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EL INDIVIDUO Y LOS OTROS, LO HABITUAL Y LO NUEVO

EL INDIVIDUO Y LOS OTROS, LO HABITUAL Y LO NUEVO

Isidoro Berenstein *

  1. El abismo a salvar entre los sujetos.

2. Transmisión y no transmisión.

3. Las nuevas inscripciones.

4. La imposibilidad de no transmitir.

5. La transmisión entre las generaciones y en la generación

1. El abismo a salvar entre los sujetos. La relación entre las personas es una situación tan simple como problemática desde la psicología así como desde otros conocimientos. Las personas se asemejan y se distinguen constantemente, se distinguen en la semejanza y se asemejan en la diferencia. Una buena manera de describirlos es decir que se relacionan o que están en relación. Pero reconozcamos que esta expresión es bastante enigmática. No es fácil decir que es una relación, ese lugar que caracteriza la preposición “entre”: la relación “entre” Juan y Pedro, entre el marido y la mujer, entre el hijo y el padre, entre E.E.U.U. y China, las tratativas entre israelíes y palestinos, etc.

 “…el “entre”, el intervalo y casi el juego entre los dos términos, su constelación inmediata en una no-coincidencia”. ( Agamben G. (2004) Lo abierto. El hombre y el animal. Pre-textos. España. 2005)

Podemos empezar diciendo que llamamos “relación” a la ligazón que se da entre los sujetos que perteneciendo a una situación no coinciden y que genera una transmisión de que se está allí con el otro, formado parte de ese conjunto y no de otros posibles. La partícula “trans”, de transmisión equivale (en latín) a pasaje de zonas o lugares), translada hacia otro lugar. La idea es de hacer llegar a otro. No a cualquier otro sino a quien o con quien se está en relación. Se la piensa de dos maneras: I) la relación es lo que resulta, lo que viene después que un sujeto va al encuentro de otro y le transmite deseo, interés, amor. II) la relación funda a los sujetos relacionados, aunque éstos tengan una historia individual o un mundo interna, pero son instituidos como sujetos desde la relación. Pensemos un padre y un hijo. Cada cual va al encuentro del otro, el padre es primero y desde el punto de vista biológico antecede al hijo y lo genera. Pero solo es padre desde el hijo, sin éste no lo es. Pareja matrimonial, hacen una relación y la relación los genera y cada uno de ellos tiene su manera de ir al encuentro del otro.

Una cuestión importante es desentrañar si entre un individuo y otro de una relación o de un conjunto hay continuidad y forman parte de una gran unidad o si entre ellos hay un vacío, una cesura, un hiato que obliga a esa tarea constante de construir el vínculo. Esto se aplica a la familia tanto como a la comunidad. Estar en una relación obliga a emitir señales, a transmitir que se está en una relación, si no se da se crea una situación enormemente perturbadora: estando con el otro, el sujeto se registra irremisiblemente solo. Las experiencia entre personas transmiten una idea de ligazón o vínculo significativo y a su vez produce nuevas inscripciones, como ocurre en el amor, cuando se está en una relación significativa o como ocurre en una revolución cuando se está en lo que va a producir una conmoción política. A una nueva situación no le van las representaciones derivadas de la inscripciones anteriores sino que producirá unas nuevas, pasaran a formar parte de la subjetividad y estarán dispuestas a ser transmitidas.

Respecto de la transmisión oscilamos entre dos planos: 1) en lo espacial podemos decir que se da: i) en un plano horizontal, como ocurre entre nosotros y los otros, como se da en una pareja, entre colegas, entre ciudadanos, entre habitantes de la misma generación; y ii) en un plano vertical como la que se da entre padres e hijos e hijos de los hijos en una familia, en las sucesivas generaciones, en las épocas que suceden unas a otras, etc.; 2) En los temporal se dará entre: a) la transmisión de lo ya originado en otra época, sea temprana o infantil, en base a representaciones, construcciones psíquicas y sociales que aportan una marca de lo pasado, y que producen concepciones mas cercanas a la repetición, que sin ser idéntica y presentando alguna variación permite incluirla en la misma serie. Cuando un hecho originado en el pasado se reproducen en un momento actual, adopta su forma, la de su tiempo y puede ser considerada o tomada como una novedad relativa. Lo nuevo aquí sería el momento en el cual se da, una nueva forma, el tiempo actual que da forma a un contenido más o menos fiel al pasado. Los televisores han variado enormemente sus tubos y agregado modificaciones, color, sonidos, nitidez, pixeles por unidad de superficie, pero siguen albergando el invento original y sus novísimas modificaciones permiten reconocer el origen; b) la auténtica y genuina producción de lo nuevo, las nuevas inscripciones que no pueden remitir a un pasado y sorprenden porque no tenemos una referencia previa con la cual compararla. La memoria de esas nuevas inscripciones produce sucesivas reordenaciones de ese material. Lo mas probable es que se de una combinación de ambas modalidades, la i) y la ii), la a) y la b), pero ello nos obliga a ser extremadamente cuidadosos en diferenciarlas ya que por lo general se puede creer que todas ellas se articulan y producen algo persistente en el tiempo. Genera malestar y dificultades percibir su discontinuidad desde un pensar continuo.

2. La transmisión entre los seres humanos. Tiendo a pensar que la transmisión entre los seres humanos está impregnada de azar y de incertidumbre, hay que estar a la espera de una apertura entre ellos, o entre nosotros, y no todas las comunicaciones verbales la generan. Esta percepción de cierre siendo intolerable es revestida de palabras que suponen producir una apertura, regularla y gobernarla. Su fracaso produce una herida narcisista y lleva a recurrir a los registros de experiencias anteriores bajo la forma de representaciones que producen recuerdos y evocaciones, seguramente deformadas por el recordar, anidan en nuestro mundo emocional y suponen la ilusión de que el otro coincide con ellas. La identificación, la proyección y la introyección y la identificación proyectiva son los modos canónicos de transmisión emocional de lo interno de un sujeto en el otro, lo que lleva a considerarlo su prolongación, que éste aloje de la mejor manera lo que el primero deseó hacerle conocer introduciéndolo dentro de su mundo mental. Se crea un “entre”, pero éste tiene una cualidad diferente al “entre” que traté de describir mas arriba, ahora la subjetividad se inicia desde la relación. Puede resultar difícil diferenciarlos porque la conexión resulta de una mezcla variable de ambos. Quizá debamos llamar a la primera transmisión por transferencia. “Trans” es lo que va de un lugar a otro que lo espera o lo recibe y desea recibirlo. Pero hay otro mecanismo de transmisión: la imposición de una presencia, con la cualidad de otredad, donde la identificación en principio no parece ejercer efectos y solo se da lo que se impone bajo el imperio del momento. Allí “transmisión” no sería connotado como lo positivo que va de un sujeto a otro, como los valores, los ideales, las creencias o connotado como lo negativo, como el objeto muerto, lo desvitalizado, lo sin vida, como se da en algunas situaciones clínicas. “Transmisión” sería lo que se da como pasaje de un espacio – lugar a otro por un espacio abierto y también algo que se genera en ese “entre” y que a su vez inaugura una clausura, que pronto adquiere la magnitud de una frontera que limita y separa a los sujetos. A esta podemos llamarla transmisión por interferencia. Si fuera posible imaginar una direccionalidad diría que se transmite desde el espacio “entre” hacia los sujetos para luego volver al espacio “entre”, lugar un tanto indefinido, de frontera y de vacío, vacante y de pasaje, pero con capacidad para generar significancia. Las experiencias, sino se destruyeron, son aptas para ser repetidas pero para tener vigencia se debe estar a la espera de su vuelta.

Ninguna inscripción anterior puede tener vigencia para lo que se ha de dar ahora. La presencia de otra persona con una mente diferente puede crear dificultades desde la perspectiva narcisista, desde allí resulta amenazante y desde allí se desea “llegarle” o en un contexto educativo “enseñarle”. imponerle alguna transmisión representacional. “Enseñarle” es lo opuesto a habitar ese espacio que llamamos “entre”, sería abrirlo cuando se está ante la expectativa de cierre, un cierre, una clausura que produce una diferencia o al menos una no coincidencia que permite producir significación.

3. Las nuevas inscripciones. No tienen existencia previa, se constituyen “entre” sujetos relacionados, quienes se instituyen no antes sino a partir de esas marcas. Podríamos decir que para los seres humanos, la relación funda los términos pero no los presupone. Los términos son los sujetos. Los funda en el sentido de que no hay nada antes de la relación y los términos son términos de la relación y ésta supone una exterioridad. Que no los presupone quiere decir que no son supuestos, y aunque cada cual tenga su propia existencia e historia, no están puestos previamente a la relación. El sentido de exterioridad no es solo lo que los otros ven de uno, no es solo cualidad perceptiva. Es lo que no se logra incorporar del otro ni éste de aquél. Lo que quiero venir a decir es que el humano deviene sujeto por varios caminos: uno de ellos es su propia historia y evolución desde lo infantil y las relaciones con esos otros que principalmente forman su parentesco. Otro camino por el que deviene sujeto es el que anda por la relación con el o los otros que no pertenecen al parentesco. Se realizan mediante:

a) un registro, que sin pasar por la palabra deja una marca corporal que puede organizarse como un funcionamiento, un hábito o como maestría en el uso del cuerpo, allí donde el contacto entre dos o más es hecho con el mínimo de forzamiento y el máximo de placer. Podemos verlo, como ejemplo, en la relación entre el niño y su madre y como van adquiriendo maestría en el manejo de ambos cuerpos en relación al pecho. También en las relaciones sexuales, en una pareja, cuando ambos ubicaron las nuevas presentaciones del cuerpo y que al pensarlas, con un fuerte matiz de idealización, como una coincidencia suponen que desapareció la interferencia. En realidad la hay pero “hacen algo con ella”, es decir generan un modo de incluirla, sin borrarla ni negarla, como diferencia en el movimiento de los cuerpos. No permiten que se constituya en algo sólido. Cuando dicen que se conocen, suponen conocer los movimientos, las zonas corporales y sin embargo ocurre que dan lugar a lo no sabido, lo nuevo que puede emerger, lo que liga la novedad con placer del descubrimiento para si mismo y en tanto para el otro; b) un registro susceptible de ser puesto en palabras y transmitido como un conocimiento; c) una visión del mundo que los rodea, lo que Uexkül llama Umwelt, (Agamben, 2004) mundo ambiente, donde circulan portadores de significado y de marcas que solo son las que interesan a quienes están allí. Cada grupo de sujetos vinculados está rodeado por un Unwelt, ha seleccionado un conjunto de portadores de significado. Con ellos habitará el “entre”, el espacio abierto-cerrado por donde han de circular las donaciones de significado, espacio que hemos de pensar como un intervalo, como vacío, como no coincidencia, como un área suspendida donde trabajarán el azar y la incertidumbre para que los portadores de significado lleguen a constituir una intersubjetividad.

4. La imposibilidad de no transmitir. Nada de lo ocurre entre los seres humanos escapa al otro en el mundo que los rodea. Los secretos de los padres, sus peleas y dificultades sexuales, sus amores y sus odios se transmiten aunque a veces sean desmentidas por las palabras. Llegan a ser conocidas por los otros, captadas aunque puedan expresarse equívocamente con otros términos, tomadas en la red perceptiva construida a la medida de los sucesos ocurridos. No se puede no transmitir al otro y no se puede no tener nuevas inscripciones en la relación entre los seres humanos. Aparentemente no hay salida. Es probable que esa transmisión tenga la propiedad de la conectividad (Moreno, 2002.) espontánea, súbita y efímera. Agamben (2004) en sulibro, bastante sorprendente y ciertamente no fácil, en el capítulo 11 habla de la garrapata. Cuenta inicialmente que Uexkül, biólogo de comienzos del siglo XX, describe que la garrapata se posiciona en una rama y espera certeramente el paso de un animal, perro u hombre para dejarse caer sobre él y chuparle la sangre. Desde una visión humana o antropomórfica se podría decir que después de esperar, “ha captado a su víctima”, se puede agregar intencionalidad y decir “que la estaba esperando” y que en realidad ésta le ha transmitido los signos propicios que desencadena su actividad. Transmisión biológica. Sin embargo la garrapata carece de ojos y oídos y conserva solo el olfato y el tacto. El ácido butírico de las glándulas sebáceas de lo que pasa por debajo de la rama lo anima a tirarse y al caer sobre algo caliente, lo táctil le hace encontrar donde prenderse a la piel y chupar la sangre. Allí se cierra un circuito, un azar deja de serlo. Estudios posteriores del mismo biólogo indican que cualquier líquido de 37 grados lo estimula a chupar. Pero hay un trípode vital-fatal para la garrapata: i) el ácido butírico de las glándulas, ii) la temperatura de la sangre y iii) el tipo de piel con pelos e irrigada por sangre a esa temperatura. Los llama, como dice mas arriba, “portadores de significado”. Esta descripción biológica nos puede resultar útil para decir que tenemos la ilusión de que se “busca al otro adecuado” para hacer un vínculo, como si se hiciera desde un mundo cerrado a otro, lo que en realidad parece tratarse de un mundo abierto sujeto a la eventualidad y a la contingencia. Aunque se ha estudiado cuales elementos del animal le han servido de mensajes (para la garrapata, el ácido, la temperatura, etc.) el grado de azar y de incertidumbre es impresionante: si pasa o no por allí, si tiene precisamente esa temperatura, etc. A pesar de las certezas que revisten la transmisión de indicios o la falta de ellos un grado grande de circunstancialidad las gobierna.

5. La transmisión en la generación y entre las generaciones. Las clásicas dimensiones de la lingüística, como lo señalamos mas arriba operan aquí también: horizontal entre los de la misma generación y vertical o entre las generaciones. La transmisión intergeneracional se da tanto de sujeto a sujeto como también a través de la Estructura Familiar Inconsciente, ese conjunto de lugares y vínculos que hacen a la base del parentesco. Ambas brindan dos dimensiones de la transmisión: la del Ideal del yo de los padres así como del Ideal de yo –Superyo recibido por los padres de sus propios padres. Esa sería la vía de transmisión de las tradiciones, de la pertenencia a un grupo social o a una cultura con ramificaciones religiosas frecuentemente acompañadas de convicciones que la hacen incuestionables. Frecuentemente la transmisión de los contenidos del mundo interno, del mundo intersubjetivo y del mundo social se asocia. Ello no los hace ser lo mismo pero puede considerarse encubridoramente que tienen un solo y único origen cuando en realidad se observa que dan lugar a distintos tipos de sufrimiento, por lo que se puede inferir que provienen de lugares diferentes. No hemos sido entrenados a tratar como diferentes lo producido por estos mundos.

Trans indica el pasaje de uno a otro como por ejemplo en la transferencia: lo inscripto en uno de ellos pasa al otro algo del orden de la vivencia y del conocimiento. Solemos decir por ejemplo: los maestros transmiten a los alumnos.

Habría dos clases de transmisión: i) la que opera por identificación en sus distintas variantes asociada con proyección, se transmite lo semejante, “deseo que seas como yo” o “deseo ser como tu” o como en Si yo fuera tu, la novela de Julián Green citada por Melanie Klein en On identificación. Esta transmisión tiene una vertiente positiva: “te deseo en tanto objeto de mi deseo” y una vertiente negativa:”no te deseo en tanto sujeto”, ii) por imposición: se instala la ajenidad, esa propiedad que define la otredad, impone ser aceptado no por similitud sino por lo ajeno que aporta, por las marcas que trae como novedad, porque se relaciona con la obligación de dar y no solo con el deseo, transmite que la obligación hacia el otro precede u ocupa otro lugar que la reciprocidad, esa relación donde se supone dar porque nos dieron primero. 

Bibliografía

Agamben G. (2004) Lo abierto. El hombre y el animal. Pre-textos. España, 1005).

Berenstein I. (2007) Del ser al hacer. Curso sobre vincularidad. Paidos. Buenos Aires

Moreno J. (2002) Ser humano. La inconsistencia, los vínculos, la crianza. Libros del Zorzal. Buenos Aires)

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  • Sobre el Autor: Isidoro Berenstein es psicoanalista, miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, co-director científico del departamento de familia y pareja de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, director científico del departamento de familia de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Mary Sigourney Award 1993 por destacadas contribuciones al psicoanálisis.

Libros publicados, entre otros:

Psicoanalizar una Familia

Lo vincular (en colaboración con la Dra. Jeanine Puget)

El sujeto y el otro.

De la ausencia a la presencia

Devenir con otro(s)

Ajenidad, presencia, interferencia

Revista nº3
Artículo 4

Fecha de publicación: MARZO 2010


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