro”) etc.

El hecho de que la obra de Freud esté impregnada de cultura germánica hace que el psicoanálisis mantenga estrechos lazos con la literatura romántica del siglo XIX, en la que, como se sabe, el elemento irracional en pugna contra el exceso de la Razón Ilustrada resulta decisivo.

En 1930 recibió el premio Goethe, máximo galardón de las letras alemanas y en cuya comunicación firmada por el Alcalde de la ciudad se podía leer «El psicoanálisis no sólo conmovió y enriqueció la ciencia médica, sino también el mundo mental del artista y del sacerdote, del historiador y del educador» (Peter Gay, 1989).

Didier Anzieu en su obra “El autoanálisis de Freud y el descubrimiento del inconsciente”, se muestra atento a esta filiación y así señala: «La obra de Freud está emparentada tanto con una obra de arte como con una de ciencia; al menos erigió en objeto de ciencia lo que hasta entonces no había sido sino un tema para obras de arte: el drama de una vida humana. Y lo logró por una vía recorrida también por numerosos grandes escritores: las asociaciones libres»

Compárese esta cita de Freud: «Los poetas son valiosísimos aliados, cuyo testimonio debe estimarse en alto grado, pues suelen conocer muchas cosas existentes entre el cielo y la tierra y que ni siquiera sospecha nuestra filosofía” (“La Gradiva” 1907), con esta otra de Platón: «Los poetas, en verdad, son los padres de todas las ciencias y los verdaderos guías en todo».

Para comprender muchos fenómenos literarios del siglo XX el psicoanálisis resulta determinante. Basta pensar en la “escritura automática” del Surrealismo y en ciertas técnicas narrativas como el flujo de la conciencia, recursos, ambos, basados en la técnica terapéutica de la asociación libre de ideas y, por tanto, en un claro intento de permitir que el inconsciente aflore directamente.

Para algunos autores, la influencia del psicoanálisis en el campo de lo literario ha sido tan decisiva que incluso ha llegado a alterar la manera de leer las obras literarias. Incluso se dice que las técnicas de interpretación psicoanalítica ayudan a la mejor comprensión del texto literario y que suponen también una gran ayuda para la teoría y la crítica literarias.

Las teorías freudianas abren para los novelistas el mundo desconocido de los procesos inconscientes, la pugna de éste con la razón consciente. Los sueños, el imperativo de la sexualidad, las problemáticas de la filiación, la preocupación por el recordar, por la construcción de un pasado, la temporalidad distorsionada etc., son nuevos ejes que introducen en la narrativa literaria una dimensión diferente a la que hasta entonces había prevalecido.

Durante el siglo XX, prolifera el autobiografismo, el sujeto de la narración se desplaza de la tercera persona, a la primera; es el propio personaje el que se autoanaliza. Kafka llega a decir que entró en la literatura cuando sustituyó el él por el yo.

Marcel Proust, aunque contemporáneo de Freud ya introduce en su monumental obra “En busca del tiempo perdido” la preocupación por el tiempo trascurrido y su captura en el recuerdo que resignifica el pasado dándole una nueva vida.

Joyce y Beckett nos muestran a un sujeto desde una nueva profundidad de campo creando una nueva subjetivación, en la que la descripción del mundo interno del personaje a través del solipsismo narrativo, deja de lado la descripción del mundo y de los otros pretendidamente objetiva, para dar paso a la vivencia interior como casi única referencia. Los monólogos interiores que bucean en el sentido subjetivo, en la construcción de un mundo personal al margen de la norma externa pero donde están presentes el absurdo y la angustia que cobran una dimensión de la que antes carecían.

Otro ámbito en el que el psicoanálisis ejercerá desde su comienzo una indiscutible influencia es el arte y sus distintas vías de expresión. Es sintomático que la aparición del Cubismo de la mano de Picasso y Braque sea prácticamente contemporáneo de las grandes obras freudianas en la primera década del siglo XX. El cubismo no es un “ismo” más sino que se lo considera la ruptura total con la tradición pictórica revelando que las cosas pueden ser diferentes a como aparentan ser, así como el psicoanálisis rompe los moldes de la conciencia al evidenciar que pueden existir motivaciones más profundas para los actos y pensamientos humanos, y así como la teoría de la relatividad, que, en paralelo, revela que el mundo no es exactamente, en su estructura profunda, como lo presentaba la geometría euclidiana.

El Surrealismo, un más allá de la realidad, que con Breton, Dalí, Miró, Max Ernst, Magritte, entre otros, incide en el estudio de las teorías del psicoanálisis, en la exploración del inconsciente y de la imaginación, representando así en su pintura u otras manifestaciones artísticas, una realidad construida por el ojo del artista que ya no se pliega a los cánones de la realidad consensuada y muestra un mundo onírico y subjetivo.

En el orden de la filosofía y del pensamiento en general también se ha revelado lo fructífero del pensamiento psicoanalítico. Me parece relevante señalar su influencia en la obra del epistemólogo francés Gastón Bachelard que establece lo que él denomina un psicoanálisis del conocimiento objetivo, que no es otra cosa que una mirada capaz de romper las resistencias ante el conocimiento científico, el obstáculo epistemológico. Para él, las imágenes materiales (La imaginación de la materia) trascienden la sensación y se convierten en materia del inconsciente. La imaginación sobre los espacios internos busca “hallar detrás de las imágenes que se muestran, las imágenes que se ocultan” (Bachelard, “El agua y los sueños”) En el mismo sentido aunque con contenidos diferentes, Octave Mannoni, formulará una teoría del imaginario en la que considerará cómo el espacio psíquico de la Otra escena, una especie de trastienda del psiquismo, condiciona de forma inconsciente nuestra relación con la realidad, a la vez que sostiene el campo de la imaginación creadora

Levi-Strauss con sus estudios sobre el parentesco y la prohibición del incesto propone una revolución científica que obligan a las disciplinas sociales a un cambio de enfoque pues revelan la existencia de una estructura inconsciente que subyace a los fenómenos conscientes, cuyos elementos deben ser abordados desde la perspectiva de sus relaciones simbólicas de intercambio.

Por otra parte, la influencia de Lacan es imprescindible para entender el aumento de las referencias psicoanalíticas en la obra de destacados filósofos o pensadores franceses: Barthes, Foucault, Deleuze, Derrida, Castoriadis y otros muchos.

En “Eros y civilización” (1968), Marcuse, máximo exponente de la escuela de Frankfurt, retomó la teoría freudiana según la cual la civilización se fundamenta en la represión de los instintos humanos y en la sustitución del principio del placer o de la satisfacción inmediata, por el principio de la realidad o de la satisfacción diferida. Por otra parte, Marcuse se valió de las categorías del psicoanálisis freudiano, elevándolas a categorías políticas, para enjuiciar la opresión, la explotación y la enajenación del ser humano en un mundo donde el desarrollo industrial promete la igualdad, la libertad y la justicia que él mismo hace imposible. Psicoanalistas como Karen Horney o Erich Fromm, amplían su visión a esferas de la antropología o del sentido moral del hombre.

La postmodernidad, está atravesada y conformada en mayor o menor medida, por ideas enraizadas en las propuestas teóricas y prácticas de Freud. Es imposible entender las manifestaciones del mundo actual sin conceptos psicoanalíticos, que más allá de los clásicos como Inconsciente, deseo, Edipo, pulsión sexual, represión, representan la aparición en el mundo de otras problemáticas tanto de la subjetividad como de la sociedad; me refiero a conceptos como Narcisismo, Yo ideal, compulsión, perversión, inexistencia de límites y deseo de completud (todos son términos que explican sobre que parámetros del sujeto se asienta la publicidad tan omnipresente en nuestro mundo).

Numerosos ensayos, no propiamente psicoanalíticos incorporan su visión para entender fenómenos socioculturales cercanos. Giles Lipovetsky y Pascal Bruckner ensayistas y filósofos franceses, el sociólogo norteamericano Christopher Lasch, el sociólogo francés Edmund Cros y su teoría socio-crítica, el filósofo Paul Ricoeur que desarrollará una reflexión filosófica sobre el concepto de cultura en Freud, el sociólogo polaco Z. Baumann, etc., son exponentes de esta influencia innegable del psicoanálisis en el modo de entender el mundo de hoy.

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*Sobre el autor:

Psicoanalista. Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Madrid (IPA). Ex docente de EPNA y Elipsis. Coordinador de diversos seminarios sobre la obra de Freud y sobre el Narcisismo y la patología narcisista. Ex -miembro de la Junta directiva del CACI (Centro de atención Clínica e Investigación), órgano dependiente de la APM. Docente de AECPNA

Revista nº 10-11
Artículo 6
Fecha de publicación: DICIEMBRE 2017


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