Fuera de ciclo: rescatamos del curso anterior, esta sesión clínica presentada el 13 de febrero de 2021 por Lilian Ospina, al considerarla muy adecuada para este monográfico.
Lilian Ospina Martínez*
La adolescencia implica un enorme trabajo psíquico y la precariedad del YO hace que conflictos que no pueden ser mentalizados, pensados y elaborados, busquen una vía de expresión a través del comportamiento, la acción o la somatización. La adolescencia es una crisis, una revolución, es la máxima expresión de la vida y de la muerte. A la salida de la adolescencia un ser humano sabe lo que es la muerte; no la representación del acto de morir en sí, pero tal como lo muestra el psicoanálisis, conoce la experiencia de la pérdida de aspectos de sí mismo, facetas de la identidad que se van con la infancia y que nunca más volverán. Una mezcla explosiva de pulsiones y duelos a medio elaborar es la nota distintiva de la impulsividad juvenil, en la que no es raro encontrar una cierta apetencia de muerte, algo que podría formularse como “acabemos de una vez con todo esto, o bien sobrevivamos a todo”. Es la etapa de resignificación retroactiva por excelencia según Kancyper y el acceso a la propia identidad a través de la confrontación generacional que conllevará la admisión de la alteridad, de la mismidad.
Para Aulagnier, una de las tareas organizadoras propias de este tiempo de transición es poner en memoria y poner en historia. Este trabajo de historización es el eje central del caso que os presento. Piera Aulagnier considera la historización como el trabajo prínceps de la adolescencia. Este trabajo de construcción y reconstrucción del pasado resulta imprescindible para que el sujeto pueda investir un presente, a la vez que proyectar un futuro. Esto permitirá al adolescente contar con puntos de referencia estables, anclajes necesarios para generar un sentimiento de continuidad en tiempos de complejas transformaciones. Para esta autora: “el proceso psíquico de puesta en historia y puesta en memoria, apelando a los registros de la infancia aportados por el fondo de memoria, decide, inexorablemente el éxito o fracaso de la transición adolescente”
Os presento a Julieta, la he llamado así porque se aferra desesperadamente al amor romántico, a ese amor dramático que le hace sentirse viva pero que le conduce inexorablemente a la muerte, para Romeo y Julieta el sentimiento que los une y que finalmente los conduce a la muerte es un arma de reafirmación subjetiva frente a las determinaciones de sus familias y de la cultura a la que pertenecen. Julieta, mi Julieta, es esa adolescente que ama y que sufre, que muere en el desamor y por el amor. Ya Anna Freud hizo hincapié en la similitud entre los estados de duelo y el enamoramiento con el funcionamiento adolescente.
Cuando Winnicott dice, que nadie crece sino sobre el cadáver de sus padres, dice una parte de la verdad. Pero a veces el cadáver, no es el de los adultos, sino, como veremos con Julieta, el cadáver es de quién quiere crecer, o sea, del adolescente mismo. Que los adultos logren sobrevivir sin represalias, permite la discriminación y la diferenciación de espacios: interioridad, exterioridad y transicionalidad.
Julieta se aferró a una vida casi inexistente. Tenía 19 años. Cuando la vi por primera vez, estaba profundamente callada, con una mirada desvitalizada, triste, perdida. A la primera entrevista acude con su madre que me indica lo QUÉ tenía que hacer y CÓMO: “Hay que trabajar con ella a nivel individual y sistémico porque solo con ella no daría resultado”. La madre llena el espacio, habla, habla, habla…yo apenas puedo tomar nota, no me deja pensar, yo observo a Julieta hundida en su asiento, inerte, en silencio. Sigue la madre: “Relación complicada, difícil, carácter bastante fuerte, la compatibilidad es difícil, eso es así, que las dos ponemos buena intención, pues sí, hemos hecho cosas, conciliar caracteres…tiene una personalidad muy marcada, una visión muy crítica de las cosas…”. Y continúa diciendo: “La relación con la familia está bastante dañada, distanciamientos, desidentificación de la familia, esa red ha sido bastante importante, al ser monoparental…” y sigue…”Mi madre, su abuela, una de las personas más importantes…”. Ahora por fin habla de Julieta y dice: “Padre de Camerún”…“vivimos los cinco primeros años de Julieta en casa de su abuela materna...”. “Tres años con rabietas…la llevé la primera vez a una psicóloga porque en el colegio se sentía distinta…en una rabieta se araña la cara y empieza a decir que no se gusta, que no le gusta su pelo”.
Podríamos pensar que Julieta manifiesta problemas desde pequeñita y no fue escuchada. Según Kancyper “Aquello que se silencia en la infancia suele manifestarse a gritos en la adolescencia”.
Claro que Julieta era distinta. Físicamente no se parecían en absoluto, Julieta era alta, delgada, con claros rasgos africanos, la madre, lo contrario. Me explicó que ella se quedó embarazada porque quiso y que tomó la decisión de criar a su hija sola, de ser madre soltera. Se presenta como una mujer decidida, independiente, valiente, una madre coraje frente a la identidad negativa de su hija. Le pido que me deje a solas con Julieta, la madre sale, Julieta me mira y solo alcanza a decirme “MI MADRE ME DEJA SIN ESPACIO”. Lo entiendo, a mí también. Julieta me había tocado el alma y fue tan llana, honesta, sincera, escueta…esa frase resumía la historia de Julieta.
En la segunda entrevista Julieta me cuenta que lo que más le preocupa es la relación con su expareja. Ya os he comentado la importancia que otorga al amor, para ella representa “el ingreso en un universo de completud y de comunión. La soledad se pretende exorcizada definitivamente; uno ya no será incomprendido, tendrá al menos un ser junto a sí al que pueda comprender en todo y siempre. Comprender por medias palabras o sin palabras. Como una madre comprende a su hijo”.
Conocemos las fuentes edípicas y narcisistas fusionales del enamoramiento y para Julieta la falta de reciprocidad convierte su amor en duelo. Vemos como en Julieta se está tramitando el narcisismo de la mano del enamoramiento, el YO se vacía de libido cuando se va el amor y cae en la depresión, algo muy presente en el tránsito adolescente de Julieta. Veamos los comienzos de Julieta: “No hay manera de que pueda seguir viviendo más…estuve pensando muy seriamente en hacerlo y cuando me convencí, me derrumbé y mi madre se dio cuenta y me vinieron muchas cosas a la cabeza de lo que podría pasar después y de alguna manera decidí que otra persona decidiera por mí y yo me quedé en pause. Llegué a hacerlo, ahorcarme, lo hice con un cinturón muy fino, se iba a romper y preferí parar y ahí es cuando me derrumbé, paré de hacerlo ¿Cómo he llegado a esto? También pensé en escribir cartas y en ese momento me eché para atrás, a la hora de pensar qué le diría a la gente del porqué… no podía justificar que hiciera esto y decir nada que les hiciera sentirse mejor”.
La muerte en Julieta
Desde el principio aparece la muerte ¿Qué es la muerte para Julieta?
De pequeña se auto lesionó con cuchillas, tenía 13 años “mi madre me ayudó a curarme las heridas, no eran de mucha importancia”… ¿No?¿Para quién no tenían importancia? ¿Hay heridas que no importan? Esas heridas producidas por el dolor y el rechazo de sí misma, una agresividad volcada hacia sí, un pasaje al acto por falta de sostén y de contención, una herida en el cuerpo falsamente curada, eso sí, de poca importancia. Ella ofrece de sí misma una mirada de extrema fragilidad, niña de personalidad difícil y controvertida, adolescente complicada. Bajo sus pies una base falsa, casi diría yo, inexistente, si de algo carece Julieta es de sostén parental, así ha sido su vida, una suerte de “cura” de una herida que no importa.
Dice Julieta “Siempre he tenido mucha necesidad de control y sobre todo me pasa con los sentimientos porque es lo más incontrolable”. Se siente culpable por haber sido demasiado exigente en la relación ahora ya rota, cree que el peso que ella soporta le ha aplastado (a Romeo), yo le pregunto qué es lo que le pesa tanto y ella contesta: “No sentirme bien conmigo misma, es como que siempre intento mejorar en todas las facetas de la vida, después de los trece años salí sola. “
Ahora sí relata su realidad, ahora sí estoy escuchando su verdadera voz y en ella encuentro una PROFUNDA SOLEDAD. Julieta continúa: “me propuse intentar ser mejor, arreglar las cosas que me habían hecho llegar tan abajo, mi forma de tratar a las personas, de contribuir al mundo, encontrar la felicidad más pura…cuando pasan cosas que me tiran abajo siento que todo mi esfuerzo no ha valido, NO HAY SALIDA, CONDENADA CON MIS TRAUMAS; TODAS LAS COSAS QUE SURGIERON DE PEQUEÑA Y QUE ME CREARON BARRERAS, NO ME SIENTO UNA PERSONA SANA EMOCIONALMENTE y no tener la posibilidad de cambiar eso…” Esta era la imagen que Julieta tenía de sí, la de una niña insana, problemática, condenada, traumatizada.
La resignificación de lo traumático acontece durante todas las etapas de la vida, pero estalla fundamentalmente en la adolescencia. En esta fase del desarrollo, se precipita la resignificación de lo no significado y traumático de etapas anteriores, así como la remoción de las identificaciones para poder acceder al reordenamiento y a la confirmación de la identidad. Dice Julieta: “Esta es tú madre, y ya está y me di cuenta de que hay algo que es un padre y mi familia es diferente: falta, ausencia, carencia...es que hay un proceso hasta que me di cuenta, todo lo que vino después está marcado por eso, por la ausencia de mi padre”…“Observo mucho a las familias, es la parte de mi vida que más me ha afectado y siempre he querido tener una familia más grande, haber tenido más puntos de apoyo, si uno falla tienes otro…” Poco a poco íbamos llegando a los principales focos de dolor y desequilibrio, una identidad negativa inscrita en su piel, en su color, su pelo, sus rasgos africanos… yo le acompañaba en su proceso elaborativo de resignificación.
“Para nacer hay que destruir un mundo” Herman Hesse (Demian)
¿De qué anclajes dispone Julieta para realizar los procesos de deconstrucción y construcción necesarios?
Julieta habla de su padre: “Ha sido una relación de muchas contrariedades, es muy guapo, político, actor, luego que no se involucra y la presión por parte de mi madre de que le conociera, yo siempre me he negado, no sé cómo me va a afectar eso, es algo tan importante…tu padre al que no conoces, ver a tu padre y eso de pequeña me daba miedo ¿para qué voy a verle si se va a ir? yo creé una coraza de rechazo hacia él porque sentía que de otra forma iba a ser más doloroso.”
Tiene un padre al que no quiere conocer por miedo al dolor del abandono, identificada con esta parte que rechaza. Yo no conozco a su padre, pero a su madre, Julieta, no se parece. Intuyo que debe parecerse a ese padre fantasma, por eso desde pequeña se arañaba la cara y odiaba su pelo…tenía que matarse a sí misma para defenderse del dolor que le producía ser ella, mirarse al espejo y verse negra en una familia de blancos… Julieta dice: “Yo rechazaba a mi padre y a mi” El auto rechazo era un ataque y una defensa ante el profundo dolor, odiaba a su padre por el abandono y se odiaba a sí misma por no ser lo suficiente para él, también odiaba a su madre por no haberle dado un padre.
“Todo se prepara en la infancia, pero todo se juega en la adolescencia” (Kestsemberg)
El blanco y el negro, las dos caras de la misma moneda, no podía ser blanca pero tampoco podía ser negra. Ella veía niños blancos con padres y madres blancos, “familias perfectas”, FAMILIAS. Dice Julieta “Yo me sentí blanca y no quería sentir que era de otra manera, de pequeña mentía, me quería alejar de mis raíces y hasta que no me alejé de ese ambiente (cuando cambió de instituto), no pude abrazar mis raíces y sentirme orgullosa de ser mitad africana, pero eso no incluyó abrazar a mi padre”.
La pérdida en Julieta
Las pérdidas coexisten con un renacer y un deseo de cambio. Según Olmos: “junto al estudio del narcisismo, el modelo del duelo es uno de los más fecundos para comprender el proceso adolescente; modelo a la vez inseparable del concepto de identificación”.
Julieta relata en una sesión: “EL MIEDO A LA PÉRDIDA; YO DESDE MUY PRONTO HE SENTIDO QUE LAS COSAS QUE PARECEN SEGURAS PUEDEN FALLAR…YO ERA EL ESLABÓN QUE SOBRABA EN LA VIDA DE TODO EL MUNDO, he sido fruto de un accidente o de algo que no debía haber sido. Cuando he sido mayor nació mi exigencia, demostrar que vale la pena de alguna forma, nunca es suficiente, tienes que ser mejor, es una forma de encontrar sentido a mi vida. MI VIDA SOLO TIENE SENTIDO SI SOY PERFECTA. Mi madre, que es madre soltera, le ningunean y le tratan como si fuera inferior. Yo soy la que estaba adherida al personaje que estaba adherido, todo esto sumado a que yo era diferente…“
Y en ese fondo de memoria de Julieta, vemos como en el registro de las identificaciones del sistema de parentesco y del orden genealógico junto con su capital fantasmático, experimenta sus sentimientos: “Adherida al personaje adherido”.
La fantasía que Julieta tiene vinculada al crecimiento es la muerte de la madre, el fino cinturón que puso en su garganta es el cordón umbilical que le asfixia y que ni siquiera puede sostenerle. El agujero negro de la tristeza y la falta de sostén, el vacío existencial de la falta de amor son su experiencia vital. Su presente había caído en el vacío. Se identificaba con el lugar de la pérdida, del abandono y del auto rechazo.
Dice Julieta: “Me resulta difícil asimilar que hay gente que echa gente fuera de sus vidas…” Continúa: ”me he sentido culpable o no merecedora…sigue habiendo cosas que no terminan de tener respuesta, el amor que hubo entre mis padres, cómo fue la decisión de vivir aquí y no allí… ese proceso por parte de mi padre de: tengo una hija, estoy unos meses, me voy y durante 20 años, estoy intermitentemente… y no entiendo muy bien… y luego mandar cartas, rollo muy profundas, la familia es lo más importante y recordar muchos vacíos en los que yo no tenía ni idea de él…. 20 años con esa incertidumbre…pero a estas alturas de la película merece más la pena aprender a vivir con ese dolor …yo no sé si tiene sentido buscar esas respuestas…” “Yo solo me conozco a mí con ese vacío y ese vacío rellenado, no recuerdo a una Julieta sana…sí, hay rachas…todo se cae…no sé qué queda…”
Yo intervengo: “JULIETA, QUEDAS TÚ”.
Ella me dice: “…he nacido en las circunstancias que he nacido, he llegado hasta este punto y me he construido desde el minuto cero y eso es lo que soy, aunque lo que soy incluya incertidumbre y trauma. No sé hasta qué punto se puede cambiar, es como que digas que piense en un color que no he visto…yo no sé cómo gestionar de forma que ya no suponga un problema de mi infancia…llegar a un núcleo mío que no esté perturbado, que estuviera antes de los traumas…es que ni siquiera lo veo, no tengo una noción de mí sin esas cosas, sería completamente diferente…”
Empiezan a ser observables ciertos cambios, Julieta me dice que ha guardado distancia frente a ese personaje dramático, sin sentido, nihilista en el que ella se había convertido y en el que había encontrado su identidad. Un día me cuenta que se estaba leyendo un libro: ”lo leí desde otra perspectiva, en vez de sentirme en el total absurdo de la existencia humana y ser oveja del rebaño, lo he visto desde otro lugar…” Curiosamente el libro se titula El extranjero, de Alberto Camus, Julieta que siempre se había sentido extranjera, estaba empezando a habitar su propia piel, ya no se identificaba con un otro extranjero, empezaba a abandonar la identidad de una vida sin sentido, ella siempre había sido extranjera, extraña en su piel, extraña en su familia, extraña en su entorno, identificada con un padre extranjero que aún era más extranjero en su vida.
Según Piera Aulagnier “el adolescente ha de liberarse de las identificaciones tiránicas que lo atan a la realidad, separarse de los objetos externos que lo subyugan, desalienarse del poder del otro o de su goce. Poder pensar lo que el otro no piensa o no sabe que piensa, porque ha de quedar preservado el derecho al secreto como condición para el placer de pensar.”
Como tarea de la universidad Julieta tuvo que hacer un corto en el que una hija muere. Ella inventa un término muy significativo para designar una constante en su vida, una inversión de roles maternofiliales. El crecimiento de Julieta supone la muerte de la madre, en la separación de la madre alguien tiene que morir, la madre infantil y simbiotizante tiene que morir si ella crece.
El guion
Julieta un día me cuenta: “Estoy empezando a escribir un guion de largometraje, autobiográfico…aunque no he llegado a las partes más controvertidas me estoy dando cuenta de la imagen que tengo yo de mí. Por un lado, es muy positiva, pero soy consciente de una parte muy negativa…es sanador…cambiar ciertas cosas…. y sale lo que me hubiese gustado que fuese”
Me dice Julieta: “… hay una parte de mi a la que le faltan muchas respuestas, que tiene una visión de la vida y del mundo en general diferente a la que puedo mostrar a la gente, es muy difícil que alguien la entienda y se vincule conmigo, pero soy muy idealista y creo que puede ocurrir, o que mágicamente va a ocurrir. Que llegue un punto que encuentre a otra persona que entienda esa parte, que la acepte y que no me haga sentir mal por ello, porque exista…hay una parte muy oscura…cosas que la sociedad no acepta…”. Julieta busca en el ser amado la aceptación de ese lado oscuro… oscuro como su piel.
Yo intervengo: Como si no tuvieras derecho a existir o tú existencia no mereciera la pena…Y ella me contesta: “Sí, así es” y siempre esa parte es la culpable. Con respecto al guion Julieta añade: “Ha sido un proceso intenso, escribir sin parar, ha sido muy bonito llevarlo a cabo y muy emocional, estaba escribiendo y sentía desde dentro que las palabras no salían de mi boca, salen de la boca de la protagonista, ocurren cosas que me hubiera gustado que me pasasen a mi…y el momento más importante es el que el personaje conoce a su padre y que he tenido que imaginarme como sería… Si algún día conozco a mi padre no va a ser como lo escribo en el guion, por eso te digo que me resulta poético también porque refleja esa parte de esperanza de que las cosas vayan bien en algún momento. Si yo me tuviese que colocar en un punto del guion, no me situaría al final porque es la resolución de lo que ha supuesto conflictos y yo a ese punto no he llegado. Es un final bastante feliz… la resolución de una cosa que le atormenta, sus raíces, ver a su padre, verlo de frente y tener una conversación con él…”
Para Jeammet, la adolescencia es una segunda etapa en el proceso de individuación y representa un período crucial en el proceso de interiorización de los vínculos con los padres y de la organización del espacio psíquico interno.
Julieta me dice que se siente bien, y cuando íbamos por el pasillo de camino a la puerta de la consulta, me dice: “no me importa haber trabajado tanto en este guion y aunque no gane el premio”…, ella sale de la consulta muy contenta, sonriente, se gira y me dice: ¡este guion está vivo! Ya me había comentado que el guion tenía un final abierto, sin duda ella siente que el proceso que está llevando a cabo es dinámico y que no está cerrado, más bien todo lo contrario, yo veo vida en su cara, en sus movimientos, está vivo su guion, está viva ella.
La evolución de Julieta
En una sesión durante el verano, estando ella de viaje con unos amigos, me dice: “Me he dado cuenta estas últimas semanas de que yo me levantaba todos los días con ansiedad y ha sido a raíz de no tenerla, sin el pensamiento constante de culpabilidad…,estoy descubriendo el no me lo puedo pasar bien porque me falta alguien importante para mí. Me da miedo olvidarme de Romeo, pero me he dado cuenta de que ya he hecho bastante y que tengo que dejar la cuerda suelta y que, si él quiere, que tire. Llegar a este punto me ha liberado. Es muy notable que estoy mejor y que antes estaba mal y no le daba la importancia que tenía. Ha sido como ¡GUAU! Levantarme con la preocupación de comprar el pan o que vamos a desayunar”. Continúa diciendo: ”A raíz de ser mayor, estoy condenada a crecer sin esa figura y eso ya no va a volver. Me causa tristeza y angustia del no retorno, pero poco a poco. Últimamente dejo un poco ese pasado y me centro en lo que pueda hacer de aquí hacia adelante”…“…Quiero disfrutar lo que tengo, la vida…”“…me estoy reconciliando con mucha gente y conmigo misma…”“Yo he tomado la decisión de mirar por mi…”
A la vuelta del verano, conoció a otro Romeo, Romeo II, su relación ha sido tan intensa que ha dejado atrás el recuerdo idealizado de Romeo I. Se ha roto de nuevo esta relación y cuando esto ocurre, Julieta reflexiona:
“Soy el eslabón perdido… lo que ha cambiado esta vez es que tengo herramientas y no estoy enamorada como para sufrir su pérdida, no estoy con la autocompasión, el victimismo…ese sentido de unidad y de ser especial para alguien que a mí me pasa en las relaciones amorosas…En conversación sobre Romeo II Julieta expresa: ”me siento como una mierda, de duelo a duelo y ya está. He estado en shock, impasible…”
Continúa diciendo: “Tengo tanto miedo al dolor, tengo miedo a la decepción… también tengo miedo a no ser suficiente para él…ese sentimiento de no pertenencia a nada y eso es lo que me hace infeliz. Lo sé y lo he sabido gestionar pero tengo ese sentimiento de insignificancia con relación a las personas que me rodean y eso está desembocando en que me estoy centrando más en mí misma como método de sobrellevar esto porque yo sí me quiero a mí para siempre, yo siempre voy a querer estar conmigo misma y no me voy a querer sustituir por nadie…Echo de menos esa parte de mí que lo daba todo… ahora es una situación bastante extraña…Las cimas que tienen sentido son las que nos acercan a estar vivos y presentes…ahora no estoy en ninguna cima, estoy más estable, supuestamente esto es mejor pero siento que me falta…en este momento, en ese dolor, estar muy cerca de la muerte me hace estar viva, como cuando conocí a Romeo II, había una parte de vértigo de esa posibilidad a perderlo…el caso es que ahora estoy en un punto medio de paz pero no es suficiente para no pensar, necesito algo más, siento que necesito un cambio, emprender una camino yo sola sin mi madre, es una vida llena de cadenas…este estilo de vida no es el que quiero, tengo muchas ganas de independizarme, vivir yo sola, tener mi habitación, la que tengo es de la Julieta de los 14 años, QUIERO VIVIR LA VIDA, MI FORMA DE SER YA ESTÁ EN OTRA, mis deseos… Independencia y autosuficiencia, llegar a otra casa, con otras paredes, otra decoración, otro ambiente y ver cómo me desenvuelvo yo ahí…y con respecto a los chicos he perdido bastante la ilusión y eso hace que no le de tanta importancia a las relaciones amorosas, y sí se la doy, pero de una forma diferente”.
A continuación, me habla de las pasadas Navidades:
“… esa sensación de estar mal y de que yo soy el problema, hacía mucho tiempo que no me sentía así… ha influido mucho la dinámica de mi familia, eran así antes de que yo naciera… durante toda mi vida he sido una niña problemática QUE YO NO ERA, tenía ciertas complejidades que mi entorno no sabía gestionar…creo que la relación con mi familia, que es bastante mala, es uno de los factores que más me han afectado en mi desarrollo…Mi madre no se ha independizado, no se ha montado su propia familia, yo no querría vivir al lado de mi madre, decidió irse a la casa de enfrente de mi abuela, están mucho tiempo juntas y tienen una relación muy cercana…esa decisión hizo que no tuviéramos privacidad, todo se escucha…, no solo que se me ha quedado pequeño sino que no me aporta nada, … yo he mamado eso desde que nací, es muy difícil desvincularse de ese tipo de relaciones, me afectan muchísimo…es como tratan a mi madre y seguro que ha influido en como la veo yo”.
Yo le pregunto: ¿Y cómo la ves?
Es muy difícil…es que no la veo como una figura materna… cuando yo caigo, ella está ahí y cuando estoy bien, es insignificante, es muy duro, hay mucha sensación de rechazo…como un matrimonio que se detesta…y es complicado porque por muchos errores que haya cometido…que yo lo sienta así…pero es así y si no estaría engañándome. Lo de mi padre pienso que es ahora una cosa entre mi padre y yo y ella no tiene nada que ver, por alguna razón que yo no comprendo he construido una RELACIÓN CONYUGAL con mi madre más que una relación paterno filial y eso me incomoda muchísimo y me supone una barrera, es super CREPY…
Le pregunto el significado de CREPY y Julieta me explica:” Una mezcla de RARO, OSCURO Y ASQUEROSO. SINIESTRO/HORRIPILANTE…Marido porque yo he sido la que ha tomado las decisiones… muchas decisiones que no me competían a mi como hija…Yo duermo en la habitación más grande de la casa y la habitación de mi madre tiene los muebles de cuando yo era pequeña y es más pequeña que la mía, no sé si una inversión de roles… Yo a veces he hecho de marido y a veces de padre, este es mi papel y no lo quiero.”
La denegación de la lucha generacional provoca severas perturbaciones de la identidad. El sujeto que no atraviesa por el necesario e inevitable enfrentamiento y ruptura del espejo de la inmortalidad propia y de los otros, presentará unas autoimágenes narcisistas como carentes de relieve, de densidad y de límites precisos; y permanecerá representado a través de la figuración de un angustioso e incesante exilio interior y exterior. En la familia de Julieta, designada “monoparental” orgullosamente por su madre en la primera entrevista, ha habido un grave desorden de funciones, en el espacio terapéutico que hemos construido, Julieta puede hablar del rechazo y el odio que esto le despertó hacia su madre, poder entenderse le permite encontrar su lugar de sujeto y su nuevo lugar de hija. “El otro día que hablábamos de esa rabia, aparentemente sin sentido es por sentirme responsable de mi madre y no al revés…” Julieta ha sufrido mucho por sus sentimientos hacia su madre y ha sentido mucha culpa, poder comprender muchos de los mecanismos que subyacen han rebajado la culpa en gran medida, Julieta se siente más libre en los vínculos y su YO ahora es mucho más consistente.
Dice Julieta: “Tengo sentimientos de tristeza, muchísima inseguridad, antes estaba el sentimiento de culpa, ahora mismo tristeza y rabia y el dolor de la posible pérdida, lo que me hace pensar que el sentimiento de culpa era el sentimiento que más pesaba y que me hacía entrar en el agujero…Estoy con los sentimientos a flor de piel, aunque no lo quiera admitir he abierto la vereda del dolor, sentimientos muy bonitos y también de insuficiencia, de que nunca voy a poder…” Yo le escucho atenta y ella continúa: “He cambiado de habitación y voy a hacer el Camino de Santiago en Semana Santa y cosas que querría hacer… Hablando de Romeo II dice: “Estamos hechos el uno para el otro por encima de lo racional, no creo que esto se vuelva a dar porque eso se puede caer, no creo que eso me vuelva a pasar nunca” Yo le insinúo: “Ya no quieres ser Julieta”…
Sabemos que una evolución satisfactoria del YO y de las pulsiones bajo el primado genital favorece más el amor que el enamoramiento. Un ideal del yo que haya investido la evolución habrá perdido algo de su megalomanía, y soportará la relatividad, por lo tanto, la cotidianidad. Aun así, hay una parte de Julieta que no quiere renunciar, insiste, se aferra…y me contesta: “Una parte de mi ello lo quiere, siempre va a haber una parte de mí que busque eso en las personas y en las relaciones que tenga”.
Decidí dejarlo ahí. Le había escuchado al principio de la sesión que había cambiado de habitación, además era un tema recurrente, la semana anterior también habló de ello, es muy importante esta referencia pues simboliza un espacio contenedor, el espacio terapéutico fue ese lugar extrauterino en el que encontró el holding que necesitaba, ahora ella estaba creando su propio espacio, la habitación fue para mí ese significante que escuchamos en atención flotante por lo que le pregunto ¿qué me decías de que has cambiado de habitación en Navidad? Y Julieta me contesta:
“Estas Navidades tomé la decisión de cambiarme de habitación, es la que tenía desde los 13 años, no tenía nada que ver con mi YO de ahora. Estaba al fondo de la casa y daba como a un patio, estaba bastante aislada del mundo en un sitio en el que ni siquiera me identificaba con él, no llegaba el WI-FI, hay otra habitación que la utilizábamos para cuando venían estudiantes, había cosas mezcladas mías y de mi madre. Da a la calle, no al patio, está mucho más lejos de la habitación de mi madre, más cerca de la puerta y de la cocina, está en la otra punta…Me traje mis pinturas, mis películas mis libros, es una habitación que me representa, me he puesto mis plantas, mi guitarra, no está terminada de decorar porque no he tenido tiempo, tenía necesidad de salir y como no podía irme, he hecho lo más parecido que es cambiar de habitación”.
“En la perspectiva del proceso psicoanalítico y en la historia de la transferencia podemos decir que a medida que el inconsciente se vuelve audible es posible resignificar los conflictos”
(Freud, 1899).
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*Sobre la autora: Lilian Ospina Martínez. Psicóloga general sanitaria. Licenciada en psicología por la UCM con la especialidad de psicología clínica. Miembro de SERYMP (Sociedad Española de Rorschach y Métodos Proyectivos) y AECPNA. Trabaja en consulta privada con adultos, niños y adolescentes.
Revista nº 19
Artículo 9
Fecha de publicación JULIO 2021