Ana Isabel Perales
Reflexiones y comentarios por Tamina Orellana**
¿Por qué es importante presentar este caso? ¿Por qué es importante transmitirlo?
Propongo tres conceptos que han estado presentes hoy, que se relacionan entre sí y que nos van a permitir hablar de transmisión:
- El síntoma y su comprensión
- La transferencia
- El trabajo con los padres
Sabemos que el síntoma es la demanda, es la manera que tenemos para poder llegar al encuentro con un psicoanalista. Algo debemos poner en ese primer momento para dirigirnos a otro que nos ayude a entender qué nos sucede y en el caso de una hija, qué le sucede. Esta es la función del síntoma en un primer momento; nuestro billete de entrada a algo muchas veces desconocido o a veces intuido, pero aún sin saber.
En el caso de Elisa el síntoma es el insomnio de la niña; también está la angustia de los padres ante la aparición de este y el sufrimiento de su hija. El padre y la madre apuestan por el intento de comprensión de este antes de la medicación y se entrevistan con Ana Isabel.
Estos buenos padres son advertidos por Elisa, quien les dice que sabe por qué no duerme, pero no se los puede decir, lo que no puede decirle es que son ellos mismos, de diferentes maneras, quienes no la han autorizado a hablar.
Para poder comenzar necesitamos conocer la situación triangular de la niña, no podemos hablar de síntoma sólo por una observación de conducta, debemos intentar comprender qué tipo de evitación está en juego, qué tipo de muerte no es aceptada, pensar cómo se juega la castración en el Edipo. Debemos pensar el síntoma en la historia del sujeto para así poder pensar por qué ahora. Pensar la historia familiar y transgeneracional, ya que esto es lo que le da un lugar determinado al sujeto en la triada y en la dinámica del deseo; esto, la cultura y la contingencia. Tenemos claro, que el deseo y la historia de los padres, y la de sus familias de origen, son una clave inequívoca para comenzar la escucha de un caso, este caso.
Pero hay una cuestión fundamental, que es que la niña no es un objeto parcial, esto Dolto no se cansa de decirlo a lo largo de toda su obra, nos dice: el Ello “…no existe sin un sujeto que ha deseado encarnarse en ese mamífero de la especie humana que está prometido a la palabra”. Para ella la clave está en el “ha deseado”, ya que siempre hay un deseo inscrito en él, por fuera o por dentro del deseo de los adultos, de la madre y del padre.
Lacan lo expresa de otra manera con su famosa frase “…de nuestra posición de sujeto somos siempre responsables. Llamen a esto terrorismo donde quieran”. Aquí, siguiendo la lectura de Eidelsztein, podemos pensar que no se alude a una cuestión de responsabilidad subjetiva de conócete a ti mismo y hazte cargo; sino a que desde el psicoanálisis debemos ser responsables del sujeto con el que trabajamos, un sujeto de deseo y anudado al lenguaje. Y es ahí que como analista de niños tenemos que estar advertidos que el deseo de los padres, la historia familiar y transgeneracional es muy, muy importante, pero la niña es un sujeto de deseo y este deseo no está totalmente determinado por sus figuras parentales y sus historias; existe un deseo propio, a la vez que un punto de desconocimiento y de creación, tanto para el paciente como para el analista. La niña puede estar completamente tomada por el deseo de los padres, ser un objeto parcial para ellos, pero nosotros analistas no debemos olvidar que esa niña no es sólo eso, no es sólo un objeto parcial del deseo de los padres, ahí también reside la cuestión del trabajo analítico y es el elemento que por ejemplo, nos permite no culpabilizar a los padres de todo aquello que le ocurre a su hija; es el elemento que nos permite la doble escucha y ética de esta.
Entonces la cuestión del síntoma, que bien sabemos que no podemos atacar directamente con la paciente, es fundamental para comenzar a comprender el caso porque nos lleva directamente a la pregunta por su deseo.
En este caso, es un acto de Ana Isabel lo que permite que se movilice la dinámica del deseo, la transferencia y que el síntoma se cambie; un acto donde hay cuatro, que es lo que permite el tratamiento.
Ana soporta y se somete a un primer momento de incomprensión y desciframiento en las sesiones de entrevista con la paciente hasta que la repetición de un significante hace que se vuelva a reunir con los padres para explorar algunos aspectos de la historia familiar. Este significante es “La Matada”.
En esa sesión la madre se siente autorizada a exigirle al padre que revele su relato, madre que ha aceptado y ha sido cómplice del silencio del padre todos estos años; el padre accede y devela una parte de su historia que le ha sido imposible elaborar y resolver con ello su trama edípica que ha trasladado a su hija. Ante este secreto, Ana contextualiza la importancia de su comunicación a sus hijas, especialmente, la paciente, y los padres responden y cumplen.
La confesión que la paciente escucha de sus padres hace que el síntoma por el que se consulta desaparezca y salgan a la superficie las ideas obsesivas, la niña se siente también autorizada, a partir del relato del padre en presencia de la madre, a revelar su conflicto psíquico a la analista, esto va a permitir que comience su análisis como tal. Dice Dolto: “El niño que no ha sido castrado en el plano de su palabra; es decir que, en el triángulo edípico, no ha sido confrontado al hecho de que la palabra del cónyuge tiene más valor que la suya para el otro padre, cuando el cónyuge se encuentra presente. Es ahí donde se ve cómo se juega el narcisismo secundario que proviene, justamente, del Edipo y que protege al niño. Es por este narcisismo secundario por el que él se protege del incesto; en ocasiones por su silencio”.
Estas ideas obsesivas que dan cuenta del conflicto psíquico, podemos pensarlo como síntoma de base o el síntoma verdadero o podemos pensarlo como el intento de una respuesta adaptativa o también podemos pensarlo como una respuesta defensiva; todo esto nos llevaría a preguntarnos cuándo comienza un síntoma. Para ello lo que necesitamos conocer es el origen, el cómo, desde cuándo y por qué de la psiquiatría clásica pero infaltables en nuestro trabajo que intenta comprender algo.
Sabemos en términos teóricos que una idea obsesiva es una resistencia a un deseo, un deseo que se estrella a una prohibición superyoica y por ello este síntoma nos habla de un deseo prohibido, ser el objeto del amor del padre por identificación con la tía, lo que la hace rivalizar, entrar en competencia con la madre. También sabemos que estas ideas al ser repetitivas nos hablan de la pulsión de muerte, de una vuelta al estado anal.
El significante la matada adquiere toda su relevancia y gira como una ruleta rusa, a veces, con su mismo peligro. Lo que sabemos es que esta mujer, es matada para la paciente, no se ha muerto o ha tenido un accidente; por lo que es necesario preguntar ¿quién la mata?
Hacer el trabajo de este significante, es decir, comprender las versiones que tiene para la paciente, es lo que nos permite comprender el síntoma y su conflicto.
Comienza la serie con: Mi tía se mató; Mi tía es matada por su novio.
A partir del relato en voz del padre adquiere el significante cuerpo activo: Mi padre la ha matado para mi; Yo he matado a mi tía y ocupo su lugar; y se desplaza a: Yo puedo matar a todas las mujeres guapas; paraterminar en: Yo puedo matar a mi madre, mi madre es matada por mi para quedarme en su lugar junto a papá.
Este es el conflicto psíquico que nos trae la paciente. El padre ha matado a su hermana en la palabra, en el discurso transgeneracional lo que ha permitido un vacío en las posiciones y donde Elisa es puesta por el éste como objeto de amor edípico, como una serie que se inicia, hasta donde sepamos, con su propia madre de mujeres bellas y chispeantes. (Esto no es menor porque la pólvora puede o su destino es explotar y provocar daño, y esto es lo que le ha ocurrido a estas mujeres, están muertas, así comienza la serie propuesta por el padre: las que son así se matan. Ellas no se han matado pero la trasmisión del padre es que, si lo han hecho, y la paciente lo ha tomado en su versión. No podemos saber qué ocurrirá, pero quisiera pensar que gracias al trabajo analítico esta serie no se volverá sobre ella misma, Yo me mato. Uno no puede hacer profilaxis, pero este es un tema interesante a pensar, porque esa también es una identificación posible ante los destinos propuestos. Lo podemos hablar luego pero no veo yo que estemos ante ese escenario).
Si bien el padre la ha ubicado en ese lugar amoroso de manera inconsciente y con efectos en la realidad fáctica y psíquica de la niña, ella también se ha dejado ubicar aquí y ha disfrutado de ese lugar que no es cualquier lugar, es el lugar de las Polvorillas, don del que su madre está desprovista. El conflicto es como decíamos, el choque de este deseo con la prohibición. Este choque se ha hecho esperar en su manifestación. Sólo podemos saber de él hasta que Elisa aparece como una niña insomne que no puede dormir hasta que reciba la noticia que necesita para descansar, en su caso, la develación de un secreto, ya sabido por ella en lo inconsciente, que le permita poder en marcha el trabajo psíquico que necesita hacer.
Este acto analítico permite entonces, no sólo la revelación de un secreto, sino que saca a la niña de la inhibición en la que estaba entrando e incluso la aleja de la formación de una fobia. Este acto la relanza a la dinámica del deseo y sus avatares, que no son menores, pero que están enfocados a poder salir de la conflictiva edípica de una manera determinada, reubicándose ella en la dinámica familiar con la figura del padre y la madre; y a dar paso al periodo de latencia en posición de hija mujer, una vez que se va desenredando del deseo paterno y reubicándose en relación al deseo materno. Una vez que se ha hecho este trabajo, la paciente puede comenzar a reconocerse como sujeto autónomo que intenta buscar sus propias identificaciones. ¡Nada menos que de esto va el tratamiento!
Pero qué otra consecuencia tiene el trabajo de Ana Isabel en las entrevistas con la niña y con los padres luego de éstas, el giro en la transferencia. La paciente sabe que sólo hay una razón por la que sus padres hablan de esta parte dolorosa de la historia del padre y que la incumbe directamente a ella, ella sabe que hay alguien que sabe qué se debe decir y esto posibilita el paso de una transferencia suspicaz y de desconfianza, a posicionar a la analista en el lugar del saber; esto es lo que permite la entrada en análisis de Elisa.
La paciente sabe que es Ana quien le ha permitido a la madre aparecer y poner límite al padre y quien le ha dicho al padre que hable, ella sabe que es la analista quien ha puesto orden en su dinámica familiar y eso tiene un carácter terapéutico para ella porque ahora ella tiene un lugar dicho, incómodo, pero dicho. Saber que ahora las cosas se pueden decir, le permite dormir.
El síntoma, articulado al significante, en tanto somos seres hablantes y de deseo, y a la transferencia, nos puede permitir una trasmisión psicoanalítica. Lacan dice en 1978, “Tal como ahora lo pienso, el psicoanálisis es intransmisible. Es muy molesto. Es muy molesto que cada psicoanalista esté obligado –puesto que está obligado a ello– a reinventar el psicoanálisis”. Y es verdad que es muy molesto porque es claro que otro analista habría elegido otros puntos para comentar y aunque fueran los mismos lo haría de otra manera. Por eso he intentado ser rigurosa y leer a través del síntoma, el significante y la transferencia una pequeña parte del caso que nos presenta Ana Isabel hoy.
Para terminar, quiero leer esta cita que me parece muy atingente para iniciar la conversación ya que nos plantea la cuestión ética en nuestro quehacer psicoanalítico, nos recuerda que no somos omnipotentes y debemos soportar y someternos a la castración durante nuestro trabajo, también. Nos invita a pensar, o a mi al menos, qué hacer con un caso, cómo enfrentarlo, hasta donde llegar y cuándo parar; a la vez que nos invita a la acción, al uso de la palabra y el acto.
En una conferencia publicada en 1988 le preguntan a Dolto por su experiencia clínica y el “impacto psicoanalítico sobre el destino de los niños”, y ella responde: “La palabra “destino” para un psicoanalista, atañe tanto a la transferencia, como a lo imaginario y a la historia del sujeto. Pero es también una palabra que recuerda la parte desconocida en la vida del sujeto, desconocida para el psicoanalista. Es al menos la cuestión de “¿Cómo vive?” “¿Cómo marcha?” Yo misma como psicoanalista, no sé lo que es un destino; como todo el mundo, sé lo que es una historia a través de lo que se revela en tal o cual caso; pero la historia de un sujeto está vinculada a desconocimientos. El psicoanálisis puede explicar teóricamente los efectos del encuentro de un niño (o un adulto) con un psicoanalista, y las resonancias que este encuentro produce en el inconsciente de uno y otro. Esto no impide que subsista un desconocimiento en cuanto al futuro del paciente. Es por esto por lo que doy testimonio de mi práctica. Porque lo que no se entiende, no hay que callarlo. Probablemente de esta manera, las generaciones siguientes entiendan mejor que nosotros… …Es tener humildad ante nuestro trabajo… … porque hay una parte del deseo sobre la que el psicoanalista no puede pretender tener ninguna clase de dominio”.
Bibliografía
Dolto, F. (2000). Diálogo preliminar entre Francoise Dolto y Jean-Francois de Sauverzac. Seminario de psicoanálisis de niños 3. Inconsciente y destinos. Siglo veintiuno editores.
Dolto, F. (2000). Síntomas obsesivos. Un desarrollo acerca del narcisismo. Seminario de psicoanálisis de niños 3. Inconsciente y destinos. Siglo veintiuno editores.
Dolto, F. (2000). La ausencia de un nombre dentro del otro. Seminario de psicoanálisis de niños 3. Inconsciente y destinos. Siglo veintiuno editores.
Eidelsztein, A. (2015). La responsabilidad subjetiva en psicoanálisis. El rey está desnudo. Revista para el psicoanálisis por venir. Véase https://elreyestadesnudo.com.ar/wp-content/uploads/2015/09/La-responsabilidad-subjetiva.pdf
Lacan, J. (2010). La ciencia y la verdad. Escritos 2. Siglo veintiuno editores.
Lacan, J. (1979). 9 e Congrès de l’École Freudienne de Paris sur « La transmission » . Parues dans les Lettres de l’École. N° 25. Vol. II. Véase https://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/1978-07-09.pdf
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*Sesión Clínica presentada en Aecpna dentro del ciclo “Infancias y adolescencias. Escenarios contemporáneos” el 15 de enero de 2022. La autora declina su publicación por motivos de confidencialidad. Sin embargo, presentamos las reflexiones y comentarios de Tamina Orellana Godoy sobre dicha sesión clinica.
Sobre la autora: Tamina Orellana Godoy. es psicoanalista y psicoterapeuta. Especialista en adultos, adolescentes, niños y niñas. Miembro Feap y Aecpna. Mail: ta_og@yahoo.com
Revista nº 19
Artículo 3
Fecha de publicación JULIO 2022