Guadalupe Maroño**.
Introducción por Nuria Sánchez-Grande***
Buenos días. En nombre de la comisión directiva os doy la bienvenida un año más a nuestro querido espacio clínico.
Con alegría saludo a alumnos, profesores, socios y con mucha ilusión a todos los colegas que por primera vez se acercan a AECPNA para compartir en este espacio tan especial para nosotros.
Un espacio planteado para algo en lo que tenemos experiencia, pensar con otros. Un espacio creado para pensar juntos sobre nuestro quehacer diario en la clínica con niños, adolescentes y trabajo con padres. Un quehacer que como sabéis va acompañado de interrogantes, incertidumbres y está atravesado por los imperativos e imposiciones de la sociedad actual.
Si algo caracteriza a nuestra institución es la sensibilidad al sufrimiento y malestares de nuestra sociedad. Estamos especialmente atentos a las problemáticas que afectan y sacuden a la infancia y la adolescencia hoy. Así lo reflejan muchos de los ciclos y seminarios en los que venimos trabajando[1] y buscando respuestas desde el pensamiento psicoanalítico, y el de este año no es una excepción. Bajo el título “Infancias y adolescencias. Escenarios contemporáneos” este curso, os invitamos a cuestionarnos sobre aspectos como el ejercicio del análisis de niños durante la pandemia, la transexualidad, las autolesiones, el sobrediagnóstico y la psicosis infantil entre otros. Encuentros en los que a partir de los materiales de los y las ponentes podamos compartir experiencias y pensamientos sobre nuestra práctica profesional. Una praxis sustentada en el psicoanálisis es una tarea profesional fuera de moda, rica, variada, apasionante e infinita. Y por eso estamos aquí, para seguir pensando lo nuevo que surge sin perder la esencia del psicoanálisis.
Hoy, Guadalupe Maroño presenta “¿Dónde ha quedado mi caja de juego?”. Un interesante trabajo que da testimonio del análisis online con un niño de 11 años durante la pandemia. Mucho se había escrito antes de la pandemia sobre ¿cuál es la esencia del psicoanálisis? ¿qué hace que el psicoanálisis sea psicoanálisis? – ¿el diván?, ¿la presencia del cuerpo? ¿la frecuencia de las sesiones? O ¿el acceso al inconsciente y por tanto a la subjetividad del paciente?–. Como decía, se había pensado mucho sobre qué es el psicoanálisis y sobre su especificidad en la clínica con niños, pero como todo acontecimiento traumático, la pandemia y el après-coup resignificó nuestro trabajo anterior y, a mi parecer lo está enriqueciendo. Personalmente opino que el tratamiento online con niños y adolescentes vino para quedarse entre aquellos profesionales que lo deseen.
Permitirme una reflexión personal.
Antes de la pandemia había profesionales que trabajábamos a distancia con adultos, pero esta práctica, ¿era una opción con los niños? Diría que no, profesionalmente no me vi en esa situación, pero imagino que habría aceptado la interrupción y habría intentado una derivación, pero no me habría planteado seguir de forma virtual, no era una opción. Antes de la pandemia era impensable dentro del campo psicoanalítico que la tecnología que permitía trabajar con adultos facilitara el trabajo con niños.
Como decía, en AECPNA venimos trabajando en los desafíos de la clínica con niños y adolescentes.
Gracias a Gabriel Ianni, presidente de AECPNA, y su experiencia compartida con los videojuegos[2] en las sesiones con niños y adolescentes habíamos empezado a plantearnos la incorporación de la tecnología en los tratamientos de niños, pero ya sabemos, cuando parecía que “teníamos algunas respuestas cambiaron las preguntas”. Entonces, la realidad pandémica y sus limitaciones se impuso abruptamente. Y como también sabemos, allí donde surgen las limitaciones se moviliza el deseo. Nuestro deseo de análisis, la responsabilidad, el compromiso con los niños y adolescentes que atendíamos nos impulsó a buscar formas de continuidad e incluso de inicio de tratamientos. La pandemia irrumpió en la sociedad y por ende en las consultas y nos obligó a articular una praxis novedosa que mucho tiene de la anterior.
Bien es cierto que, ese tránsito, esa transformación no fue directa ni fácil. Aparecieron resistencias y cansancio entre los profesionales ante lo ajeno que suponía la nueva modalidad. En muchos casos se interrumpieron los tratamientos sin saber hasta cuándo o se planteó cambiar el encuadre y trabajar sólo con los padres. La situación se prolongó y se fueron superando inseguridades, resistencias ante lo ajeno, disminuyó la exigencia del yo ideal psicoanalítico, lo importante era estar, acompañar, para explorar nuevos territorios. El resultado es que hemos conquistado posibilidades que sin duda nos permitirán dar atención a niños y niñas que en otras circunstancias no eran posibles. Además de acompañar a los pacientes niños y adolescentes en momentos complejos, hemos seguido accediendo al inconsciente, abordando conflictos psíquicos, y continuado la dirección de la cura de los tratamientos. Además, la posibilidad de ejercer el análisis telemático con niños y adolescentes nos permite planteamientos que antes no: recientemente una colega me preguntaba si alguien podría atender al hijo de una paciente peruana que quedó en el país de origen.
Para aquellos profesionales a los que les ocupa y preocupa la infancia y la adolescencia el tratamiento online abre posibilidades de intervención con ellos que como decía, antes eran impensables. En mi opinión no podemos descartar las opciones de los dispositivos telemáticos con niños y adolescentes aparándonos en la no presencia del cuerpo. Si bien el cuerpo en el trabajo con niños es fundamental pues a través de él comunican lo que aún no pueden mentalizar y poner en palabras, en el dispositivo telemático accedemos a él mediante la mirada.
Gustavo Dessal escribió durante la pandemia en un artículo titulado “¿Qué has hecho tu psicoanalista durante la pandemia?”[3] en el que reflexionaba sobre esta cuestión a propósito del análisis con adultos. Cito a Dessal “El argumento de que en el encuentro telemático el cuerpo no participa, es algo que sin duda carece de todo fundamento. La comunicación telemática es finalmente una prolongación técnicamente sofisticada de la voz y la mirada, dos referentes que el psicoanálisis pone de manifiesto como parte de los avatares corporales del circuito pulsional. La presencia es algo mucho más complejo que la idea simple de la comparecencia física. Se puede perfectamente estar presente como yo real en la realidad, y no obstante estar ausente en tanto sujeto.”
La presencia en el tratamiento de niños no es lo que hace que lo califiquemos de análisis, y por lo tanto curemos, si no la posibilidad de hacer del espacio psicoterapéutico un espacio transicional de juego en el sentido winnicottiano. Es aquí donde los niños y las niñas, durante los meses más duros de la pandemia, los del confinamiento, nos han demostrado que es posible trabajar en los dispositivos telemáticos. En el dispositivo psicoterapéutico que llevamos en colaboración con Paideia[4] hemos podido comprobar cómo era posible crear un espacio transicional a través de las pantallas. Bajo la supervisión de Freya Escarfullery y el trabajo clínico de Lilian Ospina, hemos visto gran variedad de situaciones: niños que incorporaban la pantalla a modo de taquilla, de escenario, y al otro lado estaban ellos actuando, vendiendo entradas…, los que apareciendo y desapareciendo de la vista de la analista actuaban el conflicto con los adultos, o los que con su silencio comunicaban la incomodidad con la familia. También los que a pesar de iniciar el tratamiento online establecieron una transferencia positiva y continúan su tratamiento de forma presencial.
Entiendo que lo fundamental en el tratamiento con niños, con independencia de la modalidad presencial o virtual, además de la creación del espacio transicional del juego pasa por abordar la posición subjetiva del niño, del mensaje enigmático que su síntoma esconde, y que incluye inevitablemente a los padres y su fantasmática.
Me gustaría terminar con dos ideas.
Por un lado, recordar que el propio Freud, padre del psicoanálisis, reconocía en “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”[5] que la técnica que allí expresó era la única adecuada para él. Freud reconocía que habría otras posibilidades según la personalidad del profesional y la actitud de este para hacer frente a los pacientes y sus problemas. Tengamos en cuenta la personalidad de cada uno y la época en la que vivimos para mantener el psicoanálisis vivo y de utilidad para la sociedad.
Por otro, algo obvio que creo no debemos olvidar como psicoanalistas de niños. Los niños con los que trabajamos hoy son diferentes a los niños que fuimos nosotros. Los niños de hoy han nacido en la cibercultura, son nativos digitales. Si queremos trabajar con ellos deberemos familiarizarnos con la tecnología que usan, y como veremos hoy de la música que les gusta, de la misma manera que lo hacíamos con sus cuentos o dibujos favoritos. Y como dice Gianni Rodari en su libro “Gramática de la fantasía”[6], a propósito de un juego, tiene que servir a los niños, no servirse de ellos. Y añado, si no es así, de nada les servirá y no acudirán buscando ayuda.
Sin más os dejo con Guadalupe Maroño y su marchosa presentación en la que como veréis se puede apreciar que si somos capaces de aproximarnos a los intereses de los niños y adolescentes, con independencia de la modalidad presencial o virtual, podremos descubrir su sufrimiento y ayudarles.
Al final de su presentación contaremos con tiempo para discutir sobre todo ello.
ΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨ
Exposición de la sesión clínica. Guadalupe Maroño**
“Estimados colegas: Ustedes saben que nunca nos enorgullecimos de poseer un saber o un poder-hacer completos y concluidos; hoy, como siempre, estamos dispuestos a admitir las imperfecciones de nuestro conocimiento, a aprender cosas nuevas y a modificar nuestros procedimientos toda vez que se los pueda sustituir por algo mejor.” (Sigmund Freud, Nuevos Caminos de la terapia psicoanalítica, 1919, Tomo XVII)
Esta alocución fue leída por Freud en el 5° Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado en Budapest los días 28 y 29 de setiembre de 1918, poco antes de que finalizara la Primera Guerra Mundial.
Quise comenzar por estas palabras porque leerlas me permitió re descubrir a un Freud abierto a nuevas modificaciones en el método que él había desarrollado. Palabras esclarecedoras que nos impulsan a investigar nuevas posibilidades para desarrollar nuestra técnica.
“No hay razones para suponer que el psicoanálisis haya alcanzado ya su máximo desarrollo, como que no hubiera nada nuevo y diferente para averiguar”, expresa Ricardo Carlino (APDEBA) en un trabajo presentado en 2011.
Y yo coincido plenamente con esta postura.
No debemos olvidar el espíritu investigador que dio nacimiento al método psicoanalítico.
En primer lugar, deciros que el objetivo de esta presentación no será sólo la posibilidad de reflexionar sobre aspectos clínicos del caso sino fundamentalmente compartir la experiencia de un caso de psicoanálisis infantil a distancia y escuchar cómo fluye el diálogo analítico en un marco de trabajo diferente al que estábamos usualmente acostumbrados.
La pandemia del COVID 19 y el confinamiento instaurado en diferentes países determinó profundos cambios en nuestra vida cotidiana y en nuestro modo de trabajar como psicoanalistas.
El Psicoanálisis infantil no pudo mantenerse al margen y enfrentó el desafío de implementar la modalidad a distancia para asegurar la continuidad de los tratamientos de niños/niñas y sus padres.
El psicoanálisis a distancia había sido validado en diferentes trabajos, pero siempre con adultos. Muy utilizado en el mundo anglosajón desde los años ’50. Según mi experiencia personal comencé a trabajar con esta modalidad hace tiempo ya. Por circunstancias relacionadas con mi país de origen solía ser habitual que los pacientes emigraran a otros países ya sea por razones políticas o económicas, con lo cual era frecuente plantearnos continuar los tratamientos en forma telefónica, no teníamos todavía esta herramienta maravillosa de internet. También mi experiencia en Psicooncología y Cuidados paliativos me impulsó a trabajar en encuadres diferentes al del consultorio, en la “trinchera” como decía un querido profesor mío.
Pero en el caso de niños, niñas y sus padres era todavía resistido por algunos colegas en los ámbitos tradicionales del Psicoanálisis alegando razones de variada índole. Fundamentalmente la imposibilidad de instauración de la transferencia por la ausencia física del analista.
La situación de pandemia y confinamiento puso de manifiesto estas resistencias, ¿personales? ¿culturales? ¿de formación? O ¿quizás relacionadas con nuestra dificultad, muchas veces silenciada, de relacionarnos con la tecnología?
Decirles, además, que comencé mi formación en Psicoanálisis de niños en un ambiente netamente kleiniano, en Buenos Aires, en una época abanderada por la ortodoxia clásica. Siguiendo a pie juntillas las consideraciones técnicas dadas por Arminda Aberastury: en “Teoría y técnica del Psicoanálisis de niños” donde daba indicaciones específicas en cuanto al consultorio, con su baño anexo, el material de juego, el cajón individual, los problemas técnicos de su manejo, etc.
De ahí el título que quise darle a esta presentación clínica ya que muchas veces me pregunto cuando leo trabajos actuales donde se habla incluso de “virtualescencia”: ¿dónde ha quedado mi caja de juegos? Esa predictibilidad, casi diría cómoda, de un material organizado que nos permitía anticipar interpretaciones, diagnósticos e incluso seguir un protocolo de intervención es ahora reemplazada por pantallas que nos llevan al entorno habitual de nuestros pacientes, sus juguetes, mascotas, cuadros, posters, sonidos familiares, etc. Nuestra creatividad y libertad profesional puesta a prueba, nuestra ética y encuadre interno en turbulencia. ¿Dónde ha quedado nuestra caja de juego?
Si nos remitimos a la historia del psicoanálisis infantil podemos ver en Freud, su constante interés por la infancia y la adolescencia repasando diferentes trabajos desde Tres ensayos, el caso Juanito (¿es un psicoanálisis de niños a distancia?), la novela familiar, hasta Más Allá donde, a partir de la observación del juego de su nieto, instaura las bases para la implementación de la técnica fundamental del psicoanálisis de niños.
A pesar de que podemos considerar el caso Juanito un primer psicoanálisis de niños a distancia, no hay un abordaje directo del niño, tampoco hay comunicación directa con él, no podemos hablar de asociaciones libres, ni de la posibilidad de comunicación con él, de lograr asociaciones libres y la duda acerca de su capacidad o no de establecer una relación transferencial sobre la cual se desarrolla el proceso analítico.
Jung, Karl Abraham hicieron observaciones de sus hijos. Abraham en particular, tenía entre sus pacientes tanto a niños como a adultos.
Posteriores a Freud los analistas de niños se dieron permiso para observar, analizar incluso a familiares y desplegar diferentes métodos de abordaje aplicables a la realidad infantil. Creatividad, libertad de pensamiento los definen a mi parecer. Incorporaron diferentes técnicas para abordar el psiquismo infantil: dibujos, títeres, juegos…
Algunos nombres: Hermine Hug-Hellmut, la pionera del psicoanálisis infantil, la precursora en implantar la técnica del juego. Su trabajo fue silenciado y olvidado hasta 1974 por diversas razones.
Anna Freud, Melanie Klein, Paula Heinman, Joan Rivière, Susan Isaacs.
Donald Winnicott.
Betty Josephs, Donald Meltzer.
Esther Bick (observación de lactantes), Sophie Morgersten.
Francoise Dolto. Mlle. Rampert (técnica de títeres).
René Spitz, Margaret Mahler, Erik Erikson, Bruno Bettelheim, Arminda Aberastury, S. Lebovici. J. Bowlby, Silvia Bleichmar.
Muchos fueron los que se animaron a desafiar el saber-hacer instaurado para investigar “nuevos procedimientos” que les permitieran acceder al mundo psíquico infantil.
Nuestro encuentro de hoy apunta a reflexionar sobre este período de pandemia y cómo cada uno pudo resolver y decidir en cuanto a su forma de trabajar, una situación impensable en otros momentos de nuestra profesión. La pandemia nos empujó no sólo a revisar nuestra forma cotidiana de vivir sino también al dilema de continuar o no con nuestro trabajo, en beneficio de nuestros pacientes, y, por qué no decirlo, en beneficio de nuestra economía.
El objetivo de esta presentación será entonces reflexionar acerca de esta modalidad, ya validada en adultos, a partir del material clínico de un púber y compartir así dudas, preguntas, posibles limitaciones y/o dificultades que surgen de esta práctica cada vez más difundida.
Hago mías las preguntas de Nuria que creo que todos compartimos “¿cuál es la esencia del psicoanálisis? ¿qué hace que el psicoanálisis sea psicoanálisis? ¿el diván?, ¿la presencia del cuerpo? ¿la frecuencia de las sesiones? O ¿el acceso al inconsciente y por tanto a la subjetividad del paciente?”.
Mi posición es que esta forma telemática de psicoanálisis ha llegado para instalarse. Según palabras de Gustavo Dessal: “Es inútil y poco eficaz oponerse a ello en nombre de los principios analíticos, o de la presunta pureza de la técnica y el encuadre. Por el contrario, es la ocasión de reflexionar sobre qué es aquello que hace definitorio un análisis, respecto de otras formas terapéuticas no analíticas. Dicho de otro modo, cuáles son los principios teóricos y técnicos cuya modificación haría que aquello que llamamos psicoanálisis deje de serlo”.
Roberto Carlino sostenía ya en 2011 que “un tratamiento adquiere la cualidad de psicoanalítico si está a cargo de un psicoanalista trabajando en “situación analítica”, la que sólo se da dentro del encuadre de una sesión. ¿A quién definimos como psicoanalista? a un profesional con una formación específica y un análisis personal, ambos actualizados, que permanece profesionalmente en una actitud ética y sincera de intercambio científico entre colegas y nunca en forma de aislamiento permanente. La legitimidad analítica de un diálogo se adquiere siempre y cuando esté garantizada la necesidad de auto análisis de la contratransferencia dentro de la sesión y por la reflexión elaborativa aportada por una auto y/o hetero supervisión del material clínico”. (Carlino, Ricardo (2011). Diálogo analítico telefónico. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVIII Jornadas de Investigación, Séptimo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.)
En cuanto al Psicoanálisis de niños la técnica del juego puede mantenerse tanto en forma presencial como a distancia, especialmente cuando utilizamos dispositivos que nos permiten la visualización y la interacción. La actitud lúdica del analista permitirá que fluya la sesión con el despliegue correspondiente de la transferencia, la resistencia, los impulsos infantiles, la compulsión a la repetición y podremos obtener los mismos resultados que cuando utilizamos la técnica y el encuadre convencional: “alcanzar las experiencias y fijaciones reprimidas más profundas e influir así en el desarrollo de los niños.” (Melanie Klein, El Psicoanálisis de niños Obras Completas, Vol. II, 1932)
El método del juego conserva todos los principios del psicoanálisis y lleva a los mismos resultados que la técnica clásica. Y este método es factible de llevar a cabo a distancia, especialmente en nuestra época donde el manejo de los dispositivos es accesible a todos los niños y niñas desde muy temprana edad.
El analista, en el mejor de los casos, ha incorporado un “encuadre interno” (Alcira Marian Alizade, FEPAL – XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis – Montevideo, Uruguay, “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica” – Setiembre 2002), gracias a su propio análisis, experiencia de vida y condiciones personales; una forma organizada de funcionamiento mental, un dispositivo interno que se despliega en la sesión. En la modalidad a distancia el encuadre externo se modifica, el lugar es otro, pero la consigna y la técnica sigue siendo el juego libre que incorporará materiales disponibles que nosotros mismos hemos indicado como necesarios y todos aquellos que el niño/niña quiera compartir: mascotas, objetos personales, juegos on-line, colecciones, cuadros, posters, materiales escolares, etc.
Otros elementos del encuadre: día y hora fijados para la sesión, su periodicidad, avisos de cancelación, inasistencias, pago, vacaciones se mantendrán como siempre en el acuerdo establecido con los progenitores.
Coincido con otros autores que aunque no pretendemos sustituir la eficacia y el valor del encuentro personal entre analista y paciente, esta modificación de nuestro procedimiento tradicional abre “nuevos caminos” de intervención y tratamiento cuando por algún motivo (traslado, mudanza, viaje, distancia de residencia, etc.) no sea posible el encuentro presencial.
Ahora, sin más, vamos a por el material clínico que hoy nos ocupa.
Nuestro caso clínico:
Harry tiene 11 años en el momento de la consulta.
Sus padres consultan porque tiene serias dificultades para dormir y requiere atención como cuando era pequeño.
Expresa claramente que no quiere crecer. Participa a su padre de las intensas fantasías sexuales que lo atormentan, con mujeres, con su madre e incluso fantasías homosexuales con amigos y compañeros. Le pide al padre que le ayude a quitarse esos pensamientos que considera “malos” y prohibidos.
Lo describen como un niño extremadamente inteligente, realiza numerosas actividades extraescolares y destaca en colegio por su responsabilidad y capacidad de estudio. Comentan también numerosos rituales que irritan más al padre que a la madre. Lo describen como muy perfeccionista, se pone muy ansioso cuando quiere terminar una tarea y no se tranquiliza hasta que no la termina completamente.
Desde el comienzo se plantea la dificultad de la distancia a mi consulta y también los horarios que nos cuesta coordinar por el tiempo de traslado que lleva. Hablamos de la posibilidad de realizar el trabajo online, aunque la madre no está muy por la labor y yo tampoco, haciéndome cargo de mis dudas y de mi propio super-Yo psicoanalítico.
Finalmente convenimos tener algunas entrevistas presenciales durante algún tiempo y luego comenzar el trabajo a distancia.
Aquí transcribo un fragmento de una sesión on-line luego de 6 meses de iniciado el tratamiento.
H: ¡Mmmm! Hoy he pensado que podríamos hacer dos actividades en la sesión de hoy.
G: A ver…
H: ¿A ti te gusta la música?
G: Aquí en nuestro trabajo no importa lo que a mí me gusta, aquí hacemos lo que a ti te apetece, y has pensado en dos actividades… ¿cuáles son? A ver…
H: Una de escuchar música y otra de enseñarte una cosa que me gustó mucho que me trajo Papá Noel.
G: Ah…mira…vale.
H: Entonces te voy a poner unas canciones que a mí me gustan mucho y a ver si a ti te gustan…
G: Vale
H: La primera es…te voy a poner una…a mí me gusta un poquito el reguetón (con sonrisa pícara).
G: ¿Por qué un poquito…nada más?
H: Porque me gusta otro tipo de música, pero el reguetón me va gustando cada vez más.
G: Claro que sí, está buenísimo el reguetón.
H: Mira, esta es una canción que me enseñó mi prima que es chulísima, es una de mis favoritas.
G: A ver…venga
H: Se llama “A un paso de la luna”
G: “A un paso de la luna” …qué bonito nombre.
H: Sí, mira.
G: Venga
H: Bueno, si quieres comparto pantalla…ah no…porque tú no lo escuchabas es verdad…
G: Como prefieras…
H: Es que quiero que la escuches.
G: Vale
(Se escucha la canción)
H: La escuchas entera o ¿voy cortando?
G: Como tú prefieras, pero me gustaría que me dieras la letra porque además de escuchar la música, tiene un nombre muy bonito y si te sabes la letra me gustaría que me la vayas diciendo.
H: Vale
G: Porque yo la entiendo, pero como no se escucha bien el sonido yo no la entiendo toda…
H: ¿Pero dices que la cante por así decir?
(El reguetón es música para gamberros, para adolescentes y no para nuestro púber atormentado por intensas fantasías sexuales. La música compartida permite adentrarnos en sus impulsos sexuales y permite darle voz a este “niño” pequeño que no se quiere ir, pero que si se duerme pierde el control)
Te sientes bien a un paso de la luna
Confía si te digo que no es una locura
Tan solo atrévete, vivamos nuestra historia
Parece que el destino nos ha juntado a posta
Cuando pienso en ti, yo sonrío
Tu mirada nubla mi mente
Mi vestido desciende
Y yo me pierdo completamente
Ahora contigo a solas
Y aunque sea tarde, quiero dormir
Pasar toda la noche entera, entera, oh-oh
…………………………………………
Siento
Que quiero quedarme aquí dentro
Aquí en tu camita durmiendo
Notando el calor de tu cuerpo
Y cuando despierte contento
Salir e invitarte a desayunar
…………………………………………
H: ¿Qué tal?
G: ¡Preciosa! Me encantó, cuéntame, ¿de qué va?
H: No sé…tampoco va de mucho…
G: ¿Cómo que no va de mucho?
H: No
G: ¿No entiendes la letra?
H: No sé…
G: ¡Venga, vamos!
H: Es que esta canción, pues, dice como que estás contento con quien te gusta, vamos.
G: Ajá…como que estás contento con quién te gusta…
H: “Te sientes bien a un paso de la luna
Confía si te digo que no es una locura”
H: Y luego “Tan solo atrévete, vivamos nuestra historia
Parece que el destino nos ha juntado a posta”
G: “Vivamos nuestra historia” …” parece que el destino nos ha juntado a posta”
H: También puedo poner la letra así, para que la veas.
G: No, no, no, vete diciéndomela que me encanta cuando me la dices…o sea que es una historia ¿de qué?
H: De amor…yo creo.
G: Ajá, de amor y de alguien que está y que se acuesta, ¿no? con alguien que le gusta.
H: Sí.
G: Porque dice después que a la mañana desayunan juntos… ¿no?
H: Sí.
G: ¡Ajá…! ¡qué bonito!
H: Ahora voy a poner otra que se llama “Tú me dejaste de querer”
…………………………………………
La sesión transcurre así con varias canciones de reguetón que H va combinando y que le permiten expresar cómo hay un adolescente abriéndose camino a pesar de la intensa represión que ha generado varios síntomas obsesivos.
El trabajo online favorece en este caso el surgimiento de asociaciones que se inscriben con el material que va compaginando de las páginas de música y letras. Este material accesible gracias a la tecnología favorece el despliegue de fantasías que quizás hubieran tardado en aparecer.
Para finalizar compartir con vosotros algunas dificultades y/o reflexiones que surgen de esta tarea:
- La conexión wifi: S expresa en una sesión toda su furia, está enfadada porque su analista no estaba disponible cuando ella creía que lo iba a estar (su madre había confundido el horario de la sesión) En medio de la sesión se corta la conexión y S no quiere arreglarlo.
- Compartir cuenta de Skype con los padres y/o hermanos. ¿Cómo cuidar la privacidad de los mensajes entre sesiones?
- Entrada de alguno de los padres para solucionar dificultades de conexión.
- Fantasías de que los padres escuchen: ¿cómo manejarse en cuanto a la privacidad, la confidencialidad del material?
- Necesidad de comunicación fuera del tiempo de la sesión: pedido de materiales, aviso de lo que está preparando. Ansiedad.
- Utilización de emojis luego de finalizada la sesión o mensajes de voz: otra dificultad cuando se usa una cuenta compartida con los padres y/o hermanos.
- La edad del niño o niña. ¿Puede manejarse solo?
- Presencia o no de algún mayor, según la edad o las particularidades del caso.
- Situaciones peligrosas en los juegos donde pensamos que puede haber riesgo para el niño. ¿Cómo debemos encuadrar estas situaciones?
- Pedido de poder ver con la cámara web el lugar donde se encuentra el analista.
Para finalizar y a modo de conclusión podemos coincidir en que la crisis que representó la pandemia nos empujó de alguna manera a los psicoanalistas de niños y niñas a utilizar recursos que hasta ahora habíamos rechazado sin mucho fundamento. La riqueza de nuestro método y la puesta en marcha de nuestra creatividad dejando de lado rigideces que obturan nuestros fines investigadores, permitieron abrir “nuevos caminos” en nuestra práctica, nuevos debates y nuevos espacios para compartir experiencias.
Bibliografía:
- De Jesús Villegas Cisneros: “Psicoanálisis a distancia con niños: Propuesta de un modelo de psicoterapia”, Revista de Educación y Desarrollo,55, octubre-diciembre de 2020.
- Dessal Gustavo: ¿Que has hecho tú, psicoanalista, durante la pandemia?, artículo en Diván el Terrible, Psicoanálisis y Sociedad.
- Jill Savege Scharff “Psicoanálisis asistido con tecnología” Washington Center for Psychoanalysis, Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis- Número 18 – 2014 – Páginas 151 a 172.
- Klein, M. (1932). El psicoanálisis de niños. Obras Completas (Vol. II). Buenos Aires: Paidós.
- Winnicott, D. (1985). Realidad y Juego. Buenos Aires: Gedisa.
ΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨΨ
*Sesión Clínica presentada en Aecpna el 12 de noviembre de 2021 dentro del ciclo “Infancias y adolescencias. escenarios contemporáneos.”
**Sobre la autora. Guadalupe Maroño es licenciada en Psicología con orientación clínica. Egresada de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Especializada en Psicooncología y Cuidados Paliativos y en Psicosomática. Docente de Psicología Evolutiva en la Universidad de Belgrano (Buenos Aires) y socia plena de AECPNA. Actualmente atiende a niños, niñas, adolescentes, adultos y parejas en la consulta privada.
***Sobre la presentadora: Nuria Sánchez-Grande Sánchez. Psicóloga. Psicoterapeuta acreditada por EFPA y FEAP. Miembro de la Comisión Directiva de AECPNA. Especialista en niños, adolescentes y adultos en instituciones y consulta privada.
[1] Monográficos Ciclo de sábados: revista En Clave Psicoanalítica.
[2] Ianni, G., (2019): ¿Play o Game? Del juego simbólico a los videojuegos: reflexiones clínicas. Revista En Clave Psicoanalítica N.º 14.
[3] Sitio web: Diván el Terrible. Psicoanálisis y sociedad.
Dessal, G. ¿Que has hecho tú, psicoanalista, durante la pandemia? – Diván el Terrible (divanelterrible.com)
[4] Sánchez-Grande, N., (2017): Nuestra escucha psicoanalítica en una institución de intervención social de menores. En Clave Psicoanalítica N.º 10-11.
[5] Freud, S., (1912): Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. Biblioteca Nueva Ed. Tomo II.
[6] Rodari. G., (2020): Gramática de la fantasía. Introducción al arte de contar historias. Kalandra.
Revista nº 19
Artículo 1
Fecha de publicación JULIO 2022