José Alonso Lusarreta, Rocío Mallo Caamaño y Soledad Pozuelo Moral**
El pasado noviembre de 2022 tuvo lugar en la Universidad de Deusto la IV Edición del Congreso Nacional de Psicoterapia FEAP. Presidido por el título “El futuro de la psicoterapia, la psicoterapia del futuro” tenía como objetivo compartir las principales preocupaciones que rodean a la profesión y construir conjuntamente objetivos de futuro. Por lo que este encuentro nos pareció el lugar oportuno para presentar y compartir con compañeros y asistentes, aquello en lo que tanto estábamos trabajando, los miembros del Equipo del Centro Hans; un taller para padres.
Iniciamos el trabajo con una imagen estática a la que aportamos movimiento, con la idea de generar un discurso a partir de la misma y así construir un puente entre la imagen y la palabra. Buscábamos acercarnos a la realidad actual, a la realidad de las familias de la nueva era tecnológica y no podría ser si no, mediante la imagen en movimiento a través de las redes sociales y lo virtual.
Persistiendo en la importancia señalada que se da a la escucha de padres y madres en la intervención clínica de la población infanto-juvenil desde nuestra Asociación Escuela-AECPNA, nos preocupamos por las dificultades que atraviesan los padres de la sociedad moderna en la crianza de sus hijos. Siendo nuestra principal tarea, la de transformar esta preocupación de los padres que venimos escuchando en una demanda al uso.
A continuación, os presentamos la comunicación con la que pudimos exponer nuestra propuesta de taller en el pasado Congreso:
La tarea que hoy me atañe leyendo esta comunicación es un breve esbozo resultado de un trabajo de Equipo; el Equipo del Centro Hans. Se trata de un dispositivo de atención clínica, psicoterapéutica y de investigación sobre problemáticas infanto-juveniles, que se ha ido construyendo en nuestra Asociación AECPNA y que actualmente cuenta con un recorrido de 20 años.
Desde nuestra Asociación Escuela-AECPNA se da una importancia señalada a la escucha de padres y madres en la intervención clínica de la población infanto-juvenil. Escuchamos a menudo padres y madres, preocupa-dos por los hijos sin que esta preocupación se concrete en una demanda al uso; es decir los padres con poca frecuencia demandan para ellos mismos.
Observando esta circunstancia, el malestar en los padres de hoy en el ejercicio de parentalidad y la falta de consulta, iniciamos un trabajo de pensar cómo llegar a los padres preocupados por la crianza cotidiana de sus hijos teniendo en cuenta que ellos no son pacientes.
Este proyecto venía presidido por una imagen en la que podían observarse distintas siluetas de personas que formaban un grupo, que parecen expresar algo de lo propio y diferente de los demás. Teníamos interés en difundir nuestra idea por las redes sociales y acercarnos a los padres de hoy. Fuimos dándonos cuenta de que esta imagen que para nosotros significaba mucho en las redes sociales pasaba desapercibida, no despertaba interés, vaya, no cumplía nuestro objetivo: hacernos ver en las redes y acercarnos a los padres que, sin ser pacientes, dan cuenta de sus dificultades en la crianza. Nuestra idea clave era la de poder transmitir un mensaje a través de redes sociales, como canal de comunicación, buscando generar un discurso, es decir la palabra.
¿Y por qué a través de las redes sociales? Asistimos a los cambios científicos, tecnológicos y generacionales que acontecen. Al hecho ineludible de cómo el transcurrir del mundo nos moldea. NO podemos negar la existencia de ese otro mundo digital y no menos real por el que de algún modo todos estamos atravesados. Sumergirse en él supone conocer su lenguaje, sus códigos, sus tiempos rápidos y breves en los que se suceden las cosas.
A través de la pantalla, al alcance de un “clic”, aparecen imágenes y se crean multitud de vínculos a velocidades insospechadas que se desvanecen a la misma velocidad dejando una sensación de vacío sedienta de más.
Desde el psicoanálisis sabemos que las imágenes, en tanto que en sí mismas son un ideal completo, convocan al sujeto a esa ansiada completud narcisista en la que las dificultades propias y la falta desaparece, permaneciendo por un instante ese sentir narcisista que atrapa. Pero las imágenes en las redes tienen poca vida, desaparecen pronto y en la mayoría de las ocasiones sin dejar huella o marca en el sujeto, por lo que cuando éstas desaparecen deja un enorme senti- miento de vacío, insatisfacción y soledad. Consumir una imagen detrás de otra supone el riesgo de entrar en un circuito que nos conduce a un abismo susceptible de déficit simbólico, es decir sin sostén.
La palabra sigue siendo la herramienta que desgrana, que desmonta la perfección y completud nacisista de la imagen. Ofrece una salida a este círculo como forma de romper ese atrapamiento a las imágenes de las redes sociales que no descansan, que están disponibles a tiempo completo, y que favorecen la dependencia del sujeto en todos sus ámbitos; personal, social y laboral. Las palabras que consiguen romper la imagen ideal nos disponen además al encuentro con el otro. Pero para que puedan ejercer su función tienen que quedar inscritas en una cadena de representaciones que es subjetiva y personal para cada sujeto, es decir la palabra construye un discurso.
La tecnología nos impulsa a un nuevo tiempo en el que la manera de comportarnos y relacionarnos ha cambiado. Las pantallas nos acercan y nos alejan en una paradoja difícil de confrontar.
La tarea que nos atañe, como señalábamos previamente, es la de pensar, ¿Cómo poder introducir algo del orden del pensamiento en ese mundo en el que todo es rápido, dinámico, instantáneo y desaparece con facilidad? ¿Cómo poder subjetivar algo a tanta velocidad y que llegue a los padres preocupados?
Pensamos entonces en un cambio de esa imagen estática inicial, pensando en aquello que queríamos transmitir, la puesta en marcha de un proceso, algo que se retiene porque tiene ubicación en el psiquismo de los padres, algo que se pueda aprehender más allá de la imagen, del impacto estético.
La imagen no es solo sinónimo de inmediatez, a través de la misma pueden brotar palabras, se puede armar un mensaje, un discurso que cale y que no se cuele por los agujeros de las redes. Consideramos que el psicoanálisis tiene la responsabili-dad de estar en el mundo actual, real y digital.
Fue de este modo cuando comenzamos a dibujar los primeros bocetos para construir una historia, un mensaje. Fue el avión, como espacio a ocupar, como continente, que nos permita movernos, sacar afuera lo que llevamos dentro, la preocupación por nuestros hijos, apareciendo así esa familia que todo padre, madre, o pareja muestra cuando se le presta oído.
Esa familia que es el primer grupo al que pertenecemos, un grupo con el que se comparte algún rasgo común pero también diferente, en el que a pesar de las diferencias y precisamente por las diferencias, podemos encontrar un reconocimiento en el otro, la identificación. Con estos pensamientos siguen sucediéndose en el equipo más dibujos, buscando poder hablar de aspectos de esa familia preocupada, que finalmente aterriza en un compartir con otro que, sin ser una solución perfecta, buscan dar cabida a esa demanda (hallar un alivio al malestar).
Representamos a través del dibujo, un espejo en el que los espectadores de las redes puedan observarse u observar algo de lo que les sucede, a ellos y a sus familias.
Con la intención de crear una secuencia que siembre un interrogante que a su vez pueda hacer que se pregunten sobre aquello que les acontece. Lograr hacerse preguntas nos guía sobre algo que permanece, genera un discurso que permite mirar a otro lado y encontrar algo nuevo, algo sobre lo que nunca se habían preguntado y algo que quizás tampoco se habían planteado. Es de este modo a través del discurso y la palabra como se logra hallar aquello que permanece y que no se desvanece dejando un vacío.
A pesar de todos los cambios y avances tecnológicos, las palabras siguen siendo necesarias para construirnos como sujetos y nos permiten acceder al universo simbólico de la lengua, pero antes que la palabra, apareció la imagen y no cualquier imagen sino la imagen con capacidad identificante.
En esta capacidad identificante implica, entre otras cosas, que una imagen pueda promover lo especular, donde no sólo aparezca la semejanza, sino también la diferencia y establecer a través de la misma un lugar para la reflexión.
Buscamos que la imagen-imagenes evoquen un rasgo que hará a la consistencia imaginaria del futuro grupo de padres. Un rasgo presente en su representación subjetivada de la realidad externa e interna que están experimentando y que genere el deseo de compartir con otros con rasgos similares una forma de estar, donde se pueda construir un discurso alrededor de la tarea que convoca: las dificultades de los padres y madres en la crianza de los hijos.
Será articulándolo con otros, como se podrá encontrar significación a dicho rasgo. Siendo esto lo que esté presente en la mente de cada uno de sus integrantes y quizás, las raíces de la vida psíquica de un futuro grupo. Una imagen concreta para ser reconocida e identificada en la subjetividad de cada persona, pero al mismo tiempo suficientemente ambigua donde estén presentes elementos, estímulos que abran un campo de juego lo suficientemente seguro y al mismo tiempo desconocido. La capacidad de poner a jugar las imágenes en otros futuros espejos identificantes, otros padres, es específico de los seres humanos.
En la secuencia de imágenes, nos interrogamos sobre cuál será el planteamiento que hay que activar ¿De qué forma pasar de una posición probablemente pasiva de queja y malestar, o de que el otro me dé algo hacia una posición con posibilidades, pero desconocida? ¿Será
posible construir la transición donde el otro ofrezca algo, de algo?
Para eso es importante no entender esto desde una satisfacción plena narcisísitica (algo como sabemos imposible de alcanzar), si no entenderlo como algo que promueva, emergentes que nos convoquen al intercambio y a la reflexión grupal.
Este avión reúne a quienes van a compartir un mismo viaje (la familia) en el que lo primero será mirarse, lo segundo escucharse, lo tercero acompañarse para poder luego comprenderse y finalmente reencon- trarse.
Un viaje que tiene un comienzo y un final, hace alusión a algo incierto pero finito en el tiempo porque es un viaje que empieza, tiene un desarrollo y tiene un destino, plasmado en las imágenes.
Quizás después pueda venir la idea, la palabra o tal vez la construcción de un discurso que pueda dejar una marca en el interlocutor, pero nosotros ya hemos sido previamente “marcados” por la imagen.
En el libro el “Quéhacer de los padres” cuyas autoras son Ana María Caellas (Fundadora de AECPNA), Iluminada Sánchez y Susana Kahanne, lo expresa así: “El ser humano sólo tiene viabilidad y futuro como sujeto dentro del hueco relacional.
Se estructura como persona en un ámbito de intercambio y es a través de un vínculo que el nuevo ser emprende su andadura en la que devendrá sujeto”. Es a través de lo relacional, de lo vincular, imagen- palabra, que pueda emerger algo distinto. Una escucha abierta, cuidadosa y respetuosa una escucha que oriente y favorezca el paso de la queja y de la culpa al cuestionamiento sobre la implicación subjetiva en lo que le ocurre al hijo.
Y frente a esta imagen prestada planteamos que el grupo favorezca la comunicación, en el que la palabra permita la realización de preguntas y la reflexión como venimos señalando. En palabras de Simone Weil, filósofa:
“El Yo: todo cuanto en mí es valioso procede sin excepción de más allá de mí, y viene, no como don, sino como préstamo que debe ser renovado sin cesar”.
Nos planteamos conectar con los padres en sus inquietudes y favorecer a través del encuentro la conjugación entre imagen y palabra. Imagen en cuanto el taller permita la pertenencia y compartir rasgos de identidad con otros padres, los padres del siglo XXI. Padres inmersos en un nuevo mundo dominado por imágenes.
Para nosotros también será un viaje, así lo fue y lo sigue siendo desde el momento en el que la primera imagen nos interpeló, nos cuestionó y nos provocó en pensar de qué manera podíamos tener cabida en estas redes. Pero también porque en este proceso nos ponemos en contacto con interrogantes que encontramos en nuestro quehacer en las consultas ¿Qué sucede ahora en el entramado familiar y de qué manera se sostiene ahora al sujeto? ¿Lo sostiene?
La cuestión radica en poder esclarecer que precisan las familias actuales con sus nuevas formas y sus nuevas características, como entender las dificultades que presentan para generar un espacio donde puedan formular una demanda, como hacerles llegar un mensaje que sintonice con la demanda que formulan a través de palabras y silencios.
Para terminar, nos gustaría compartir con vosotros algunas de las imágenes de las que os hemos hablado. Imágenes pensadas para construir un puente entre la imagen y la palabra, y dirigidas hacia una propuesta de taller para esos padres, que con poca frecuencia demandan para ellos. Un avión en movimiento que permita a las familias sacar fuera eso que a veces llevan dentro y de lo que son vivo reflejo.
Habiendo expuesto aquí la comunicación presentada en el congreso nos parece pertinente concluir con una breve pincelada que dé cuenta del trabajo que viene ocupándonos al equipo del Centro Hans desde noviembre hasta la fecha.
Para ello, es importante volver al citado título de nuestra comunicación: “Construir un puente entre la imagen y la palabra: hacia una propuesta de taller para padres”.
Hemos hablado en la comunicación de los cambios generacionales que acontecen en nuestro Siglo. Hacíamos referencia a como estamos atravesados por la inmediatez, y como la imagen ha venido para quedarse en el tejido de las redes sociales.
Durante estos meses, el equipo del Centro Hans hemos estado trabajando en la construcción de tal importante puente con el fin de que dichas imágenes promuevan una pregunta, una reflexión que de lugar a lo simbólico y por tanto a la palabra.
Hemos tratado de mostrar movimiento. Imágenes no estáticas y con poder identificante que permita satisfacer de la mejor forma posible la demanda colectiva de los padres para nuestro tan esperado taller.
En este taller se abordarán temáticas que girarán en torno a: Uso de nuevas tecnologías (videojuegos, pantallas…), la importancia de los límites, el duelo, la función de hijo…
Comenzamos con un despegue para poder aterrizar en el mejor de los terrenos posibles. Durante el viaje, han surgido algunas interesantes imágenes que mostramos a continuación: