Saltar al contenido

Número 21

Aprendiendo desde la clínica: Ateneos y Centro Hans

Lo insoportable en la pandemia. Lo insoportable en los grupos. Lo insoportable en las diferencias con los otros.*

Por Marian Rosales Pajuelo

Marian Rosales Pajuelo**

 Nos sorprendió la pandemia como a todos, trayendo incertidumbre, pérdida de referencias habituales, cambio de vida forzado y la presencia constante de la finitud humana golpeando en la vulnerabilidad de cada uno.

Ante la situación qué nos atravesaba asistimos a distintas formas de encararla: Asociaciones y grupos de trabajo con una prolija producción de textos, teorías, intervenciones … pareciera que no hubiera tiempo ni descanso para nada. La nada que aparecía en un mundo vacilante, perplejo, donde lo que había funcionado siempre no servía.

En Hans llevábamos tiempo reuniéndonos, generando ideas, pensamientos, ilusiones, procesos, la pandemia no originó el grupo de trabajo como si ocurrió en otras instituciones.

La realidad externa ineludiblemente afectaba el mundo interno de cada miembro del equipo, situación que requería un tiempo-espacio donde situarse. No se podía negar que dicha realidad nos conmovía, nos interpelaba, y en otros momentos nos acosaba en nuestra experiencia diaria sin poder elaborar, por lo que tenía de traumática y excesiva.

Situación que por momentos se volvía insoportable por la falta de sostén, de oquedad haciendo eco con lo insoportable de cada uno, con lo insoportable del otro. El objeto de conocimiento o mejor dicho de desconocimiento a la que nos confrontaba dicha situación definía la tarea: cómo vivir en pandemia, en confinamiento y seguir generando tejido simbólico. Ante dicha labor nos situábamos semanalmente e íbamos tejiendo una forma de funcionamiento con pasos vacilantes, donde se tenía muy presente el ritmo de cada uno, sin exigencias, con mucha generosidad, en este movimiento discontinuo no estaba en primer plano producir algo concreto. Era un tiempo de escucha de la amalgama de emociones , sentimientos encontrados, de búsqueda de referencias.

Cada uno pudo ir construyendo y aportando lo que le ayudaba a acercarse y habitar ese objeto de desconocimiento que producía la pandemia y sus consecuencias, pero también generaba modos de presencia en el equipo de trabajo.

Todos compartíamos en mayor o menor medida ese rasgo que hacía a la identificación imaginaria que nos convocaba, que se articulaba poco a poco con lo propio de cada uno.

“Para que un grupo se cohesione, cada miembro debe reconocerse en los otros. Pero para que el grupo no confunda al hombre hasta la locura, también le es necesario hacerse reconocer en su particularidad ante sus congéneres- identificarse ante el otro-, nos dirá Mario Poulanier en su libro “Grupos y humanos” (reflejaré distintos fragmentos a lo largo del texto).

En este contexto se crearon los textos publicados en el blog de Aecpna. Cada uno distinto,tocando distintas facetas que se necesitaba poner en palabras después de un tiempo de reflexión propia y de equipo. Se compartía, se empujaba, se daba tiempo.

En el equipo estábamos los más extrañados, apenados con los que que tenían ese input creativo y más activo. Funcionamientos distintos en forma y tiempo.

Probablemente, no es extraño escuchar que las reuniones se inauguraban hablando de lo cotidiano que nos atravesaba, nos interrogaba, nuestros miedos, algún familiar… algún amigo… nosotras mismas. Sensaciones de refugio, de estar arrimadas unas con otras a través de las pantallas que posibilitaban el calor humano del encuentro. Nos identificábamos compartiendo afecto, ideas, se estrechaban lazos sociales y afectivos que nos colocaban en buena disposición ante el trabajo que nos convocaba.

Pero en las primeras reuniones de Hans en confinamiento, se percibía una sensación difusa, algo insoportable que no se podía figurar, representar. Imagino que estas percepciones otros miembros del equipo también las tendrían, pero en mi persona me paralizaban, me tenían en shock.

Me he permitido contar ésto tan personal para introducir la línea de pensamiento que voy a compartir y para ello me acompañaré de las palabras del autor que anteriormente nombré.

“En la vida social, en la relación con los semejantes, en los fenómenos grupales, hay algo que atañe profundamente a la subjetividad humana, confrontarse a eso que tan profundamente les atañe tiene bastante de insoportable.

Eso insoportable, lo es tanto porque no hay palabras para definirlo plenamente y porque está relacionado con la pequeñez de cada uno, con lo que falta cuando comparamos lo que hay con el ideal, con la diferencia entre el amor esperado y el amor recibido, con lo que hace a la finitud, a la carencia y a los límites. La relación de cada persona con eso insoportable, determinará en gran medida su manera de tomar posición en los grupos de los que forma parte”.

Este autor nos pone en antecedentes de lo que ocurre en el mundo social como fenómeno. Ante sus palabras, me pregunto cuanto era de mi propia limitación y cuanto de la pertenencia al grupo que, por momentos, me resultaba muy complicado por la situación que nos atravesaba, o si, simplemente la pertenencia ya lo moviliza y la pandemia lo puso de manifiesto haciéndome consciente de alguna manera.

Me pregunto si las las diferencias con el otro se pueden dialectizar con lo insoportable que intenta explicar Mario Poulanier, o no tener en cuenta las diferencias con el otro choca de pleno con esto insoportable presente en los individuos y en los grupos.

“Percibir hasta qué punto el otro es otro sujeto, tan sujeto como uno, y a la vez tan radicalmente otro, es tan complicado como reconocer lo que con él se tiene en común. A pesar de todo, el hombre convive y se comunica, aunque no tanto ni tan bien como cree”.

Se abren distintas cuestiones:

1. Las diferencias con los otros pueden ser un obstáculo o un trampolín para seguir Las diferencias que se contemplan serán aquellas que encajen en la consistencia imaginaria, que no se alejen demasiado del ideal compartido al que se aspira.

Podría ser que no tener en cuenta esto insoportable que acontece en los fenómenos sociales, en los equipos, impide encontrar salidas más creativas a atolladeros teórico-clínicos, de forma similar como cuando se homogeneiza excesivamente el discurso dominante en los equipos impidiendo la entrada de lo nuevo, de lo diferente, o en el reverso de la moneda se apuesta por explicaciones simplistas pero innovadoras.

2. Qué diferencias se aceptarían en el seno de los equipos, y qué es lo que se pierde al no aceptar lo complejo de la situación.

3. Los ritmos de cada miembro del equipo en dialéctica con el ritmo del equipo de

Parece que va a ser verdad que hay algo insoportablemente complejo, pero al mismo tiempo con potencialidad, según sea la combinatoria de los elementos en juego.

El equilibrio entre la cohesión simbólica, tejida con palabras y la consistencia imaginaria en el registro de la imágenes, se abre como una cuestión importante. Sin consistencia imaginaria, no se genera el equipo, sin cohesión simbólica no es posible el crecimiento, y aquí está presente el pensamiento propio de cada uno y la dialéctica con el pensamiento y diferencias con el otro.

Hay muchas formas de estar presente en un equipo, de pertenecer, aportar y ésto dependerá de una serie de elecciones éticas que adopte cada uno en distintos momentos de su vida y de la trayectoria del equipo. Cada uno es responsable de su pensamiento, sus decisiones, sus aportaciones… de sus tiempos de tardanza, añoranza, melancolía que en mi caso me permitieron otros, por lo que estoy muy agradecida.

 

 

 

Entradas Similares del Autor:

* Texto para el 20 aniversario del Centro Hans. Reflexiones sobre los encuentros del Equipo del Centro Hans durante la pandemia.

 

**Sobre la autora: Marian Rosales Pajuelo es Psicóloga General Sanitaria. Psicoterapeuta acreditada por Feap y Efpa (la europea del Cop). Puesta en marcha del CAT de Aranjuez donde ejerció como Coordinadora y Psicoterapeuta de niños y familias.

Bibliografía

Poulanier, M.(2.004) Grupos y humanos. Madrid.: Biblioteca Nueva. Diván el terrible.

¿Hablamos?
Call Now Button