Roberto Longhi Tartaglia**
“Somos una civilización de la Guerra de las Galaxias. Tenemos emociones de la Edad de Piedra. Tenemos instituciones medievales, muy especialmente las iglesias, Y tenemos una tecnología divinizada. Y esta tecnología divinizada nos está arrastrando hacia delante de modos que son totalmente impredecibles”.
E.O. Wilson
“Estamos aquí para superar la ilusión de estar separados”.
Thich Nhat Hanh
“La identidad no es una construcción, es un descubrimiento”.
Pablo D’Ors
El desarrollo tecnológico aumenta la separación del hombre con la Tierra.
En un video reciente, vi a una mujer que decía comunicarse mentalmente con los animales, según ella, descubrió este don en un safari fotográfico en África.
Comentaba que al pasar con el todoterreno en el que iba, cerca de donde se encontraba un león, se detuvieron y ella mirando fijamente al animal escuchó que éste le decía: ¿“y tú quién eres”?, ella sorprendida le contestó mentalmente: “todavía no lo sé”…
Parecería que la pregunta básica hoy sobre la identidad sería: ¿qué es “ser humano”, no solamente quién soy o qué me pasa, sino quiénes somos y qué tipo de subjetividad humana y qué Mundo estamos construyendo en la actualidad?
En un mundo que se ha globalizado vertiginosamente, rápidamente, que se ha digitalizado, privatizado, individualizado, pandemizado y que ha entrado en una Ecocrisis o Ecocidio en donde el cambio climático es un síntoma de los más graves que demanda pensar sobre la dirección que nuestra civilización ha tomado, que nos encamina a la sexta gran extinción del planeta, en donde ya una gran parte de las especies vegetales y animales están desapareciendo, surge la pregunta, ¿quiénes somos y a dónde vamos?.
Si el ser humano, si el padecer de nuestros interlocutores llamados pacientes se dan siempre en situación, esta es la situación actual en donde las subjetividades se desarrollan y padecen, una situación de confusión, de desamparo, de una angustia apocalíptica en donde el mal parece que ha triunfado y ha creado un daño muy particular, en donde las nuevas tecnologías están teniendo un papel muy importante, generando el ocultamiento de un nos-otros.
La subjetividad hoy, las identidades hoy oscilan entre un sentimiento narcisístico de ser hijos de nosotros mismos, autosuficientes, omnipotentes, indiferentes y un nuevo solipsismo : el solipsismo selfi en donde mi cara es forma y el mundo siempre fondo indiferenciado y separado de mí.
Un solipsismo angustioso, enloquecedor, que muestra lo que oculta, un sentimiento de fragilidad, vulnerabilidad y soledad extremos.
Los sujetos se sienten solos, ese es el principal Pathos.
“Actuar para huir de cualquier posible percepción de la fragilidad es un mecanismo cada vez más utilizado por los jóvenes, y no tan jóvenes, a quienes el mercado les exige emprender, desplazarse, elaborar currículums variados, no detenerse nunca; la inmovilidad es para ellos sinónimo de angustia, y la pasividad un encuentro con la inhabitable habitación de Pascal, en la que el hombre solo se encuentra con un vacío de identidad que es imposible de soportar…” Nos dice Lola López Mondéjar en su último libro: ”Invulnerables e invertebrados. Mutaciones antropológicas del sujeto contemporáneo”. Editorial Anagrama.
Asistimos a una crisis civilizatoria innegable, poco a poco el antropocentrismo se derrumba, nos dice la poeta Chantal Maillard, sus viejos tópicos -agrega- se vuelven inservibles y se abre la perspectiva de un período un poco más sabio o, simplemente , menos destructivo.
La esperanza es qué efectos constructivos traerá esta cuarta herida narcisística que nos interpela y muestra nuestra verdadera fragilidad y necesidad de vertebración con nuevos valores, con una nueva conciencia de unidad.
Necesitamos salir de las distopías y recrear las utopías, esos no-lugares que se tienen que crear en común, en un nos-otros , comunitario, que tenemos que rescatar.
“El Buda -comenta el monje budista Tich Naht Hanh- logró el despertar individual. Ahora se necesita una iluminación colectiva para detener el curso d la destrucción…”
El filósofo Kierkegaard hablaba de tres etapas en el proceso de la identidad humana, una estética que correspondería a la adolescencia de la humanidad, profundamente egocentrada, otra ética que se acercaría a una primera desnarcisización, en donde el ego se rinde a la idea de pertenecer a una comunidad y no ser único, reconociendo que sus actos repercuten en toda esa comunidad, algo parecido a lo que enunciaba el psicoanalista Enrique Pichón Rivière en relación al liderazgo de la tarea en los grupos operativos, y una etapa espiritual en donde se reconoce la unidad de todo que permite la salida de la ignorancia y el reconocimiento de la unión de todos los seres vivientes , de toda clase y especie, que abriría inmediatamente el sentimiento de compasión. Un nuevo estado de conciencia en la humanidad, en “la humanimalidad”, palabra acuñada por Marta Segarra, en su libro “Humanimales. Abrir las fronteras de lo humano.” Ed. Galaxia Gutenberg; estado de Conciencia que repercutiría en un nuevo modo de producción, en una nueva organización de la sociedad y fundamentalmente en una nueva relación con la Tierra.
Todo esto implica revoluciones inéditas en el desarrollo de la humanidad que intentan crear nuevas identidades humanas, los movimientos feministas, ecologistas, animalistas, antiespecistas, veganistas y espirituales laicos, parecen ser la reacción esperanzadora para restituir lo humano- más humano, como lo refiere el filósofo Josep María Esquirol, profundizando e intensificando lo humano, la vida en comunidad con el resto del planeta, con los otros no humanos, en una nueva relación entre natura y cultura.
Y así salvar la casa-Tierra, nuestro Eco, y no nuestro Ego, nuestro hogar común, que no solo habitamos, sino que es nuestra morada y alimento.
Dice el filósofo: ”…no todo está bien, pero hay una promesa en lo humano, un envío, una utopía…la esperanza está vinculada al conocimiento continuado que somos”…”Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita”. Editorial Acantilado.
Hoy el verdadero malestar en la cultura es la tragedia de la cultura misma. Podríamos decir que la gente no está hoy deprimida, sino distraída. El yo masivo, se siente sobrepasado con la permanente invasión de información, de vivencias light, no se extrae de la cultura la conciencia de su poder sino, solamente la certeza de su impotencia espiritual, la cultura no ofrece la felicidad como una realización inmediata, pero las nuevas tecnologías sí. Éstas no nos ofrecen nada para el futuro, solo distracciones ininterrumpidas, entretenimientos para el presente, una manera fallida de felicidad, pero que la gente identifica como si fueran verdaderas. La diversión hoy no es más que un tedio suspendido, un nos-otros fallido.
“ A ese mal que enferma y captura la cultura, le gusta lo fácil -dice Antonio Muñoz Molina- lo irreflexivo, lo breve, lo simplificado, que no lo simple, rechaza, ataca el silencio, la quietud, lo gratuito, lo inútil , condiciones sine qua non, para poder Amar.
Freud nos recordaba que la salud mental era la capacidad de Amar y trabajar, dos facultades muy dañadas por la crisis de la sociedad actual, sobre todo este mal cabalga nuestra cultura tecnológica – digital actual.
Para Agamben existen dos clases sociales nuevas, los seres vivos y los dispositivos, una especie de redes que sirven para capturar a las primeras y tiranizarlas. Se genera así una hominización de las tecnologías, como fuente de una felicidad que ni la Fe, ni la cultura tradicional han podido dar al ser humano, pervirtiendo el deseo ya que las nuevas tecnologías usadas como tácticas de seducción totalitaria, son el reverso de la cultura, que es una acción creadora basada en una perfección inalcanzable …El slogan de esta cultura tecnológica lo refleja muy bien César Antonio Molina en un artículo que titula: “¡Qué bello será vivir sin cultura”!
Teclear, teclear, teclear,
Cabalgar, cabalgar, cabalgar,
Hacia la nada…
Zapear la realidad, sin observarla, sin atenderla, sin dejarse penetrar por ella, viajar, viajar, sacar fotos para colgar en Instagram, sin recibir ni fijar una sola experiencia de los lugares…Qué bello será vivir sin cultura, sin libros, sin cines, sin materialidad de cuerpos, sin imaginación, en solitariedad, llenos de likes y vacíos de todo…
En este panorama surge la reacción, el optimista relato de que ya se está generando una nueva identidad del nos–otros, una nueva Conciencia que podríamos llamar no-dual, que comienza a sospechar, a vislumbrar, como antes mencioné, que cultura y natura no están separados, que cultura no es la sublimación de nuestros instintos más destructivos, sino que cultura nos muestra lo trascendente de nuestro ser que es con los demás seres una unidad de sentido, ese es el sentido del que nos hablaba Víctor Frankl, en su libro “El hombre en busca de sentido”, descubrir en esa nueva identidad que todos somos el Actor, sospechar que no soy el que siempre creí ser, volver a tolerar la incertidumbre como fuente de toda creación y vida, y poder vivir seguro en la intemperie.
“Cuando racionalizamos demasiado el mundo hay una pérdida de sentido. Cuando el ser humano pierde el sentido de las cosas, los viejos Dioses se levantan de sus tumbas y se genera nihilismo y destrucción, e irracionalismo político” Max Weber.
Así, transformar esos nuevos y peligrosos descubrimientos y adelantos tecnológicos en luciferes, que movió con el Mal, el Mundo y la vida… (Recomiendo para este tema el trabajo de Luis Hornstein “Patologías del desvalimiento“) en internet. Agradezco a Lola Lopez Mondéjar que me lo hizo conocer.
Porque sin lo gratuito, nos recuerda Nuccio Ordine, el don desaparece del mundo, y si somos seducidos por los cantos de sirena del beneficio y del intercambio, la existencia quedará expuesta al Vacío…”
Una civilización digitalizada, de algoritmos, es una civilización que tiende a la deshumanización, no constituye paisaje interior, fabulación, “intratenimiento”, haciendo predominar lo banal, excluyendo lo sorprendente y prodigioso de la vida.
Una digitalización que ha hecho opaca la rama de muérdago que hizo posible a Eneas franquear las puertas del infierno y abrir el dominio de la imaginación, la que nos permite construir y conocer la realidad del mundo.
Un magacín diario en una cadena televisiva comienza con el presentador diciendo cada noche: “…ya han escuchado las noticias, ahora le contaremos la verdad”…, pero se vuelven a contar las noticias en tono de humor…nada ha cambiado en el discurso.
No se cuenta, no se hace literatura, no se hace arte, se banaliza permanentemente la realidad, con un constante ataque al pensamiento, provocando un empobrecimiento identificatorio.
Así la subjetividad carece de una falta total de soporte cultural frente a las pérdidas y a la muerte, que son la materia prima de la constitución de esa subjetividad, nos recordaba Luis Hornstein en uno de sus libros que el sujeto se constituye a través de sucesivas pérdidas y duelos.
En la sociedad digital, en la sociedad líquida, del cansancio, de la transparencia, de la auto-explotación, el sujeto se encuentra en desamparo. Creando una circunstancia óptima para el florecimiento de diferentes tipos de fascismos y de líderes mesiánicos.
En un mundo a predominio de utensilios digitales-casi sin relaciones intersubjetivas cuerpo a cuerpo- se pierde la materialidad de las cosas, de los cuerpos, se pierden las singularidades identitarias, todo es permanente novedad, y todo es de una existencia efímera, rompiéndose el equilibrio entre conservar y tirar, nada es obra, sino sobras que se reciclan al infinito.
Me angustio,
Yo, mi yo, yo-mi-mío
Soy el centro del mundo,
Me empobrezco
Me encuentro fuera de mi hogar
Destruyo mi hogar
Mi eco
Refuerzo mi ego
Me quedo sin morada
Y soy un ser finito
Necesito acogimiento
Casa-eco
Hospitalidad a mi vulnerabilidad,
Necesito ser acogido
a pesar de la Luz de mi ordenador
de mi Tablet, de mi móvil, de la pantalla del TV.
Ya no recuerdo los cines,
han desaparecido
ya no hay libros
solo esa fría luz
que engaña mi desasosiego
me siento aislado
a pesar de que tengo más de mil amigos virtuales,
el mundo ya no está ahí afuera
sino dentro de esas pantallas,
donde estás tú
pantallas que me devoran en un tiempo que es
permanentemente presente,
esa angustia no puedo compartirla,
porque no hay comunidad que me sostenga, solo Twitter y facebook, etc.
creo que solo yo sufro,
pero sospecho que no
me he quedado en mi yo que tanto defendía
y siento que todo es exterior
un gran vacío en mí me destruye
he quedado absorto en el mundo
perdido en las superficies,
en lo que antes era lo cotidiano,
no puedo pensar más allá,
lo he olvidado.
Me lo han hecho olvidar.
Todo va demasiado rápido,
Deprisa, deprisa.
No dejo de hacerme selfis y mi rostro
no aparece.
Así creo que hablaría y sentiría el sujeto actual, la tecnología mató a la estrella de la radio, mató lo táctil, y si no puedo tocar, si no pasa por mi cuerpo no puedo terminar de comprender.
“Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo no me encuentro muy bien”, se leía en alguna pared de París en el mayo el 68.
Pero hoy nacen nuevos ideales por los que luchar.
La identidad demanda mirar -ser mirado, ¿cómo se logra esto en una cultura que se ha arrancado los cuerpos?
Byung-Chul Han, el filósofo coreano-alemán nos habla de una sociedad de la transparencia, refiriéndose a “un mundo que se ha convertido en un espacio de exposición y que por ello, el habitar que construye la identidad deja de ser posible…y la transparencia va unida a un vacío de sentido, pues el sentido requiere una comunicación menos rápida y más compleja que la información y las imágenes inequívocas… ”La sociedad de la transparencia”. Editorial Herder.
En este sentido el psicoanálisis, como la poesía, son armas cargadas de futuro, creadoras de futuro.
Recomiendo vean la película el Círculo, dirigida por James Pasoldt , basada en la novela homónima de David Egger, y protagonizada entre otros por Tom Hanks. Describe muy bien lo que estamos tratando.
Pero existe otra transparencia, la del poeta, que descubre que el agua también es transparente, y descubrimos que, al reflejarnos en ella, a diferencia de Narciso, vemos los colores de todos los ojos que se reflejaron alguna vez en ella…
No puedo dejar de terminar este relato sin mencionar otra vez a la poeta Chantal Maillard que en su último libro “Las venas del dragón” nos dice: “Tal vez sea una utopía. Tal vez no haya tiempo. Pero tal vez también valga la pena pensar que podemos pensar de otro modo para hacer las cosas de otro modo. Vale la pena pensar que podemos aprender a gobernarnos sin gobierno, a vivir sin dioses, a reemplazar la violencia por la compasión, las verdades por la escucha, la idea de la muerte por la de transformación, y entender que ser o no ser no era, finalmente, la cuestión”.
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* Conferencia dictada dentro de la mesa redonda “Crisis Identitaria en la Era Digital”, organizada por Aecpna, Acippia y AMPP el 1 de abril de 2022 vía Zoom.
** Sobre el autor: Roberto Longhi Tartaglia es psicoanalista y psicólogo especialista en clínica. Es presidente de ACIPPIA (Asociación cultural para la formación e investigación en psicoterapias psicoanalíticas) y profesor invitado en los másteres de Psicoterapia psicoanalítica en la U.C.M y de Arte–terapia en la U.A.M y de la Universidad de Murcia. Es coautor de Nuevas líneas en psicoterapias psicoanalíticas: teoría, técnica y clínica (1999), Conversando con Héctor Fiorini, la construcción de un pensamiento (2013), compilador de Clínica psicoanalítica contemporánea (2020) y autor del libro Psicoanálisis y Espiritualidad, del diván a la meditación. Herder (2022).
Revista nº 20
Artículo 3
Fecha de publicación DICIEMBRE 2022