Presentación de Nieves Pérez***
En primer lugar, agradecer a Carmen su generosidad al habernos abierto hoy la puerta: nos ha dejado asomarnos y mostrado lo que sucede en su consulta. Un trabajo para mí con mucha riqueza y matices, y que al escucharlo vuelve a confirmar la importancia del trabajo con los padres, cuando nos consultan por un niño o un adolescente que hacemos en esta casa, que nos identifica en AECPNA, como una propuesta teórico-clínica.
Continuando con la metáfora, la escucha del material presentado, me convocó la lectura “Movimientos de apertura” de Marisa Rodulfo: Como en estas primeras entrevistas es tan importante que los padres puedan escuchar palabras de apertura, palabras suficientes para abrir un campo transferencial que posibilite la reconstrucción de la historia del niño y de ellos mismos (los padres) en la relación con este. Abriendo así el juego de la demanda. Sin olvidar que al pedido inicial, no debemos homologarlo como demanda sin concederle tiempo suficiente, escuchándolo en su complejidad, y en estas primeras entrevistas tiene la oportunidad de ser transformado a través del circuito transferencial.
Movimientos de apertura… ante estas puertas que la analista se va encontrando tan cerradas y que, con su actitud paciente, su palabra, sus gestos, sus silencios, trata de entreabrir, para que entre los tres puedan asomarse, y mirar. Abriendo un espacio de reflexión, en el que puedan escucharse (el padre dirá: “eso yo no lo sabía”). Abriendo un espacio en el que pueda escucharse algo diferente.
Ya desde el inicio, en el pedido telefónico, la madre trae el sufrimiento en el niño, y la analista, en su particular escucha se pregunta: ¿dónde está el padre? Y les convoca a la primera entrevista, no sin dificultad.
Creo que, en el primer encuentro con estos padres, esa mirada de la terapeuta al padre ya es un movimiento de apertura que invita al padre del niño, que parece estar fuera, y el rompe a hablar: “El niño no va a poder estar aquí, porque se cierre la puerta”, dice el padre. Y ahí sugiere lo que le va a pasar al hijo en la primera entrevista con la analista, otorgándole el sitio fóbico al hijo.
Y como el niño es un sujeto en constitución, es
concebido y nace inmerso en la historia, mitos, identificaciones y deseos familiares, necesitamos conocer la Trama Edípica: la historia y la prehistoria significada por los padres nos permitirá empezar a vislumbrar el lugar que le han otorgado al hijo.
Y así en cuanto a la historia edípica del padre de Guille escuché que: El era el pegamento entre su madre y sus hermanos, siempre intentando conciliar, mantener la familia unida. Su padre siempre fuera-trabajando. ¿Y el pegado a la madre? También jugando solo…A modo de repetición.
En cuanto a la historia de la madre: relata una historia de pérdidas, su padre, su abuela,… Aun muestra mucha tristeza al hablar de la pérdida del padre.
El padre de Guille aparece como el Perdedor: No puede aprobar la oposición y ella esperándole tras 10 años sin éxito. No puede, no tiene potencia de generar al hijo, tardan otros 5 años en poder tener a Guille. Y tras el nacimiento de Guille, el padre vuelve a estar fuera y no puede separar al niño de la madre, función que vino a realizar la llegada del hermano. En la palabra del padre dirá que Guille sube las escaleras, y lo consigue porque “gana a papá”, ¡ya lo creo!
Pienso también en esta mujer cuanta tristeza, y cuánta desilusión, que difícil lo tiene, y si quizá esto también dificultó, no la permitió abrir la puerta y dejar entrar al padre. No olvidemos en todo esto la soledad en su enfermedad.
Maud Mannoni, en “Un saber que no se sabe” nos dice así: “En el psicoanálisis de niños, el analista está atento a la trama de una historia (hecha de palabras, juramentos y oráculos) de la que nació el niño y que se remonta a tres generaciones”.
Pero muchas veces, los padres recuerdan hechos sucedidos, pero ‘‘no ven la relación’’ entre esos hechos y lo que el hijo se ve llevado a repetir. Y aquí el analista puede: trabajar con conexiones entre significantes históricos y prehistóricos, que no han sido efectuadas anteriormente. Y estaríamos en la “Construcción de enlaces”, siguiendo a Caellas, Kahane y Sánchez, en su libro “El quehacer con los padres”.
El niño no puede “despegarse” de ellos. Abrir la puerta y salir a jugar… más allá de lo familiar. Guille no puede porque sigue pegado a la madre. ¿Se queda con la pelota jugando solo en el patio de la casa, también?
¿Para Mantener a la familia unida, también? No puede salir, se queda encerrado, como si la categoría simbólica de lo que no es familiar en Guille no hubiera podido aún desplazarse a otros que no son los padres. Pareciera que el niño es el blanco de las tensiones inconscientes de los padres; en él deja su marca lo no dicho de las tensiones y los secretos.
Que importantes son estas primeras entrevistas, el ordenamiento de cada uno en su historia, y como los padres van otorgando sitios a los hijos, e intentaremos saber si los hijos van ocupándolos o no. En este caso pareciera que en esa cadena de eslabones este niño ocupa ese lugar otorgado y se ve esa proposición teórica. Y la terapeuta intentará ordenar, colocar el escenario, con su ley: vendrá a darle al niño su sitio.
Abriendo puertas… sugerente el título,… pareciera que apunta hacia las puertas cerradas para Guille, sus padres… metáfora de la posición de los padres respecto al niño o respecto a sus propias posiciones, por el no comunicarse.
El caso de Guille en mi opinión es un caso para reafirmarnos que sin el trabajo con los padres hubiera sido muy difícil, infructuoso, pienso que hubiéramos trabajado en terreno baldío.
Abrimos la puerta al espacio de reflexión, con comentarios, preguntas,…
Bibliografía
- Caellas, M.ª; Kahane, S.; Sánchez, I. (2010): “El quehacer con los padres”, Madrid, HG Editores.
- Mannoni, (1985): “Un saber que no se sabe”, Ed. Gedisa, Barcelona.
- Rodulfo, (1990): “Movimientos de apertura”. “Diarios clínicos”, vol. 1. Psicosis en la infancia, pág. 18-24. Ed. Lugar, Buenos Aires.
CARMEN DE LA TORRE
importancia de las entrevistas de los padres durante el proceso diagnóstico de su hijo. Dichas entrevistas requieren una atención y dedicación determinada por todo lo que se va desplegando. Sin la atención debida a las mismas, no creo que hubiera sido posible empezar la psicoterapia del hijo. Así que este es el trabajo desarrollado a continuación.
Quisiera empezar diciendo que ser padre, ser madre, requiere un movimiento, un cambio de lugar, requiere encontrar esa asimetría necesaria que permite a un adulto el cuidado del niño. En palabras de Silvia Bleichmar:
“Para que los adultos sean responsables tienen que ser ellos en primera instancia restituidos en su capacidad de sentirse en condiciones de responsabilizarse…el igualitarismo solo se puede establecer entre pares, vale decir, sobre seres que tienen la misma posibilidad. La relación entre el adulto y el niño es asimétrica en saber y en responsabilidad ”, lo que no impide que el valor ético, moral, legal, y el respeto a poder ser, es el mismo para todos.
Este movimiento, supone para los padres un trabajo psíquico que pone en juego emociones propias de cada uno, en un contexto social por el que todos estamos atravesados, un contexto marcado por la inmediatez, la negación del dolor, la necesidad del éxito dejando poco espacio para vivir la frustración y el fracaso. El niño es un sujeto en constitución, en desarrollo psíquico, físico y social. Nos constituimos como sujetos en relación a otro, por lo que ante el sufrimiento de un hijo los padres/madres tienen algo que decir. El analista de niños se ve convocado entonces a una doble escucha: la escucha del niño, posible paciente y la de sus padres responsables que, sin ser pacientes en sí mismo, traen su propio malestar, su propio sufrimiento En el capítulo 2 del libro de “El quehacer con los padre. De la doble escucha a la construcción de enlaces” las autoras, profesoras de esta casa AECPNA, ponen en relieve el sufrimiento y la culpa que muestran los padres cuando consultan por su hijo1, y dicen:
“Se trata de la dificultad de asumir la implicación de lo interrelacional. Se diría que solo se puede asumir desde la culpa. Esta es una tarea importante del terapeuta infantil: la de despejar las culpas procedentes de la omnipotencia y dar vía a las interconexiones entre los deseos y el lugar que dan al hijo”(la negrita es mía).
(1. Caellas Ana M, Kahane S. Sánchez I. “El quehacer con los padres: De la doble escucha a la construcción de enlaces”. 2010. HG Editores)
Trabajar en esta línea de pensamiento, requiere de la presencia de los padres durante toda la intervención, dando la oportunidad de construir un espacio diferenciado para el hijo y para ellos. El analista está ahí, en actitud de escucharlos, esa doble escucha necesaria para que la intervención tenga la mejor evolución posible.
La madre de Guille de 7 años llama para pedir cita en mi consulta. Cuenta por teléfono que “se trata de un problema de ansiedad…tiene miedos…y lo está pasando muy mal”. Explica que le ha visto un psiquiatra en el Centro de salud mental infanto-juvenil de su zona, que le ha dicho que sería conveniente que al niño le vieran con más frecuencia. Por la conversación telefónica que tengo con la madre, no me queda claro si está criando al niño sola o si existe pareja, padre. Le digo que para mí es importante conocer inicialmente a la pareja de padres, y que le voy a dar una cita para que puedan venir ambos y nos podamos conocer. “vale, le preguntaré si puede venir este día…porque mi marido tiene mucho trabajo” le insisto en que, si este día no puede, que me llame que seguro que podremos encontrar otro momento para reunirnos los tres.
A la primera entrevista, acuden ambos, madre y padre juntos. Son personas correctas más bien jóvenes. Cuentan que Guille es un niño “temeroso” o “excesivamente prudente”, que deja la luz encendida para dormir, aunque termina yendo a la cama de los padres y uno de ellos termina “emigrando” al cuarto del niño. Cuentan que en infantil iba contento al cole, pero “no se integraba en las fiestas de cumpleaños”. Hasta ese momento, observo que es la madre quien toma la iniciativa en la entrevista, percibo al padre incómodo, un tanto fuera de la conversación, le interpelo con un gesto, en un momento determinado dice el padre:
- P) “… no le gustan mucho las multitudes”
La madre continúa su relato y cuenta que cuando el niño tenía alrededor de 5 años, no había empezado primaria, ella estuvo de baja médica durante un año largo con revisiones y tratamientos médicos diversos bastante invasivos. Ese año, a pesar de su salud delicada y la necesidad de descanso, era ella quien se ocupaba de llevar y recoger a su hijo del cole, y dice “esa fue la parte buena, aunque luego, cuando me incorporé al trabajo…ya no quería ir al colegio”. La madre recordaba el tiempo de su enfermedad como un tiempo difícil, hablaba de lo mal que lo pasó, trasmitiendo cierta soledad y preocupación por su salud. El padre la interrumpe diciendo “también es importante lo de la puerta cerrada…él no podría estar aquí con la puerta cerrada”.
Me llama la atención este comentario, que me parece no sigue la línea del discurso de la madre, cuánta angustia debía despertar en el padre escuchar a su esposa. Pensaba que él tendría la puerta cerrada a aquel tiempo y quizá su hijo se quedó encerrado dentro.
Me llama la atención en esta entrevista, como el padre va cambiando su forma de estar, de estar callado pasa a enumerar un listado de síntomas que el observa en su hijo, uno detrás de otro.
Dice el padre “tampoco puede entrar en un ascensor… me toca subir con él las escaleras hasta pisos bien altos, y lo conseguimos porque subimos jugando a hacer carreras y él gana a papa… no quiere ir a la piscina… no puede entrar en el garaje…y está muy bloqueado cuando hace los deberes”.
A medida que el padre va enumerando los síntomas fóbicos tan llamativos, la madre trata de ponerlos en contexto tratando de conectar con el malestar de su hijo, y comenta:
M) “Creo que sus miedos se han agravado en los últimos meses, hay que subir con él por las escaleras siempre, aunque sea un piso muy alto, pero no solo es eso… estando con tíos y primos quiere irse todo el rato, yo noto que no está a gusto, que no participa…que quiere irse a casa todo el tiempo…quería ir a la biblioteca y sacarse el carnet y cuando fuimos nos tuvimos que ir porque no podía estar allí”.
P) Claro, lo que quiere es quitarse de en medio las escaleras, el tema ascensor para estar tranquilo y ya… Tengo la impresión de que el padre tiende a zanjar lo que la madre dice, lo que supone un obstáculo para poder pensar juntos en la sesión, quizá no está muy preocupado por lo que le pasa a su hijo, y le pregunto por ello.
P) A mí en principio no me preocupa mucho, cuando tenga 30 años seguro que a nuestra cama no viene, y si no quiere ir a algún sitio no irá, elegirá lo que le gusta… tiene un hermano que es completamente diferente, se apunta a todo…pero es verdad lo que dice ella, en los últimos meses veo que va a más y puede que necesite ayuda”.
Pregunté si habían hablado con su hijo sobre estas consultas que estaban haciendo, con la psiquiatra, y aquí y sobre su preocupación de cómo lo veían.
P) No le hemos dicho nada, pero lo intuye…eso creo… no lo sé.
M) Cuando fuimos a la consulta del psiquiatra, fuimos con él, y estaba encantado, no había ido al colegio, estaba con papa y mama, fuimos a desayunar…tuvo un efecto muy bueno.
Llegando al final de la entrevista, señalo que me parece pertinente la consulta por su hijo, y les cuanto a los padres que entiendo la valoración del niño como un proceso de una serie de entrevistas con el niño y otras tantas con ellos dos. Les insisto en la importancia de que acudan ambos, y que si no vienen los dos no podremos trabajar. Cuando vamos a buscar la siguiente cita, el padre no puede en las diferentes posibilidades que ofrezco para continuar, hay un viaje por medio que el padre insiste en que tienen que ir y comienzan a hablar entre ellos:
M) “Ese viaje lo podemos aplazar, no hay nada
P) “Él tiene mucha ilusión en montar en avión también para Guille va a ser una prueba de cómo está” ( el P mira al terapeuta).
M) Podemos ir en otro momento…ya que hemos empezado aquí…”
Finalmente, conseguimos fijar nueva entrevista.
En esta primera entrevista se puede observar la motivación diferente respecto a la necesidad de consultar a un analista por los miedos del chico. Es frecuente que ambos padres no acudan a la consulta con el mismo interés, o confianza, o ganas en general, pero que esto sea frecuente, no quiere decir que no haya que reparar en ello y tomarlo en cuenta, para anticiparnos a los efectos que puede tener en la intervención que se va a iniciar; por lo que es muy importante saber más y tratar de ir esclareciendo a qué son debidas. Entiendo y tengo presente que la continuidad en la intervención psicoterapéutica con un niño pasa por los padres. Es importante que ellos conozcan al profesional en el que van a depositar la confianza de su hijo asustado y con miedos. Es importante que los padres puedan ellos mismos como sujetos tener su propia experiencia y comprensión sobre cómo el analista comprende la problemática de su hijo, su sufrimiento y el de todo el grupo familiar, y es importante darles un espacio para que la pareja de padres puedan también expresar sus acuerdos y diferencias, puedan escucharse a sí mismos, escucharse entre ellos y escuchar a un tercero, y esto solo se puede hacer, si acude la pareja. Concertar entrevistas con la pareja fue realmente difícil, a lo largo de todo el proceso de evaluación.
Acuden ambos a la siguiente entrevista y comienza el padre.
P) “Mañana nos vamos de viaje se lo hemos dicho y se ha puesto histérico”.
El padre cuenta que a Guille le da miedo porque vamos a pasar túneles y el año pasado en otro viaje que hicieron todos pasaron miedo porque había un temporal muy fuerte y no se veía nada, se dirige a su mujer.
P) ¿Te acuerdas? ¿venías en mi coche o ibas en otro coche?
M) Iba contigo
P) Te acuerdas entonces…nos asustamos
Cuentan que era un viaje que habían organizado con otras familias, a veces van las mujeres en un coche porque son amigas y los hombres con los niños en otro, todos pasaron miedo y dice el padre “si se enfrenta y sale bien es importante para que supere su inseguridad”
La madre continúa la conversación hablando de la celebración de un cumpleaños en el que Guille estaba escondido entre las plantas del jardín mirando como jugaban los demás. Cuentan de otras celebraciones en las que Guille no quiso quedarse si uno de sus padres no se quedaba con él. Relatan diferentes situaciones en las que Guille se quiere ir, o no despegarse de ellos. Sigo citando a los padres, me parecía necesario saber más de ellos y de la familia.
En entrevistas sucesivas abordamos la historia familiar, de pareja, y como ellos construyeron su propia familia. Sobre los antecedentes personales del padre, he de señalar que pertenece a una familia de varios hermanos en la que la única mujer era la madre, que era muy estricta. Por el tipo de trabajo que desempeñaba su propio padre, tuvieron que viajar mucho, cada hermano nació en una ciudad diferente y pasaba mucho tiempo fuera de casa. Tuvo que cambiar de colegio con frecuencia, no considera que esto haya sido relevante salvo que porque no conserva amigos de la infancia. El padre de Guille se recuerda jugando solo con una pelota contra la pared en un patio. En la relación con su familia de origen dice “yo he sido el pegamento entre mis hermanos y mi madre, siempre intentando conciliar…hemos estado varios años sin hablarnos… ahora pienso que no sé si me compensa”.
M) Estás harto de todo los líos que tenéis.
P) Bueno, en realidad ahora somos una familia muy unida, veraneamos juntos todos y también vivimos juntos muy cerca…también su familia (refiriéndose a la mujer, lo menciona con gesto de justa igualdad) Suele hablar en tono jocoso, intentando poner cierto humor, pero fuera de tiempo.
Sobre los antecedentes de la madre, señalar que ella pertenece a una familia de dos hermanas, su madre nunca ha trabajado fuera de casa y ella reconoce que le gustaba que su madre estuviera en casa. Su padre falleció tras un largo y doloroso proceso de enfermedad cuando ella ya había finalizado los estudios universitarios y estaba empezando su vida laboral. Cuando habla del padre se emociona, llora y lo que habla de él son todo bondades, generoso, humanitario, “lo quería todo el mundo y siempre trato muy bien a mi madre”. También señala que la abuela materna siempre vivió con ellos y fue cuidada y atendida por su propia madre, requiriendo muchos cuidados, hasta que falleció en el propio domicilio.
Respecto a la pareja. cuentan que se conocieron en la universidad en el grupo de amigos y se hicieron novios pronto. P) yo decidí opositar durante casi 10 años, al final desistí porque no aprobaba…ella me esperó todo ese tiempo y ahora trabajo en una empresa pequeña, tengo mucho trabajo llevo a más de 50 empleados a mi cargo”.
M) No me importó… yo terminé la carrera entré con un contrato pequeño donde trabajo ahora y sigo desde entonces.
La historia del padre me impresiona de unas relaciones familiares poco afectivas y cercanas. Una madre disciplinada. Respecto a la poca presencia del padre no sabemos si lo echaba de menos o no lo necesitaba, pero en cualquier caso esa no presencia de la función paterna favoreció al padre de Guille un lugar privilegiado al lado de mama que alimentaba la fantasía de mantener la familia “pegada”… También el padre “juega solo” como Guille y de niño no parecía que tuviera muchos amigos.
En la historia de la madre, están muy presente los duelos y pérdidas todavía muy vivos en ese momento a pesar del paso del tiempo. También el periodo de noviazgo lo cuentan rápido con austeridad, la oposición ¿deslibidinizó la relación de noviazgo? Todo esto me llamaba la atención y me mantenía más activa en la escucha.
Cuando los padres de Guille se casaron pasaban los 30 años de edad y tardaron más de 5 años hasta que nació Guille, pregunto por esto
M) Siempre hemos pensado en tener hijos no pensamos nunca en no tenerlos, pero tardamos más de 5 años ¿? GRAN SILENCIO.
P) Mira al suelo y la madre comenta “poca movilidad de los espermatozoides…SILENCIO, pero se nos dio muy bien…nos han contado que hay parejas que lo pasan fatal y tardan mucho o no lo consiguen…nosotros lo conseguimos a la primera
“necesitaron un poco de ayuda…también ahora”.
P) si eso
Ricardo Rodulfo nos recuerda que lo importante no son los sucesos en sí mismos, los datos, sino recoger la vivencia, la historia subjetiva de cada uno ante los acontecimientos y nos anima a formular preguntas de contexto.
Analista: ¿Son procesos difíciles, aunque se den bien… que recordáis de aquellos meses?
P) Todo correcto…hicimos lo que nos dijeron y salió bien a la primera
Hubo un nuevo SILENCIO, parecía que habíamos llegado a otra puerta cerrada. Dude si continuar indagando sobre el tema que era evidente que despertaba gran malestar en la pareja, sobre todo en P. En las entrevistas con los padres es muy importante detectar y contener tanto las ansiedades depresivas como las paranoides que inevitablemente se movilizan, el analista de niños en la escucha de los padres tiene que ir encontrando el timing de toma de conciencia de los conflictos parentales sin resolver, es importante movilizar aquello sobre lo que se puede trabajar y contener, decidí intervenir diciendo…¿por dónde seguimos? EL silencio había sido elocuente y seguramente sobre este punto se volvería en otro momento cuando la relación terapéutica estuviera más asentada.
La madre tomó la palabra y empezó a comentar que todo había ido bien, el parto, el nacimiento de Guille.
M) ”Era muy sonriente…teníamos ayuda en casa… cuando empecé a trabajar tenía 4 meses me costó mucho separarme de él…llegaba a casa como enamorada, con ansiedad de verle y cogerle” (el padre se mantiene muy silencioso), pronto le pusimos en su habitación, pero nunca cogió bien el sueño…me estudie él duérmete mi niño … lo aplique como lo entendí, pero nada…no come mucho pero no se pone malo
P) El hermano fue bastante diferente… llorón, llorón.
M) Y ese embarazo fue mucho más duro…él estuvo trabajando muchísimo como si fuera el fin…Guille tenía 3 años…yo sola no podía, cuando llegaba a casa de trabajar la cuidadora se iba…tuve que cogerme vacaciones me fui a la casa de la playa sola con Guille.
P) Yo iba a ir un poco más tarde (dice en tono de justificación).
M) Me puse de parto me trajeron directamente al hospital, él no se enteraba de nada, fue mi madre quien me ayudo y estuvo conmigo
P) (Se justifica) En mi trabajo hay dos épocas del año que son muy difíciles, coincidió con una de ellas…tú lo sabes (dirigiéndose a su mujer).
De la concepción de Guille, su proceso de gestación incluso de los primeros años de su vida parecía que no había nada que contar. La M llegaba del trabajo enamorada, ansiosa de ver a su hijo y no necesitaba mucho más. El padre por otro lado cuestionado en su capacidad de procrear desde el principio trabajaba al máximo y estaba cada vez más fuera de la nueva familia, parecía que los hijos eran cosas de madres y que él nada tuviera que ver. Fue el nacimiento del hermano el que rompió este idilio entre la madre y Guille, y cuando ella acudió a él, el padre estaba en otra realidad.
M) “Siempre ponías excusas…de que tenías mucho trabajo y todo lo resolvías dando más hora a la cuidadora… pero jugabas tus partidos todas las semanas y las cenas de amigos”.
Cuentan justo que después del nacimiento del hermano, en una revisión del niño sano, el médico descubre que Guille tiene un grave defecto visual, del que los padres no se habían dado cuenta.
P) Yo nunca observé nada, desde siempre ha hablado muy bien, él nunca ha sido especialmente retraído… ahora lleva gafas muy potentes y un parche que es lo que peor lleva…yo me lo puse una vez porque él no se lo quería poner y la verdad da mucha claustrofobia.
M) Me sentí muy mala madre …pensaba cómo no nos hemos dado cuenta antes, cuando le pusimos las gafas me acuerdo que dijo “anda la pared y el suelo son rectos”.
Continúan hablando de Guille, de que no tiene buena coordinación motriz y a veces no le dejan jugar al futbol, que él mismo se aísla porque tiene mucha imaginación, que está en su mudo, el cole se plantea si tiene déficit de atención.
El nacimiento del hermano con sus lloros, el diagnóstico del pediatra sacan a los padres del ensimismamiento que cada uno tiene en su mundo regido por el propio deseo narcisista, la madre con su hijo, el padre con su trabajo y su otra realidad en la que no hay tiempo para llorar lo que quiso hacer y no pudo, Guille nace en un contexto que no puede ser mirado en su singularidad, es el síntoma, la enfermedad lo que le permite ser mirado como otro distinto.
Las historias de ambos padres están marcadas por la frustración, la soledad, la pérdida y el dolor. El padre que jugaba solo en su infancia, que no pudo aprobar las oposiciones, que no pudo procrear con facilidad, además tiene que afrontar la enfermedad de su mujer, el déficit visual de su hijo y sus miedos, La madre, por su lado, relata la pérdida de su padre con un dolor muy presente, cuenta el esfuerzo y sacrificio de su madre en los cuidados de todos, ¿la echaría de menos? ¿Qué disponibilidad había en la madre cuando la hija la reclamaba? Además, también tuvo que enfrentar su propio proceso de enfermedad y la fobia de su hijo. Haydée Faimberg en su libro llamado “el telescopaje de generaciones: A la escucha de los lazos narcisistas entre generaciones”(2006) explica cómo el narcisismo parental se instala en el psiquismo del niño, explica que el narcisismo requiere de la aprobación del otro, además de declararse autosuficiente. Propone un concepto “regulación narcisista de objeto”, es decir, lo bueno del niño es de los padres y lo malo, es ajeno, odiado, expulsado, en relación a esto propone la función de apropiación y de intrusión las que sostienen el narcisismo parental, y dice:
“En consecuencia, reconocer al niño como separado de sí exige de los padres un proceso activo de elaboración de este narcisismo, en procura de que puedan situarse en una verdadera posición edípica”.
¿Puede Guille reparar el narcisismo herido del P por todo lo que no consiguió, o más bien Guille con su síntoma pone en escena ese niño que jugaba solo, que no tenía amigos que el P también fue, pero del que nada quiere saber? Y la madre tan enamorada de su hijo, ¿de qué hijo estaba enamorada?.
Hasta el momento, estas entrevistas estaban sirviendo para atreverse a mirar, mirarse y ser mirado por un tercero, estaban siendo como el bebé que llora fuera de lo esperado o el médico que da un diagnóstico. Yo como analista escuchaba tanto el enamoramiento de la madre por su hijo como el sufrimiento de los padres, pero también escuchaba que Guille había nacido y crecido en un contexto familiar que reparaba poco en lo que al niño le pasaba, no dormía, no comía, no veía, no disfrutaba de las relaciones con otros niños… realmente su suelo y sus paredes estaban un poco torcidas.
Llegado este punto parecía que no se podía retrasar más conocer al niño. Además, pensaba que desde el colegio podían hacer un diagnóstico de TDA, su cole era un centro que disponía de todos los recursos necesarios de una manera muy directiva y que daba respuesta a las familias a cualquier cosa de manera rápida y aparentemente resolutiva con poca implicación de los padres, justo lo contrario que lo que yo proponía, nosotros estábamos abriendo puertas para poder ver, escuchar, y comprender.
Programamos la primera entrevista con Guille, y justo antes recibo una llamada de teléfono de la madre y me cuenta que entre ellos ha habido un problema de pareja grave, en el que la madre sale muy dañada, y que cree que no va a salir en las conversaciones, ella dice que me llama porque cuando venga con Guille el próximo día no me lo va a poder decir delante del niño. Le indico que es necesario que hable con su marido de esta conversación para poder continuar con el trabajo, que, por otro lado, me parece cada vez más necesario, y que, en la próxima entrevista, a la que ponemos fecha, yo entenderé que el marido tiene conocimiento de esta conversación y podremos abordar lo que sea necesario.
Los analistas de niños estamos expuestos a múltiples trasferencias, la que aparece por el encuentro con el niño, la que aparece en el encuentro con la pareja y también la que surge con cada miembro de la pareja como sujeto.
Escuchamos a los padres en la crianza y en el funcionar con sus hijos, esto puede despertar antipatías o preferencias hacia uno u otro con las que hay que convivir y no dejarse llevar, porque los riesgos de establecer alianzas con uno de los progenitores conlleva complicaciones, además ¿Es ético? ¿Estamos los analistas para juzgar lo que hacen los pacientes? O más bien tratamos de comprender nosotros y nosotros con ellos lo que les ha llevado a tal situación en la que todos sufren? en este caso, aliarnos con la madre, supondría alejar al padre, por ejemplo, lo que podría entenderse como una manera de repetir el escenario en el que se ha criado Guille, un padre alejado que deja su sitio vacío y una unión con una madre desvalida igual que su hijo, que busca donde agarrarse, pero que en realidad aliarnos con ella sería un falso agarre.
Cuando Guille viene a la primera entrevista, la madre comenta con respiración fatigada “Hemos subido por las escaleras, ¿a qué hora lo recojo?”.
Guille entra a la consulta con expresión de cara entre susto y expectación, en cualquier caso, en alerta. Camina despacio, mira muy de frente y desde que se separa de la madre se viene muy a mi lado, cuando entramos a la consulta tras recorrer el pasillo despacio dice “no cierres la puerta es que me da miedo…es que una vez me quede encerrado en un baño…estaba con mis primos…había una cadena que no podíamos quitar (los padres habían contado esta experiencia), si cierro la puerta, me duele la cabeza, las piernas, y las manos… el cuerpo se me queda flojo”.
Analista: Y ¿qué hacemos?
Coloca la puerta minuciosa y prácticamente cerrada, pero sin encajar el resbalón. Se sienta en una silla de las que yo recibo a los padres y adopta la misma postura que el padre, piernas cruzadas sujetadas con los brazos. La caja de juegos está abierta, las pinturas, tijeras…todo a mano y ni lo mira, fija su mirada en mí silenciosamente.
Me presento como psicóloga que hablo con niños que a veces lo pasan mal, que tienen miedo.
Analista: ¿y tú por qué crees que vienes?
Guille: con gesto de indiferencia responde “No, no me pasa nada”.
Analista: Tus padres me contaron que fuiste a un hospital y hablaste con una doctora.
Guille: (arruga la cara y me mira fijamente) “si… tengo un hermano pequeño de 4 años solo quiere ver sus dibujos…yo odio sus dibujos, pero a veces le tenemos que dejar para que deje de llorar, él está en su habitación y yo en la mía, cuando llora mis padres le tranquilizan, yo también le tranquilizo a veces, por las noches se va a la cama de mis padres, a veces como yo duermo solo, también me voy a la cama con ellos… es que tengo pesadillas y si me despierto me voy a la cama de mis padres ¿? No quiero acordarme para que no me de miedo.
En el colegio tengo muchos amigos, en clase somos 12 niños, en el recreo jugamos todos juntos pero con los de quinto no quiero jugar porque juegan muy bruto… papa juega bruto con nosotros, se pone así en el suelo (a cuatro patas) mi hermano se monta encima…yo pongo cojines para que si se cae no se haga daño… yo también juego bruto pero de otra forma…un día papa me tiro los calzoncillos a la cara… me gusta jugar a la guerra de las Nerf, con Gustavo, es mi vecino, nos escondemos en un agujero que hay en las plantas…a veces nos bajamos chuches y nos las comemos ahí… vemos a los otros niños y ellos a nosotros no…(mira la caja de juegos) esos juguetes son de pequeños, le gustarían a mi hermano…él quiere tener un tigre como este…a mí me gustan las Nerf, los coches teledirigidos, estos legos (los coge) son de pequeños a mí me gustan los clics y los legos (hay una caja de legos que está cerrada y ni la coje, la exploración que hace es panorámica, con distancia, sin implicación de su propio cuerpo).
Con mis primas juego al Class Royal, es un juego que tienes que ir pasando de la arena 1 a la arena 2, mi prima va por la 5…yo voy por la 2, pero mi prima me ha pasado para que avance…¿? es un monstruo gigante que con los brazos lo va destruyendo todo…y un esqueleto que hace así con las espadas (aspaviento y los dibuja) este es el gigante que tiene los ojos así, y este pelo y una sonrisa, y el esqueleto que destruye todo con las espadas, tiene los dientes así…la espada la dibuja sola…
Analista: juegan bruto …pero están en el video juego, claro… -y me mira fijamente.
Fue una primera entrevista que me sorprendió, un niño tan miedoso y tan angustiado pudo mostrarse. Verbalmente se expresaba bien, pendiente de cualquier gesto que yo pudiera hacer y que a él le sirviera para saber qué debía hacer, ¿Jugar bruto? ¿Usar juguetes de pequeños? Sin abandonar su estado de alerta hacia mí, por cómo sería yo de “bruta” pudo hablar algo de sí mismo con una desconocida. Al finalizar la entrevista, el encuentro con la madre tuvo su interés, Cuando abrí la puerta la madre se dirigió a Guille y eufóricamente le dice “que tal” como si lo recogiera de una fiesta de cumpleaños y le preguntara como se lo había pasado, Guille se fue con su madre caminado de frente, sin decir nada hacia las escaleras.
Cuando viene a la segunda entrevista, se abraza fuertemente a su madre antes de pasar a la consulta conmigo…cuando vamos caminado por el pasillo antes de llegar dice “es que me da un calambre en las piernas…¿? Pero ya se me ha pasado…subo siempre por las escaleras también cuando voy a casa de mi abuela que vive en el octavo…mi abuelo se murió…iba al médico, yo no lo conozco porque se murió por la enfermedad, me lo ha contado mi madre, lo he visto en fotos, le gustaban los deportes …ganaba copas…mi amiga Carmen que se llama como tú…su madre no pudo coger el avión porque se rompió una pierna esquiando, pero ya se ha curado, es que a mí no me gusta que los padres se pongan enfermos, cuando mi padre se pone enfermo, al día siguiente está bien… cuando se ponen malitos, les hago un regalo, les doy besos y ellos dicen que así se curan…tuve una pesadilla porque vi una peli en la Tablet, me la puso mamá, me dijo que me iba a gustar pero no me gusto… me aburría…El principito… Tiene una rosa que tiene que cuidar.
Era un niño que espontáneamente no dibujaba, ni jugaba, necesitaba de mucho acompañamiento para trabajar. En el test del árbol dice: “me salen fatal los árboles… bueno este es un manzano, es muy viejo y está en otoño en un bosque, esto es el viento, como si hiciera mucho viento, lo han plantado hace mucho, tiene un pino al lado que lo estoy haciendo ahora… como hace mucho viento, las ramas del pino se ponen para un lado…se siente mal porque hace mucho frio y hay truenos (va dibujando mientras habla) y nubes y rayos y lluvia, se hacen charcos y aquí están bebiendo esto, las raíces.
Guille era un niño asustado, se debatía entre una exigencia de querer ser mayor y sus miedos que no lo dejaban, no podía, se sentía frágil y desvalido como el manzano viejo que estaba en el bosque y tenía mucho frío necesitaba cobijo. Su angustia aumentaba porque ese pino que le pusieron cerquita y que de algún modo le sostenía, también se estaba doblando, parecía que no podía resistir, ese idilio con mama le sostenía a la vez que el también sostenía a mama. Las enfermedades, como algo que viene de fuera acechaban, lo tenía claro, se lo habían contado, y lo había vivido en su madre y en su propia persona. Era un Principito que cuidaba una flor sin la ayuda de nadie. Esta situación me hace pensar en la función paterna, ausente en todas sus formas…protectora, interdicta y como ese otro a quien parecerse. Guille realmente estaba muy solo.
En la siguiente entrevista con los padres, ya había conocido a Guille, ambos con cara de sorpresa dijeron que el niño había salido de la primera entrevista relajado, aunque no contaba nada, comenté que no era más que el comienzo y que teníamos que continuar. Estaba la llamada telefónica fuera del encuadre que había que restituirla en el proceso.
Analista: y bien …¿por dónde seguimos?
La madre empieza hablando que desde que nació Guille la abuela materna se iba de vacaciones con ellos “somos privilegiados porque podemos salir… pero a mí me parecía mal dejar a mi madre todas las noches niños…así que yo me volvía a casa después de tomar algo y él se quedaba con los amigos y con sus hermanos”.
El padre insiste que él en vacaciones necesita descansar y que el descanso pasaba por desconectar también de los niños. Por primera vez la pareja intercambia opiniones sobre cómo cada uno ve las cosas apareciendo las primeras diferencias entre ellos. La madre recuerda cuando le dieron el diagnostico de su enfermedad que estaba sola con su madre y que su marido no pudo acompañarla. Fue un relato detallado, expresando un profundo dolor a lo que el marido contestaba “Yo no me acuerdo”. En un momento de la entrevista la madre dirigiéndose a mí dice “le conté que te había dicho por teléfono que había habido un problema grave de pareja” a lo que el marido asiente.
P) Ya lo hemos
M) Y yo le he
Las sucesivas entrevistas con ellos estuvieron muy cargadas de tensión y de profundo malestar, rememoraban situaciones y sentimientos de profundo dolor en los que se daban cuentan de la distancia que había entre ellos. Ambos habían pasado situaciones duras, de salud, de trabajo, de pareja y los hijos iban de allá para acá con la cuidadora, en este intercambio la madre cuenta:
M) “Al principio del tratamiento mi cabeza quería hacer cosas, pero mi cuerpo no podía, cuando me recuperé y mi cuerpo podía funcionar, era mi cabeza la que se había quedado atrás…pedí ayuda a un psiquiatra… no quería seguir tomando medicinas ya había tomado bastante… tenía que haber buscado otra ayuda antes”.
P) Escuchaba muy callado y en un momento determinado dijo “no sabía nada de esto…me estoy enterando aquí”.
Necesitaron dos sesiones más para plantear el tema del distanciamiento entre ellos. A la vez que hablan lo que les cuesta hacerse con el niño y sus miedos, la madre recuerda cómo su marido le dijo que se salieran al patio de la casa y cerraron la puerta y él le contó lo que estaba pasando (en relación al problema de pareja), y le pidió perdón. Ella cuenta que se quedó atrapada en esta situación, “no pude hablar de esto con nadie…le perdoné, pero él cuenta las cosas de una manera y yo creo que es de otra…decidimos no separarnos…empecé a ir al psiquiatra” Yo ya conocía a Guille, habíamos tenido varias entrevistas y la situación del niño era sería. En una de estas entrevistas los interrumpí en sus conversaciones de lo que había pasado y no recordaban y en las que de manera recurrente sus hijos aparecían llorando y con miedos, intervine diciendo:
Analista: Ustedes no están hablando de su hijo… están hablado de una relación de pareja herida, que les mantiene muy ocupados y una situación familiar en la que todos lloran, sus hijos buscan padres más disponibles y Guille necesita que le dejen sitio.
P) Esto sí que no me lo esperaba, yo quiero a mi familia y me alegro de que ella (su esposa) me haya traído aquí.
Pude trabajar con Guille durante casi tres años y creo que la psicoterapia llegó a tiempo. Empezó a ir al colegio sin resistencia, se apuntó a un equipo de futbol al que iba contento, pudo ir a fiestas de cumpleaños, dormir en casas de amigos y ellos en la de él. También trabajé con los padres durante todo este tiempo, pautábamos sesiones cada 5 semanas. Estas sesiones permitieron a ambos padres estar más disponibles para su hijo, el padre se hizo más presente en la vida del niño, le veía en los entrenamiento y veía como Guille disfrutaba y corría con los otros niños, aunque no fuera el mejor, le traía a las sesiones alternándose con la madre, y ella pudo ir tomando conciencia de todo lo que había vivido y sufrido en estos últimos años. Las angustias de muerte que pisaban los talones a todos en la familia pudieron diferenciarse de las ansiedades de separación/individuación propias de los procesos de crecimiento de los hijos, y por tanto a ser más tolerables, menos desorganizadoras En diferentes ocasiones sugerí a los padres un espacio terapéutico para ellos, nuestras entrevistas no alcanzaban todo el trabajo que ellos necesitaban, pero siempre se lo tenían que pensar.
Al revisar todo el historial, recordaba que, por un momento, me planteé tomar a los padres en tratamiento, su historia lo requería, pero ¿por qué decidí tomar al niño como paciente? Guille era un niño muy frágil, que no había podido ser mirado por sus padres en su deseo por diferentes motivos. Era un niño desesperado, desconfiado. Un atisbo de mirada de los padres hacia su sufrimiento fue precisamente la solicitud de consulta a un analista. El niño acudía con cierta confianza, aunque muy defendido; pensaba que, a pesar del dolor de sus padres, y del desencuentro entre ellos, ahora era su tiempo, el tiempo de Guille.
Fernando Cabaleiro Fabeiro, en su texto “Algunas consideraciones preventivas en el desarrollo afectivo del niño y del adolescente” hace referencia a que la vida íntima de los padres trasciende de algún modo a la vida relacional de los hijos, y los hijos piensan y fantasean sobre la intimidad de los padres y dan expresión a sus deseos y dice:
“…Pero los hijos deben encontrase una realidad externa con unos límites al servicio de una prohibición y de un secreto estructurantes de la vida intelectual y afectiva del niño” .