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El Deseo de Ser Otro: Notas para una escucha de la transexualidad.*

El Deseo de Ser Otro: Notas para una escucha de la transexualidad.*

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Por Marcelo Mendes Facundes[1]**

Sabemos lo que somos, pero no en lo que podemos convertir­nos”.

Shakespeare

Introducción                                                                       

El prefijo Trans nos sugiere un viaje, un viaje a través de la sexualidad, de las contradicciones de la propia naturaleza humana y a lo más ín­timo del psiquismo humano, en este sentido el psicoanálisis es un vehículo privilegiado a la hora de explicar el sujeto moderno, esta subje­tividad enigmática, desconocida, estigmatizada y muchas veces patologizada.

Mi viaje en los últimos años en la clínica me ha permitido ver paisajes distintos a los enseña­dos en las rutas de viajes ofrecidas en mi for­mación académica, y uno de ellos es la expe­riencia transexual.

En este tiempo me encontré con distintos com­pañeros de viaje: como la teoría de género, la biopolítica de los cuerpos, la historia de la me­dicina, la antropología, entre otros. Generándo­nos algunas preguntas posibles, como ¿Qué es ser un hombre? ¿Qué es ser una mujer? ¿Y el sujeto transexual qué lugar ocupa entre estos dos significantes? ¿Puede un sujeto cambiar de sexo, elegir ser hombre o mujer? ¿Elegir un nombre propio? ¿Cuáles son las implicaciones de las transformaciones del cuerpo de un sujeto transexual sobre su psiquismo? ¿Podríamos hablar de una estructura clínica propia para la transexualidad?

Lo que vamos a encontrar de genuino en la transexualidad es la discordancia, y para poder acercarse al trabajo con la transexualidad, hay que aceptar las contradicciones, para poder es­cucharles como un sujeto, este trabajo es un pequeño recorte de la realidad Trans, ya que nos ocupamos de una realidad plural que con­tiene diversos rostros y me gustaría compartir algunas cosas que me han hecho vibrar y que he podido constatar durante mi práctica clínica, espero poderles transmitir la sorpresa y el en­tusiasmo que me despierta este tema y el pro­fundo respeto a la subjetividad transexual.

En muchas ocasiones veremos que el psicoa­nálisisha tratado la transexualidad como una “solución frágil “del psiquismo frente a la psico­sis, las paradojas que atraviesan este tema nos van a permitir pensar no solo el sujeto trans­exual sino nuestra propia posición analítica frente a una clínica que necesita ser todo el tiempo repensada, ya que las categorías con las que nos manejamos se quedan en muchas ocasiones cortas para pensar la subjetividad Trans.

Nos interrogaremos acerca del lugar de la es­cucha analítica ante estos fenómenos clínicos que pone en cuestión el estatuto que le otorga­mos a nociones como estructura, síntoma, identidad, subjetivación, normalidad o patolo­gía.

¿De qué hablamos cuando hablamos de un sujeto transexual?

Desde la mitología Greco-romana hay referen­cias acerca de un sentimiento de tránsito en la sexualidad, desde ahí ya encontramos relatos de personajes que se vestían con ropas del sexo opuesto y decían no pertenecer a su sexo biológico, lo que tenemos ahora como nuevo es la posibilidad de Cirugías de Reasignación de Sexo (CRS), que juntamente con los tratamien­tos hormonales pretenden una adecuación del sexo anatómico de los sujetos transexuales cuya identidad sexual es reivindicada. Lo que hoy conocemos como transexual está estre­chamente relacionado con la tecnología mé­dica, con los tratamientos hormonales, la ciru­gía de Reasignación de Sexo y la irreversibili­dad de estos tratamientos, defendiéndose al mismo tiempo una identidad permeable y fluida, lo que se pone en juego en definitiva es el deseo de lidiar con sus síntomas. El sujeto transexual se define por una demanda que, en ocasiones, no es posible saber en qué medida es fabricada por la propia oferta.

Es interesante señalar, que después de ha­berse encontrado con Freud en Viena, en los años 30, Henry Benjamín, el fundador de la in­tervención médico quirúrgica en la transexuali­dad se volvió un feroz enemigo del psicoanáli­sis, una vez que él se hacía defensor de un bie­nestar que sería traído a los hombres por una endocrinología capaz de ofrecer una respuesta inmediata a las demandas que eliminaba el ma­lestar, al contrario del psicoanálisis que en al­gunas ocasiones hace justamente la operación reversa que le da un lugar al malestar impres­cindible para que el sujeto devenga sujeto.

Los avances de las terapias hormonales y los procedimientos quirúrgicos hacen del deseo de adecuación sexual una posibilidad real, el sa­ber médico construyó una especie de slogan: “la anatomía es el destino” en el terreno de la sexualidad. Pero tales avances científicos es­tán traspasando cualquier límite en nombre del llamado “bienestar”.

Para el psicoanálisis, el real del cuerpo es el destino, entendiendo aquí no como la anatomía en sí, pero la operación significante que hace del organismo un cuerpo, o sea un campo de goce en el cual se inserta lo real de cada uno. El problema de abordar los cuerpos hablantes es el modelo teórico desde el cual nos acerca­mos, porque lo real del cuerpo no es igual para todos en el campo de la sexualidad, o sea el modo por el cual un individuo cuya la identidad sexual esta firmemente establecida, nos con­voca a los que trabajamos desde el psicoanáli­sis a estar atentos a lo que el goce de cada uno irá solicitando y como este se inscribe en los cuerpos hablantes.

El mismo Freud, en el texto La disolución del completo de Edipo (1924), nos muestra que, si la diferencia anatómica tiene algún calor, es por sus “consecuencias psíquicas”, una vez que si­guen dos destinos del Edipo y la Castración, en que el falo comparece como el significante del deseo.

Con esto, entendemos que, si la realidad del in­consciente es sexual, no hay, entretanto, ins­cripción de la diferencia sexual en el incons­ciente, lo que Freud consideró como una bise­xualidad inscrita en los sujetos.

La integración de la sexualidad está ligada al reconocimiento simbólico como forma de dar contorno a aquello que el sexo nos presenta de real y enigmático.

Si no referimos a la indagación medica sobre el tema las contradicciones de la clasificación DSM-V nos sugiere una un movimiento que empieza en 1952, en la primera edición y la se­gunda edición del DSM, donde la homosexua­lidad era sinónimo de Trastorno Mental, partir de los años setenta el activismo LGBT entre psiquiatras, hizo que en los años ochenta en su tercera edición la idea de trastorno saliera a medias con el concepto de Homosexualidad Egodistónica donde el “ser gay” no era ya el trastorno, pero si ser gay le causa infelicidad o sufrimiento.

En su posterior edición DSM-IV la idea evolu­ciona como trastorno sexual no especificado hasta que en la actual versión DSMV, salga por completo.

Del Falo al cuerpo: La posición psicoanalí­tica, del “no lugar” en la teoría freudiana a la teoría Lacaniana.

No se encuentra un lugar para transexualidad en la teoría Freudiana, aunque no localicemos este término en la obra de Freud, es interesante buscar en dos de sus célebres casos algunos atravesamientos como el “Pequeño Hans” y el caso Schreber.

El primero en traer la discusión del tema de la transexualidad al campo de psicoanálisis fue Stoller en “Sex and Gender”, este texto es ci­tado y recomendado por Lacan en el seminario 18, donde el autor presenta casos de niños que decían pertenecer a otro sexo, cuyos deseos eran el de vestirse como mujer y que les fueran cortado el pene.

Y lo interesante a resaltar en sus escritos es que, a diferencia del caso del pequeño Hans, que levanta fantasías, mitos que dejan la es­tructuración de una neurosis a partir de una po­sición frente a la castración; encontramos niños transexuales que eligen perder el órgano, mo­dificar su cuerpo, impedir que este se desarro­lle como identificación.

Con todas las críticas que podemos hoy hacer a Stoller son interesantes sus planteamientos, su epistemología, porque hacen una ligazón de la cuestión de la transexualidad como condi­ción muy precoz para que encuentran en un tipo especial y raro de interacción entre madre e hijo. Según Stoller se trata de una unión que ocurre, sobre todo, en un nivel corporal, en el cual la madre impregna al niño de su feminei­dad antes mismo de esta tener un yo suficien­temente formado, lo que es recibido por el niño de manera pasiva.

Sus consideraciones van a marcar el acento del niño transexual al lazo materno, fuertemente establecido entre ambos.

Muchos textos psicoanalíticos al hablar de la transexualidad traen a la discusión el caso Schreber, aunque no podemos considerar este texto como un caso de transexualidad, ya que fue el delirio de Schreber que hizo con que su cuerpo se transformara, alucinatoriamente.

Este caso que llamó la atención de Freud hace un análisis en que señalaba de cómo el deliro, al evolucionar hacia el sentimiento de una femi­nización ineludible, era la respuesta delirante a un delirio inaugural, primitivo en la institución de su filiación simbólica. Para Schreber, volverse mujer constituía, a uno solo tiempo, una nece­sidad para mantener el orden del mundo y un intento inconsciente para curarse de su psico­sis. Lacan apunta el caso Schreber como “un transexualismo delirante”.

Para Lacan el discurso transexual estaría ba­sado en la certeza delirante en relación con la identidad y en del deseo incontrolable de cam­biar de sexo. En este sentido, en ausencia de un atravesamiento del Edipo, de la represión y de la falta como operadores organizativos, la transexualidad sería una forma específica de psicosis según él.

Cuando el psicoanálisis es interpelado por los estudios de género, para que se posicionen frente a esta cuestión, estos estudios están comprometido con una política basada en la noción de identidad, o sea como nosotros cons­truimos narrativas acerca de nosotros mismos, y que estas, aunque necesarias para el posicio­namiento dentro de los grupos, no deben cris­talizarse, y se presentan como algo fluido, fun­damentada como una construcción social, ya sea para afirmarla o para deconstruirla.

Lacan criticará la noción de identidad de gé­nero, cuando ella demuestra apenas que los seres humanos se reparten entre hombres y mujeres. Para el no hay dos sexos, y si un sexo y otro sexo, dos modalidades de goce en rela­ción al falo. No se vuelve sexuado por identifi­cación al significante “hombre” o “mujer”, y si por la incorporación de la diferencia sexual.

Lo corporal es una contingencia para el sujeto, el cuerpo es inscrito por el deseo y las nociones de hombre y mujer son apenas significantes. El sujeto transexual vive en una búsqueda por la autenticación de su sexo, aquello de le aflige por no tener correspondencia con su deseo.

Viñeta Clínica: Neurosis Histérica o Psicosis

Lo que pretendo mostraros en esta viñeta es la resignificación de la demanda de la paciente Bianca, que llega a la consulta derivada de su psiquiatra por presentar síntomas de angustia frente a conducir. Tiene 36 años, es física y es­tudia un doctorado en ingeniería de materiales.

Llega a la consulta sola, no se presenta como transexual y ya en las primeras sesiones relata un conflicto con la actual pareja, ubicada en la disyuntiva de que no la quiere presentarle a su familia.

En la tercera sesión, en la misma semana, Bianca cuenta con fuerte angustia cuestiones relacionadas con su posición transexual, yo le acojo con naturalidad y me dice que lo cuenta, para que yo pueda entender mejor el conflicto con el novio. Según ella el novio también esta muy angustiado porque conoce desde hace poco tiempo su condición de transexual y que esto “le raya” mucho. Al preguntarle que signi­fica rayarse, se pone nerviosa y me dice que su novio no le gusta la idea de estar con alguien que fue un hombre y que desde entonces no la toca, y que a pesar de decir que la quiere no consigue mantener intimidad con él y que ya le resultaría difícil la posibilidad de presentarle a sus padres.

Al preguntarle sobre la relación con sus padres Bianca dice no tener ya relación con su familia desde la muerte de su madre hace dos años. Bianca es la menor de 5 hijos varones habiendo antes de ella una niña que murió a los pocos días de nacer de muerte súbita.

Relata una relación de afecto con la madre y casi inexistente con el padre, pero señala que, aunque su padre hoy parece aceptar mejor su condición de transexual, su padre fue siempre un maltratador y que su madre tampoco aceptó nunca su condición. Relata que la madre vivía su reasignación como algo violento hacia ella. “Yo no le hice nada a ella, yo tengo un trastorno de género, es una condición biológica.”

Dice haberlo pasado muy mal antes y después de la cirugía que la realizó en Tailandia hace diez años, y que pasó un periodo de depresión bastante largo después de la cirugía y que le venia a la cabeza frecuentemente insultos en forma de voces e imágenes de gente que la lla­maba maricón, y le decía: “no eres mujer”. Que esto fue mejorando en la medida que fue pa­sando el tiempo y que le ayudó mucho haberse filiado a un grupo de mujeres trans que había encontrado en internet, que se reúnen hasta hoy, hacen actividades…”me hizo sentirme me­nos rara y tener menos miedo”. Una de las pre­guntas iniciales acerca de este caso es si Po­dríamos ver en Bianca un caso de Neurosis his­térica, teniendo en cuenta estos grados inten­sos de angustia y de reactividad vividos en el ámbito de sus relaciones interpersonales, su hi­persensibilidad frente a los que le observa, ya que su relato esta impregnado de una fragili­dad, y a la vez presenta un alto grado de ener­gía e interés cuando busca satisfacción y con­cretar sus necesidades. En referencia a esto su motivación para hacer un doctorado, donde ella dice encontrar felicidad y reconocimiento por­que no la miran como un objeto sexual y si por su capacidad intelectual, entretanto Bianca continua en esta búsqueda de este ideal de perfección intelectual y también corporal, ya que se sometió a más de 6 cirugías estéticas, señalándonos una marca patente de insatisfac­ción.

Parece que su goce continuó como siempre en busca de un reconocimiento, de un lugar, a ve­ces excesivo, a veces contradictorio, imbuido de tristeza y soledad. Bianca no se siente acep­tada por muchos que la rodea, inclusive a ve­ces esto se hace latente en la propia relación terapéutica (cambios de horarios, vacaciones, tiempo de las sesiones.

La segunda pregunta que nos planteamos es si estamos frente a un caso de psicosis. Ya que para que el sujeto se estructure como neuró­tico, es necesario que haya la intervención de un tercero, en el caso de la transexualidad fe­menina, en este caso de Bianca, parece que no ocurrió la introyección de un padre simbólico.

Y otro elemento a tener en cuenta es el terror que revela Bianca al preguntarle en alguna oca­sión de cómo ella se sentía antes de la cirugía y como ella construye un relato impregnado de angustia frente a descripción de tener un pene que no podía muchas veces ni mirarlo. Y esta repulsa frente al significante pene en lo que más le motiva hacia la cirugía de reasignación. Ella quería ir n busca de su verdadero ser, a partir de la certeza de pertenecer al otro sexo. Había un intento de eliminar la desarmonía en­tre el cuerpo y su ser, o sea eliminar esta extra­ñeza que el cuerpo le provocaba, con la espe­ranza de pasar del orden de tener un cuerpo a ser un cuerpo donde se evidencia la prevalen­cia del imaginario, pero en el caso de Bianca los cambios anatómicos no fueron suficientes para atender a su demanda, que luego se des­bordó cuando vino el cambio jurídico de su sta­tus y nombre, un apelo al nombramiento simbó­lico, legitimado socialmente.

Podemos pensar según los diversos relatos de Bianca una posible falla en la función paterna en su constitución, siendo el síntoma transe­xual una tentativa de suplencia del nombre del padre, en la medida en que Bianca busca a todo coste ser una mujer, convertirse en com­pleta a partir de la corrección de lo que ella se­ñala como error el pene que no le pertenece, en un cuerpo que habita extrañamente.

Y otro aspecto que llama la atención es el cua­dro delirante que presenta Bianca después de la cirugía de reasignación. Sin perder de vista de que estamos delante de una mutilación.

En el caso de Bianca el tormento del goce solo se erradicó de manera parcial ya que muchas veces habla de su cuerpo como algo protético, que a veces no se siente ni hombre ni mujer.

Frente a todos estos planteamientos, podría­mos pensar en Bianca dentro de la hipótesis de un caso de psicosis, donde la CRS puede ha­ber funcionado como una suplencia del nombre del padre, aunque se muestre en cierta media insatisfecha frente a los diferentes procedi­mientos quirúrgicos realizados. Bianca des­pués de su sueño realizado de convertirse en mujer, ella pudo encontrar un punto de “esta aquí” a su gozo invasivo y sigue su vida de forma menos angustiante, invertido su tiempo en sus estudios y su proyecto de vida.

Tratando de la posibilidad de discutir las estruc­turas clínicas con la noción de transexualidad, lo que vemos es que la clínica estructural no es suficiente por si sola, para pensar en el sufri­miento de estos sujetos, más allá de las estruc­turas.

Consideraciones Finales

A partir de las consideraciones que hemos pre­sentado aquí, es posible situar el transexual en un campo enigmático de investigación, sus cer­tezas son en parte cuestionables, en cuanto la búsqueda por una completud a realizarse a tra­vés de la cirugía, por el relleno de una falta real del falo, y el alcance de la felicidad por la pro­moción de una identidad y reconocimiento so­cial que no carga garantía alguna. La realidad vivida por la posibilidad de someterse a una ci­rugía de reasignación evidencia un síntoma contemporáneo al traer medidas paliativas de solución para el malestar transexual. Apoyados en la prerrogativa de que el sujeto está convicto de que es prisionero en un cuerpo que no le condice con su ser, la tecnología médica con­tribuye con una respuesta: “Usted puede cam­biar de sexo” y el sujeto es compelido a un de­seo muy energético de pasar por todos los me­dios para el otro sexo.

No obstante, el cuestionamiento que hacemos sobre el avance en las tecnologías médico-estéticas no pretenden vetar la posibilidad de esta, pero señalar que para este hecho es ne­cesario evidenciar para el sujeto que nada se puede tener con garantías de que el sexo de­termine su pertenencia a este o aquel sexo, si es que podemos realmente hacer esta afirma­ción. La garantía con la que el psicoanálisis se compromete es la de que hay un sujeto que ne­cesita ser escuchado en su singularidad, aco­gido en sus sufrimientos y angustias elabora­das as sus demandas subjetivas, como posibi­lidad de simbolización de sus experiencias. Tratase de considerar la responsabilización del sujeto en su proceso de reasignación y proble­matizar sus concepciones sobre el “volverse” mujer, apuntalando para la posibilidad de cons­trucciones singulares que respondan a los de­terminantes sociales y culturales de forma me­nos devastadora para el sujeto.

¿Asistimos a un relato histérico de una mujer que busca en los logros académicos reconoci­miento y admiración que restauren su narci­sismo herido? ¿Es una psicótica que busca a través de una intervención quirúrgica una resti­tución fálica que la haga sentir completa? ¿Es el deseo de ser otro un viaje desesperado para intentar ser alguien -en nuestro caso Bianca- que la saque del no-lugar ¿Es sufi­ciente el modelo estructuralista para dar cuenta de estos fenómenos? ¿Alcanza nuestra meta­psicología para dar cuenta de ellos?

La clínica de la transexualidad se nos presenta enigmática, nos habla de sujetos convictos, pri­sioneros en un cuerpo que no reconocen como propio llegando a fenómenos cuasi psicóticos de ajenidad y extrañeza. Nos habla de contra­bandistas que habitan entre dos mundos. Bianca: ¿es una mujer? ¿Es un hombre trans? ¿Qué es para ella lo masculino, lo rechazado, que le vincula a un padre maltratador? ¿Qué es para ella lo femenino, al remitirla a una madre deprimida por la muerte de su hija? Allí, una vez más encontramos una brújula que nos permite realizar la aventura de adentrarnos en territo­rios inexplorados: escuchando la singularidad.

Hoy, corrigiendo una célebre frase por todos conocida pareciera que es el deseo y no la ana­tomía quien escribe el destino.

Una clínica que exige ser escuchada en su sub­jetividad y en su individualidad y que cuestiona nuestros principios y nuestras premisas teóri­cas. Una clínica que requiere ser escuchada, también aquí, sin memoria y sin deseo.

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*Comunicación oral presentada el Ciclo de Sábados: “Construyendo brújulas para explorar nuevas realidades: las diferencias sexuales hoy”, celebrado en AECPNA durante el curso 2018 – 2019

** Sobre el autor: Marcelo Mendes Facundes ejerce su actividad profesional en el centro UNIPSI S.L.P., la cual combina con su cargo de Responsable del Servicio de Atención Psicológica (ETSIME y ETSE) en la Universidad Politécnica de Madrid. Es Psicólogo Colaborador Docente Practicum en la Facultad de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, y como Professor of Health Psycho­logy en el Real Centro Universitario Escorial Maria Cristina – UCM en Madrid. Es doctor por la Univer­sidad Complutense de Madrid obtuvo el Doctorado Europeo en Psicología.


[1] Conferencia impartida en el Ciclo: Diferencias Individuales hoy, por Marcelo Mendes Facundes Doctor en psicología por la Universidad Complutense de Madrid, Doctorado Europeo por la Universidad de Varsovia, profesor universitario en el área de Ciencias de la Salud.

Revista nº 13
Artículo 2
Fecha de publicación: JULIO 2019


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