Saltar al contenido
¡Donde ha quedado mi caja de juego!*

¡Donde ha quedado mi caja de juego!*

Guadalupe Maroño**.

Introducción por Nuria Sánchez-Grande***

Buenos días. En nombre de la comisión directiva os doy la bienvenida un año más a nuestro querido espacio clínico.

Con alegría saludo a alumnos, profeso­res, socios y con mucha ilusión a todos los colegas que por primera vez se acer­can a AECPNA para compartir en este espacio tan especial para nosotros.

Un espacio planteado para algo en lo que tenemos experiencia, pensar con otros. Un espacio creado para pensar juntos sobre nuestro quehacer diario en la clínica con niños, adolescentes y tra­bajo con padres. Un quehacer que como sabéis va acompañado de interrogan­tes, incertidumbres y está atravesado por los imperativos e imposiciones de la sociedad actual.

Si algo caracteriza a nuestra institución es la sensibilidad al sufrimiento y males­tares de nuestra sociedad. Estamos es­pecialmente atentos a las problemáticas que afectan y sacuden a la infancia y la adolescencia hoy. Así lo reflejan mu­chos de los ciclos y seminarios en los que venimos trabajando[1] y buscando respuestas desde el pensamiento psi­coanalítico, y el de este año no es una excepción. Bajo el título “Infancias y adolescencias. Escenarios contemporá­neos” este curso, os invitamos a cues­tionarnos sobre aspectos como el ejerci­cio del análisis de niños durante la pan­demia, la transexualidad, las autolesio­nes, el sobrediagnóstico y la psicosis in­fantil entre otros. Encuentros en los que a partir de los materiales de los y las po­nentes podamos compartir experiencias y pensamientos sobre nuestra práctica profesional. Una praxis sustentada en el psicoanálisis es una tarea profesional fuera de moda, rica, variada, apasio­nante e infinita. Y por eso estamos aquí, para seguir pensando lo nuevo que surge sin perder la esencia del psicoa­nálisis.

Hoy, Guadalupe Maroño presenta “¿Dónde ha quedado mi caja de juego?”. Un interesante trabajo que da testimonio del análisis online con un niño de 11 años durante la pandemia. Mucho se había escrito antes de la pan­demia sobre ¿cuál es la esencia del psi­coanálisis? ¿qué hace que el psicoaná­lisis sea psicoanálisis? – ¿el diván?, ¿la presencia del cuerpo? ¿la frecuencia de las sesiones? O ¿el acceso al incons­ciente y por tanto a la subjetividad del paciente?–. Como decía, se había pen­sado mucho sobre qué es el psicoanáli­sis y sobre su especificidad en la clínica con niños, pero como todo aconteci­miento traumático, la pandemia y el après-coup resignificó nuestro trabajo anterior y, a mi parecer lo está enrique­ciendo. Personalmente opino que el tra­tamiento online con niños y adolescen­tes vino para quedarse entre aquellos profesionales que lo deseen.

Permitirme una reflexión personal.

Antes de la pandemia había profesiona­les que trabajábamos a distancia con adultos, pero esta práctica, ¿era una op­ción con los niños? Diría que no, profe­sionalmente no me vi en esa situación, pero imagino que habría aceptado la in­terrupción y habría intentado una deriva­ción, pero no me habría planteado se­guir de forma virtual, no era una opción. Antes de la pandemia era impensable dentro del campo psicoanalítico que la tecnología que permitía trabajar con adultos facilitara el trabajo con niños.

Como decía, en AECPNA venimos tra­bajando en los desafíos de la clínica con niños y adolescentes.

Gracias a Gabriel Ianni, presidente de AECPNA, y su experiencia compartida con los videojuegos[2] en las sesiones con niños y adolescentes habíamos em­pezado a plantearnos la incorporación de la tecnología en los tratamientos de niños, pero ya sabemos, cuando pare­cía que “teníamos algunas respuestas cambiaron las preguntas”. Entonces, la realidad pandémica y sus limitaciones se impuso abruptamente. Y como tam­bién sabemos, allí donde surgen las li­mitaciones se moviliza el deseo. Nues­tro deseo de análisis, la responsabili­dad, el compromiso con los niños y ado­lescentes que atendíamos nos impulsó a buscar formas de continuidad e in­cluso de inicio de tratamientos. La pan­demia irrumpió en la sociedad y por ende en las consultas y nos obligó a ar­ticular una praxis novedosa que mucho tiene de la anterior.

Bien es cierto que, ese tránsito, esa transformación no fue directa ni fácil. Aparecieron resistencias y cansancio entre los profesionales ante lo ajeno que suponía la nueva modalidad. En mu­chos casos se interrumpieron los trata­mientos sin saber hasta cuándo o se planteó cambiar el encuadre y trabajar sólo con los padres. La situación se pro­longó y se fueron superando insegurida­des, resistencias ante lo ajeno, dismi­nuyó la exigencia del yo ideal psicoana­lítico, lo importante era estar, acompa­ñar, para explorar nuevos territorios. El resultado es que hemos conquistado posibilidades que sin duda nos permiti­rán dar atención a niños y niñas que en otras circunstancias no eran posibles. Además de acompañar a los pacientes niños y adolescentes en momentos complejos, hemos seguido accediendo al inconsciente, abordando conflictos psíquicos, y continuado la dirección de la cura de los tratamientos. Además, la posibilidad de ejercer el análisis telemá­tico con niños y adolescentes nos per­mite planteamientos que antes no: re­cientemente una colega me preguntaba si alguien podría atender al hijo de una paciente peruana que quedó en el país de origen.

Para aquellos profesionales a los que les ocupa y preocupa la infancia y la adolescencia el tratamiento online abre posibilidades de intervención con ellos que como decía, antes eran impensa­bles. En mi opinión no podemos descar­tar las opciones de los dispositivos tele­máticos con niños y adolescentes apa­rándonos en la no presencia del cuerpo. Si bien el cuerpo en el trabajo con niños es fundamental pues a través de él co­munican lo que aún no pueden mentali­zar y poner en palabras, en el dispositivo telemático accedemos a él mediante la mirada.

Gustavo Dessal escribió durante la pan­demia en un artículo titulado “¿Qué has hecho tu psicoanalista durante la pande­mia?”[3] en el que reflexionaba sobre esta cuestión a propósito del análisis con adultos. Cito a Dessal “El argumento de que en el encuentro telemático el cuerpo no participa, es algo que sin duda ca­rece de todo fundamento. La comunica­ción telemática es finalmente una pro­longación técnicamente sofisticada de la voz y la mirada, dos referentes que el psicoanálisis pone de manifiesto como parte de los avatares corporales del cir­cuito pulsional. La presencia es algo mu­cho más complejo que la idea simple de la comparecencia física. Se puede per­fectamente estar presente como yo real en la realidad, y no obstante estar au­sente en tanto sujeto.”

La presencia en el tratamiento de niños no es lo que hace que lo califiquemos de análisis, y por lo tanto curemos, si no la posibilidad de hacer del espacio psico­terapéutico un espacio transicional de juego en el sentido winnicottiano. Es aquí donde los niños y las niñas, durante los meses más duros de la pandemia, los del confinamiento, nos han demos­trado que es posible trabajar en los dis­positivos telemáticos. En el dispositivo psicoterapéutico que llevamos en cola­boración con Paideia[4] hemos podido comprobar cómo era posible crear un espacio transicional a través de las pan­tallas. Bajo la supervisión de Freya Es­carfullery y el trabajo clínico de Lilian Ospina, hemos visto gran variedad de situaciones: niños que incorporaban la pantalla a modo de taquilla, de escena­rio, y al otro lado estaban ellos ac­tuando, vendiendo entradas…, los que apareciendo y desapareciendo de la vista de la analista actuaban el conflicto con los adultos, o los que con su silencio comunicaban la incomodidad con la fa­milia. También los que a pesar de iniciar el tratamiento online establecieron una transferencia positiva y continúan su tra­tamiento de forma presencial.

Entiendo que lo fundamental en el trata­miento con niños, con independencia de la modalidad presencial o virtual, ade­más de la creación del espacio transicio­nal del juego pasa por abordar la posi­ción subjetiva del niño, del mensaje enigmático que su síntoma esconde, y que incluye inevitablemente a los pa­dres y su fantasmática.

Me gustaría terminar con dos ideas.

Por un lado, recordar que el propio Freud, padre del psicoanálisis, recono­cía en “Consejos al médico sobre el tra­tamiento psicoanalítico”[5] que la técnica que allí expresó era la única adecuada para él. Freud reconocía que habría otras posibilidades según la personali­dad del profesional y la actitud de este para hacer frente a los pacientes y sus problemas. Tengamos en cuenta la per­sonalidad de cada uno y la época en la que vivimos para mantener el psicoaná­lisis vivo y de utilidad para la sociedad.

Por otro, algo obvio que creo no debe­mos olvidar como psicoanalistas de ni­ños. Los niños con los que trabajamos hoy son diferentes a los niños que fui­mos nosotros. Los niños de hoy han na­cido en la cibercultura, son nativos digi­tales. Si queremos trabajar con ellos de­beremos familiarizarnos con la tecnolo­gía que usan, y como veremos hoy de la música que les gusta, de la misma ma­nera que lo hacíamos con sus cuentos o dibujos favoritos. Y como dice Gianni Rodari en su libro “Gramática de la fan­tasía”[6], a propósito de un juego, tiene que servir a los niños, no servirse de ellos. Y añado, si no es así, de nada les servirá y no acudirán buscando ayuda.

Sin más os dejo con Guadalupe Maroño y su marchosa presentación en la que como veréis se puede apreciar que si somos capaces de aproximarnos a los intereses de los niños y adolescentes, con independencia de la modalidad pre­sencial o virtual, podremos descubrir su sufrimiento y ayudarles.

Al final de su presentación contaremos con tiempo para discutir sobre todo ello.

Guadalupe es licenciada en Psicología con orientación clínica. Egresada de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Especializada en Psicoon­cología y Cuidados Paliativos y en Psi­cosomática. Docente de Psicología Evo­lutiva en la Universidad de Belgrano (Buenos Aires) y socia plena de AECPNA. Actualmente atiende a niños, niñas, adolescentes, adultos y parejas en la consulta privada.

ΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨ

Exposición de la sesión clínica. Guadalupe Maroño**

“Estimados colegas: Ustedes saben que nunca nos enorgullecimos de poseer un saber o un poder-hacer completos y concluidos; hoy, como siempre, esta­mos dispuestos a admitir las imperfec­ciones de nuestro conocimiento, a aprender cosas nuevas y a modificar nuestros procedimientos toda vez que se los pueda sustituir por algo mejor.” (Sigmund Freud, Nuevos Caminos de la terapia psicoanalítica, 1919, Tomo XVII)

Esta alocución fue leída por Freud en el 5° Congreso Psicoanalítico Internacio­nal, celebrado en Budapest los días 28 y 29 de setiembre de 1918, poco antes de que finalizara la Primera Guerra Mun­dial.

Quise comenzar por estas palabras por­que leerlas me permitió re descubrir a un Freud abierto a nuevas modificaciones en el método que él había desarrollado. Palabras esclarecedoras que nos impul­san a investigar nuevas posibilidades para desarrollar nuestra técnica.

“No hay razones para suponer que el psicoanálisis haya alcanzado ya su má­ximo desarrollo, como que no hubiera nada nuevo y diferente para averiguar”, expresa Ricardo Carlino (APDEBA) en un trabajo presentado en 2011.

Y yo coincido plenamente con esta pos­tura.

No debemos olvidar el espíritu investiga­dor que dio nacimiento al método psi­coanalítico.

En primer lugar, deciros que el objetivo de esta presentación no será sólo la po­sibilidad de reflexionar sobre aspectos clínicos del caso sino fundamental­mente compartir la experiencia de un caso de psicoanálisis infantil a distancia y escuchar cómo fluye el diálogo analí­tico en un marco de trabajo diferente al que estábamos usualmente acostum­brados.

La pandemia del COVID 19 y el confina­miento instaurado en diferentes países determinó profundos cambios en nues­tra vida cotidiana y en nuestro modo de trabajar como psicoanalistas.

El Psicoanálisis infantil no pudo mante­nerse al margen y enfrentó el desafío de implementar la modalidad a distancia para asegurar la continuidad de los tra­tamientos de niños/niñas y sus padres.

El psicoanálisis a distancia había sido validado en diferentes trabajos, pero siempre con adultos. Muy utilizado en el mundo anglosajón desde los años ’50. Según mi experiencia personal co­mencé a trabajar con esta modalidad hace tiempo ya. Por circunstancias rela­cionadas con mi país de origen solía ser habitual que los pacientes emigraran a otros países ya sea por razones políti­cas o económicas, con lo cual era fre­cuente plantearnos continuar los trata­mientos en forma telefónica, no tenía­mos todavía esta herramienta maravi­llosa de internet. También mi experien­cia en Psicooncología y Cuidados palia­tivos me impulsó a trabajar en encua­dres diferentes al del consultorio, en la “trinchera” como decía un querido profe­sor mío. 

Pero en el caso de niños, niñas y sus padres era todavía resistido por algunos colegas en los ámbitos tradicionales del Psicoanálisis alegando razones de va­riada índole. Fundamentalmente la im­posibilidad de instauración de la transfe­rencia por la ausencia física del analista.

La situación de pandemia y confina­miento puso de manifiesto estas resis­tencias, ¿personales? ¿culturales? ¿de formación? O ¿quizás relacionadas con nuestra dificultad, muchas veces silen­ciada, de relacionarnos con la tecnolo­gía?

Decirles,  además, que comencé mi for­mación en Psicoanálisis de niños en un ambiente netamente kleiniano, en Bue­nos Aires, en una época abanderada por la ortodoxia clásica. Siguiendo a pie jun­tillas las consideraciones técnicas da­das por Arminda Aberastury: en “Teoría y técnica del Psicoanálisis de niños” donde daba indicaciones específicas en cuanto al consultorio, con su baño anexo, el material de juego, el cajón in­dividual, los problemas técnicos de su manejo, etc.

De ahí el título que quise darle a esta presentación clínica ya que muchas ve­ces me pregunto cuando leo trabajos ac­tuales donde se habla incluso de “virtua­lescencia”: ¿dónde ha quedado mi caja de juegos? Esa predictibilidad, casi diría cómoda, de un material organizado que nos permitía anticipar interpretaciones, diagnósticos e incluso seguir un proto­colo de intervención es ahora reempla­zada por pantallas que nos llevan al en­torno habitual de nuestros pacientes, sus juguetes, mascotas, cuadros, posters, sonidos familiares, etc. Nuestra creatividad y libertad profesional puesta a prueba, nuestra ética y encuadre in­terno en turbulencia. ¿Dónde ha que­dado nuestra caja de juego?

Si nos remitimos a la historia del psicoa­nálisis infantil podemos ver en Freud, su constante interés por la infancia y la adolescencia repasando diferentes tra­bajos desde Tres ensayos, el caso Jua­nito (¿es un psicoanálisis de niños a dis­tancia?), la novela familiar, hasta Más Allá donde, a partir de la observación del juego de su nieto, instaura las bases para la implementación de la técnica fundamental del psicoanálisis de niños.

A pesar de que podemos considerar el caso Juanito un primer psicoanálisis de niños a distancia, no hay un abordaje di­recto del niño, tampoco hay comunica­ción directa con él, no podemos hablar de asociaciones libres, ni de la posibili­dad de comunicación con él, de lograr asociaciones libres y la duda acerca de su capacidad o no de establecer una re­lación transferencial sobre la cual se desarrolla el proceso analítico.

Jung, Karl Abraham hicieron observa­ciones de sus hijos. Abraham en particu­lar, tenía entre sus pacientes tanto a ni­ños como a adultos.

Posteriores a Freud los analistas de ni­ños se dieron permiso para observar, analizar incluso a familiares y desplegar diferentes métodos de abordaje aplica­bles a la realidad infantil. Creatividad, li­bertad de pensamiento los definen a mi parecer. Incorporaron diferentes técni­cas para abordar el psiquismo infantil: dibujos, títeres, juegos…

Algunos nombres: Hermine Hug-Hell­mut, la pionera del psicoanálisis infantil, la precursora en implantar la técnica del juego. Su trabajo fue silenciado y olvi­dado hasta 1974 por diversas razones.

Anna Freud, Melanie Klein, Paula Heinman, Joan Rivière, Susan Isaacs.

Donald Winnicott.

Betty Josephs, Donald Meltzer.

Esther Bick (observación de lactantes), Sophie Morgersten.

Francoise Dolto. Mlle. Rampert (técnica de títeres).

René Spitz, Margaret Mahler, Erik Erikson, Bruno Bettelheim, Arminda Aberastury, S. Lebovici. J. Bowlby, Silvia Bleichmar.

Muchos fueron los que se animaron a desafiar el saber-hacer instaurado para investigar “nuevos procedimientos” que les permitieran acceder al mundo psí­quico infantil.

Nuestro encuentro de hoy apunta a re­flexionar sobre este período de pande­mia y cómo cada uno pudo resolver y decidir en cuanto a su forma de trabajar, una situación impensable en otros mo­mentos de nuestra profesión. La pande­mia nos empujó no sólo a revisar nues­tra forma cotidiana de vivir sino también al dilema de continuar o no con nuestro trabajo, en beneficio de nuestros pa­cientes, y, por qué no decirlo, en benefi­cio de nuestra economía.

El objetivo de esta presentación será en­tonces reflexionar acerca de esta moda­lidad, ya validada en adultos, a partir del material clínico de un púber y compartir así dudas, preguntas, posibles limitacio­nes y/o dificultades que surgen de esta práctica cada vez más difundida.

Hago mías las preguntas de Nuria que creo que todos compartimos “¿cuál es la esencia del psicoanálisis? ¿qué hace que el psicoanálisis sea psicoa­nálisis? ¿el diván?, ¿la presencia del cuerpo? ¿la frecuencia de las sesio­nes? O ¿el acceso al inconsciente y por tanto a la subjetividad del pa­ciente?”.

Mi posición es que esta forma telemática de psicoanálisis ha llegado para insta­larse. Según palabras de Gustavo Dessal: “Es inútil y poco eficaz oponerse a ello en nombre de los principios analí­ticos, o de la presunta pureza de la téc­nica y el encuadre. Por el contrario, es la ocasión de reflexionar sobre qué es aquello que hace definitorio un análisis, respecto de otras formas terapéuticas no analíticas. Dicho de otro modo, cuá­les son los principios teóricos y técnicos cuya modificación haría que aquello que llamamos psicoanálisis deje de serlo”.

Roberto Carlino sostenía ya en 2011 que “un tratamiento adquiere la cualidad de psicoanalítico si está a cargo de un psicoanalista trabajando en “situación analítica”, la que sólo se da dentro del encuadre de una sesión. ¿A quién defi­nimos como psicoanalista? a un pro­fesional con una formación específica y un análisis personal, ambos actualiza­dos, que permanece profesionalmente en una actitud ética y sincera de inter­cambio científico entre colegas y nunca en forma de aislamiento permanente. La legitimidad analítica de un diálogo se ad­quiere siempre y cuando esté garanti­zada la necesidad de auto análisis de la contratransferencia dentro de la sesión y por la reflexión elaborativa aportada por una auto y/o hetero supervisión del material clínico”. (Carlino, Ricardo (2011). Diálogo analítico telefónico. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVIII Jornadas de Investigación, Sép­timo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.)

En cuanto al Psicoanálisis de niños la técnica del juego puede mantenerse tanto en forma presencial como a distan­cia, especialmente cuando utilizamos dispositivos que nos permiten la visuali­zación y la interacción. La actitud lúdica del analista permitirá que fluya la sesión con el despliegue correspondiente de la transferencia, la resistencia, los impul­sos infantiles, la compulsión a la repeti­ción y podremos obtener los mismos re­sultados que cuando utilizamos la téc­nica y el encuadre convencional: “alcan­zar las experiencias y fijaciones reprimi­das más profundas e influir así en el desarrollo de los niños.” (Melanie Klein, El Psicoanálisis de niños Obras Comple­tas, Vol. II, 1932)  

El método del juego conserva todos los principios del psicoanálisis y lleva a los mismos resultados que la técnica clá­sica. Y este método es factible de llevar a cabo a distancia, especialmente en nuestra época donde el manejo de los dispositivos es accesible a todos los ni­ños y niñas desde muy temprana edad.

El analista, en el mejor de los casos, ha incorporado un “encuadre interno” (Alcira Marian Alizade, FEPAL – XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoa­nálisis – Montevideo, Uruguay, “Perma­nencias y cambios en la experiencia psi­coanalítica” – Setiembre 2002), gracias a su propio análisis, experiencia de vida y condiciones personales; una forma or­ganizada de funcionamiento mental, un dispositivo interno que se despliega en la sesión. En la modalidad a distancia el encuadre externo se modifica, el lugar es otro, pero la consigna y la técnica si­gue siendo el juego libre que incorporará materiales disponibles que nosotros mismos hemos indicado como necesa­rios y todos aquellos que el niño/niña quiera compartir: mascotas, objetos per­sonales, juegos on-line, colecciones, cuadros, posters, materiales escolares, etc.

Otros elementos del encuadre: día y hora fijados para la sesión, su periodici­dad, avisos de cancelación, inasisten­cias, pago, vacaciones se mantendrán como siempre en el acuerdo establecido con los progenitores.

Coincido con otros autores que aunque no pretendemos sustituir la eficacia y el valor del encuentro personal entre ana­lista y paciente, esta modificación de nuestro procedimiento tradicional abre “nuevos caminos” de intervención y tra­tamiento cuando por algún motivo (tras­lado, mudanza, viaje, distancia de resi­dencia, etc.) no sea posible el encuentro presencial.

Ahora, sin más, vamos a por el material clínico que hoy nos ocupa.

Nuestro caso clínico:

Harry tiene 11 años en el momento de la consulta.

Sus padres consultan porque tiene se­rias dificultades para dormir y requiere atención como cuando era pequeño.

Expresa claramente que no quiere cre­cer. Participa a su padre de las intensas fantasías sexuales que lo atormentan, con mujeres, con su madre e incluso fantasías homosexuales con amigos y compañeros. Le pide al padre que le ayude a quitarse esos pensamientos que considera “malos” y prohibidos.

Lo describen como un niño extremada­mente inteligente, realiza numerosas actividades extraescolares y destaca en colegio por su responsabilidad y capaci­dad de estudio. Comentan también nu­merosos rituales que irritan más al padre que a la madre. Lo describen como muy perfeccionista, se pone muy ansioso cuando quiere terminar una tarea y no se tranquiliza hasta que no la termina completamente.

Desde el comienzo se plantea la dificul­tad de la distancia a mi consulta y tam­bién los horarios que nos cuesta coordi­nar por el tiempo de traslado que lleva. Hablamos de la posibilidad de realizar el trabajo online, aunque la madre no está muy por la labor y yo tampoco, hacién­dome cargo de mis dudas y de mi propio super-Yo psicoanalítico.

Finalmente convenimos tener algunas entrevistas presenciales durante algún tiempo y luego comenzar el trabajo a distancia.

Aquí transcribo un fragmento de una se­sión on-line luego de 6 meses de ini­ciado el tratamiento.

H: ¡Mmmm! Hoy he pensado que po­dríamos hacer dos actividades en la se­sión de hoy.

G: A ver…

H: ¿A ti te gusta la música?

G: Aquí en nuestro trabajo no importa lo que a mí me gusta, aquí hacemos lo que a ti te apetece, y has pensado en dos actividades… ¿cuáles son? A ver…

H: Una de escuchar música y otra de en­señarte una cosa que me gustó mucho que me trajo Papá Noel.

G: Ah…mira…vale.

H: Entonces te voy a poner unas cancio­nes que a mí me gustan mucho y a ver si a ti te gustan…

G: Vale

H: La primera es…te voy a poner una…a mí me gusta un poquito el regue­tón (con sonrisa pícara).

G: ¿Por qué un poquito…nada más?

H: Porque me gusta otro tipo de música, pero el reguetón me va gustando cada vez más.

G: Claro que sí, está buenísimo el re­guetón.

H: Mira, esta es una canción que me en­señó mi prima que es chulísima, es una de mis favoritas.

G: A ver…venga

H: Se llama “A un paso de la luna”

G: “A un paso de la luna” …qué bonito nombre.

H: Sí, mira.

G: Venga

H: Bueno, si quieres comparto panta­lla…ah no…porque tú no lo escuchabas es verdad…

G: Como prefieras…

H: Es que quiero que la escuches.

G: Vale

(Se escucha la canción)

H: La escuchas entera o ¿voy cortando?

G: Como tú prefieras, pero me gustaría que me dieras la letra porque además de escuchar la música, tiene un nombre muy bonito y si te sabes la letra me gus­taría que me la vayas diciendo.

H: Vale

G: Porque yo la entiendo, pero como no se escucha bien el sonido yo no la en­tiendo toda…

H: ¿Pero dices que la cante por así de­cir?

(El reguetón es música para gamberros, para adolescentes y no para nuestro pú­ber atormentado por intensas fantasías sexuales. La música compartida permite adentrarnos en sus impulsos sexuales y permite darle voz a este “niño” pequeño que no se quiere ir, pero que si se duerme pierde el control)

Te sientes bien a un paso de la luna
Confía si te digo que no es una locura
Tan solo atrévete, vivamos nuestra his­toria
Parece que el destino nos ha juntado a posta

Cuando pienso en ti, yo sonrío
Tu mirada nubla mi mente
Mi vestido desciende
Y yo me pierdo completamente

Ahora contigo a solas
Y aunque sea tarde, quiero dormir
Pasar toda la noche entera, entera, oh-oh

…………………………………………

Siento
Que quiero quedarme aquí dentro
Aquí en tu camita durmiendo
Notando el calor de tu cuerpo

Y cuando despierte contento
Salir e invitarte a desayunar
…………………………………………

H: ¿Qué tal?

G: ¡Preciosa! Me encantó, cuéntame, ¿de qué va?

H: No sé…tampoco va de mucho…

G: ¿Cómo que no va de mucho?

H: No

G: ¿No entiendes la letra?

H: No sé…

G: ¡Venga, vamos!

H: Es que esta canción, pues, dice como que estás contento con quien te gusta, vamos.

G: Ajá…como que estás contento con quién te gusta…

H: “Te sientes bien a un paso de la luna
Confía si te digo que no es una locura”

H: Y luego “Tan solo atrévete, vivamos nuestra historia
Parece que el destino nos ha juntado a posta”

G: “Vivamos nuestra historia” …” pa­rece que el destino nos ha juntado a posta”

H: También puedo poner la letra así, para que la veas.

G: No, no, no, vete diciéndomela que me encanta cuando me la dices…o sea que es una historia ¿de qué?

H: De amor…yo creo.

G: Ajá, de amor y de alguien que está y que se acuesta, ¿no? con alguien que le gusta.

H: Sí.

G: Porque dice después que a la ma­ñana desayunan juntos… ¿no?

H: Sí.

G: ¡Ajá…! ¡qué bonito!

H: Ahora voy a poner otra que se llama “Tú me dejaste de querer”

…………………………………………

La sesión transcurre así con varias canciones de reguetón que H va combi­nando y que le permiten expresar cómo hay un adolescente abriéndose camino a pesar de la intensa represión que ha generado varios síntomas obsesivos.

El trabajo online favorece en este caso el surgimiento de asociaciones que se inscriben con el material que va compa­ginando de las páginas de música y le­tras. Este material accesible gracias a la tecnología favorece el despliegue de fantasías que quizás hubieran tardado en aparecer.


Para finalizar compartir con vosotros al­gunas dificultades y/o reflexiones que surgen de esta tarea:

  • La conexión wifi: S expresa en una sesión toda su furia, está en­fadada porque su analista no es­taba disponible cuando ella creía que lo iba a estar (su madre ha­bía confundido el horario de la sesión) En medio de la sesión se corta la conexión y S no quiere arreglarlo. 
  • Compartir cuenta de Skype con los padres y/o hermanos. ¿Cómo cuidar la privacidad de los mensajes entre sesiones?
  • Entrada de alguno de los padres para solucionar dificultades de conexión.
  • Fantasías de que los padres es­cuchen: ¿cómo manejarse en cuanto a la privacidad, la confi­dencialidad del material?
  • Necesidad de comunicación fuera del tiempo de la sesión: pe­dido de materiales, aviso de lo que está preparando. Ansiedad.
  • Utilización de emojis luego de fi­nalizada la sesión o mensajes de voz: otra dificultad cuando se usa una cuenta compartida con los padres y/o hermanos.
  • La edad del niño o niña. ¿Puede manejarse solo?
  • Presencia o no de algún mayor, según la edad o las particularida­des del caso.
  • Situaciones peligrosas en los juegos donde pensamos que puede haber riesgo para el niño. ¿Cómo debemos encuadrar es­tas situaciones?
  • Pedido de poder ver con la cá­mara web el lugar donde se en­cuentra el analista.

Para finalizar y a modo de conclusión podemos coincidir en que la crisis que representó la pandemia nos empujó de alguna manera a los psicoanalistas de niños y niñas a utilizar recursos que hasta ahora habíamos rechazado sin mucho fundamento. La riqueza de nues­tro método y la puesta en marcha de nuestra creatividad dejando de lado rigi­deces que obturan nuestros fines inves­tigadores, permitieron abrir “nuevos ca­minos” en nuestra práctica, nuevos de­bates y nuevos espacios para compartir experiencias. 

Bibliografía:

  • De Jesús Villegas Cisneros: “Psicoanálisis a distancia con niños: Propuesta de un modelo de psicoterapia”, Revista de Educación y Desarrollo,55, octubre-di­ciembre de 2020.
  • Dessal Gustavo: ¿Que has hecho tú, psicoanalista, durante la pandemia?, ar­tículo en Diván el Terrible, Psicoanálisis y Sociedad.
  • Jill Savege Scharff “Psicoanálisis asistido con tecnología” Washington Center for Psychoanalysis, Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis- Número 18 – 2014 – Páginas 151 a 172.
  • Klein, M. (1932). El psicoanálisis de niños. Obras Completas (Vol. II). Buenos Aires: Paidós.
  • Winnicott, D. (1985). Realidad y Juego. Buenos Aires: Gedisa.

ΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨ

*Sesión Clínica presentada en Aecpna el 12 de noviembre de 2021 dentro del ciclo “In­fancias y adolescencias. escenarios contemporáneos.” 

**Sobre la autora. Guadalupe Maroño es licenciada en Psicología con orientación clí­nica. Egresada de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Especializada en Psicooncología y Cuidados Paliativos y en Psicosomática. Docente de Psicología Evolutiva en la Universidad de Belgrano (Buenos Aires) y socia plena de AECPNA. Ac­tualmente atiende a niños, niñas, adolescentes, adultos y parejas en la consulta privada.

***Sobre la presentadora: Nuria Sánchez-Grande Sánchez. Psicóloga. Psicoterapeuta acreditada por EFPA y FEAP. Miembro de la Comisión Directiva de AECPNA. Especia­lista en niños, adolescentes y adultos en instituciones y consulta privada.


[1] Monográficos Ciclo de sábados: revista En Clave Psicoanalítica.

[2] Ianni, G., (2019): ¿Play o Game? Del juego simbólico a los videojuegos: reflexiones clínicas. Revista En Clave Psicoanalítica N.º 14.

[3] Sitio web: Diván el Terrible. Psicoanálisis y sociedad.  

Dessal, G. ¿Que has hecho tú, psicoanalista, durante la pandemia? – Diván el Terrible (divanelterrible.com)

[4] Sánchez-Grande, N., (2017): Nuestra escucha psicoanalítica en una institución de intervención social de menores. En Clave Psicoanalítica N.º 10-11.

[5] Freud, S., (1912): Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. Biblioteca Nueva Ed. Tomo II.

[6] Rodari. G., (2020): Gramática de la fantasía. Introducción al arte de contar historias. Kalandra.

Revista nº 19
Artículo 1
Fecha de publicación JULIO 2022


Entradas Similares del Autor:

¿Hablamos?
Call Now Button